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Toda ayuda es poca, ¿pero es todo ayuda?

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(Para Radio Nederland)
Tras un desastre de la magnitud del terremoto que ha asolado la región de Cachemira, dejando numerosas zonas de Pakistán totalmente arrasadas y provocando un número de víctimas que se multiplica por momentos, llegando ya a más de 50.000, cualquier ayuda es poca y toda es bienvenida. Esta es la primera afirmación que hay que dejar clara, en momentos en los que la opinión pública, tal vez abrumada por tantos desastres seguidos, no está respondiendo como ante anteriores tragedias. Pero hecha esta afirmación y deseando que la ayuda pueda llegar a las zonas más remotas de Cachemira cuanto antes, conviene reflexionar ¡¡una vez más!!, por el sistema internacional de respuesta ante desastres y por las limitaciones e incoherencias que sufre la comunidad internacional para responder a estas tragedias.

Según datos suministrados esta semana por la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU (OCHA), tan sólo el 5% de los fondos solicitados se habían desembolsado por los donantes y de los 312 millones de dólares del llamamiento de la ONU, sólo se habían prometido 86 millones. Conviene recordar que de las promesas a los desembolsos reales suele haber grandes diferencias, pero en este caso ni tan siquiera las promesas son muy elevadas. Contrasta esta parca respuesta a los organismos humanitarios con la rápida oferta de la OTAN para movilizar su fuerza de reacción rápida para colaborar en las tareas de desescombro y reconstrucción en una decisión que, por novedosa, requiere de una análisis más profundo. En cualquier caso, la segunda reflexión que se puede hacer es sobre el comportamiento de los países donantes, la mayor parte de ellos miembros de OTAN, que se muestran remisos a aportar fondos a los organismos civiles de la ONU y las agencias humanitarias y que, por el contrario, deciden en esta ocasión movilizar los recursos de una alianza militar concebida para otras misiones. ¿No resulta sorprendente esta paradoja?.

El Vice Secretario General de la ONU para asuntos humanitarios Jean Egeland, dando muestra de un gran pragmatismo y alarmado por la magnitud de la tragedia que vive Pakistán y la escasa respuesta de los donantes, declaraba que, dadas las dificultades logísticas para acceder a las zonas montañosas y las aldeas remotas del país y las dificultades de los medios civiles para ello, “tal vez la mayor alianza militar del planeta pudiera resolver esos problemas”. Posición prudente que busca la eficacia en la respuesta de corto plazo movida por razones humanitarias, pero que puede entrañar serios riesgos de largo plazo. No es una lógica muy distinta a la del propio Koffi Annan cuando ha”descargado” la ejecución de algunas operaciones de paz de la ONU a la OTAN, tratando de resolver, también con pragmatismo, la falta de voluntad de los países desarrollados para colaborar en la financiación de los cascos azules. Lo que está por ver, es si este pragmatismo de corto plazo no llevará a una mayor falta de credibilidad y de legitimidad del organismo multilateral por excelencia: la ONU.

Sin cuestionar, por tanto, el uso de los potentes medios logísticos que la OTAN pueda aportar a las tareas de auxilio, si conviene ser un poco más escéptico sobre las razones que han llevado a esa decisión y sobre el tipo de medios que se van a desplegar. Días antes de la decisión del Consejo Atlántico, las Fuerzas Armadas estadounidenses ya habían decidido ayudar a Pakistán “como aliado en la guerra contra el terror y en la lucha contra los talibanes en Afganistán”. Lamentablemente, esos “humanitarios” argumentos se han repetido por parte de la OTAN, que no niega que entre las motivaciones de base de la decisión está el hecho de que Pakistán es un país aliado que ha solicitado ayuda. Y es aquí donde conviene estar atento y es pertinente la tercera reflexión. La zona de Cahemira afectada, en la frontera con India, ha dañado, también, la infraestructura militar pakistaní, en una zona de elevada conflictividad y disputada desde antiguo por ambos países. Las vías de acceso de toda la región han quedado seriamente afectadas, pero habrá que estar atentos a que las tareas de socorro se orienten hacia la satisfacción de las necesidades básicas de la población afectada y no prioritariamente hacia otros tipo de necesidades. No tenemos ninguna razón para dudar sobre el legitimo interés del gobierno pakistaní en ayudar a su población, pero dada la experiencia de crisis anteriores en otros países y la complejidad del conflicto en aquella región, habrá que permanecer atento a que la movilización de los medios militares se oriente a favor de las víctimas. Cosa para la que los medios y la experiencia militar no está siempre preparada y sobre la que se abren dudas tras las primeras decisiones.

En este sentido, resulta sorprendente, que al final la OTAN decida enviar tan sólo cuatro helicópteros, cuando este sería el tipo de recurso adecuado para el acceso a las poblaciones aisladas y opte por que la mayor parte de los mil efectivos que la Alianza enviará sean de cuerpos de ingenieros especializados en reconstrucción. Por supuesto que la reparación de las carreteras y las infraestructuras es muy necesaria pero en estas dos semanas desde que sucedió el terremoto y en las próximas semanas las prioridades humanitarias han sido y serán otras. Y los medios necesarios para satisfacerlas no han estado allí.

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