Situación crítica en los campos de refugiados de Sudán del Sur
Juba, 14 de junio de 2012 – Médicos Sin Fronteras (MSF) advierte del rápido deterioro de la situación sanitaria en los campos de refugiados de Sudán del Sur y de las graves consecuencias que este hecho tendrá para la salud de sus habitantes. Decenas de miles de personas procedentes de Sudán siguen llegando a unos campos que están completamente saturados y poco preparados. A día de hoy no se les está proveyendo de los elementos más básicos para su supervivencia. Y mientras tanto, el hacinamiento, la escasez de agua y una ayuda a todas luces insuficiente están precipitando de manera vertiginosa la crisis humanitaria en los estados de Unidad y Nilo Azul, en Sudán. «Dispensar atención médica no basta cuando no hay cobijo, agua ni comida para unas personas que ya llegan en un estado muy débil», explica la Dra. Erna Rijnierse, de Médicos Sin Fronteras
En el estado sursudanés del Alto Nilo, los 35.000 refugiados que han cruzado la frontera en las últimas tres semanas se han encontrado con unos campos de refugiados desbordados y que tienen serias dificultades para suministrar agua a los 70.000 refugiados que ya estaban presentes en la zona. Los recién llegados se concentraron inicialmente en un asentamiento temporal, pero al poco tiempo se quedaron sin agua. La madrugada del pasado lunes, los 15.000 refugiados que aún quedaban en dicho asentamiento emprendieron en masa una marcha de 25 kilómetros hasta llegar al primer punto de agua que encontraron. «Salimos muy temprano el martes por la mañana para dispensar asistencia médica e instalar puntos de rehidratación a lo largo del camino», continúa la Dra. Erna Rijnierse. «El panorama era realmente dantesco, con los más débiles muriendo mientras todavía caminaban, tan deshidratados que ni la asistencia médica más urgente podía ya salvarles». La situación de estos refugiados no puede ser más desesperada; necesitan agua, cobijo y comida cuanto antes.
En el estado de Unidad, la población del campo de refugiados de Yida ha llegado a las 50.000 personas en los últimos dos meses, con hasta 1.000 nuevas llegadas diarias. «En este momento lo que más nos preocupa en Yida es que la mitad de nuestras consultas son por enfermedades transmitidas por el agua, unas enfermedades fácilmente prevenibles si se dispone de una higiene correcta, unas condiciones de saneamiento adecuadas y agua potable limpia en cantidades suficientes», afirma André Heller Perrache, coordinador general de MSF en Sudán del Sur. «Tenemos muchos pacientes, principalmente niños, para los que una simple diarrea puede significar la muerte, y que sin embargo acuden una y otra vez al hospital para recibir tratamiento. También estamos viendo un importante aumento de la desnutrición».
Muchos de los recién llegados procedentes de Sudán han caminado durante días o incluso semanas y se encuentran en peor estado de salud que los refugiados que cruzaron la frontera estos últimos meses. A pesar de los esfuerzos de las pocas organizaciones presentes en la zona, las instalaciones y condiciones de los campos son totalmente insuficientes para acoger esta última avalancha de refugiados; ni siquiera lo son para cubrir las necesidades de los que llegaron hace tiempo.
Una refugiada en el campo de Yida describe así la situación: «Mi hijo está ingresado en el hospital. Tiene diarrea, deshidratación y úlceras en la boca. Lleva cinco días enfermo. Vengo de Kadugli, en las montañas Nuba. Huí con mis nueve hijos y tuve que dejar allí a mi marido. No he sabido nada más de él desde que escapamos en septiembre. Salimos con lo puesto y caminamos durante seis días. Todo el pueblo tuvo que huir por la guerra. Vi a gente morir por el camino, incluso a tres niños. Desde que estamos aquí, mis hijos se ponen enfermos con diarrea a menudo, sufren todo el tiempo. A veces las raciones de comida no nos duran todo el mes. Tenemos hambre».
El inicio de la estación de lluvias viene a sumarse a la emergencia. «A medida que arrecian las lluvias, la situación de los refugiados se va volviendo más precaria», añade el coordinador general de MSF. «Algunas carreteras clave para acceder a los campos ya son impracticables. Hacemos un llamamiento urgente a las organizaciones que aportan los servicios mínimos básicos en los campos para que ajusten su ayuda a las necesidades reales de una población que no deja de aumentar».
MSF ha desplegado un gran operativo en los campos de refugiados, con más de 50 trabajadores internacionales y 300 nacionales prestando asistencia. En total, los equipos médicos están realizando más de 6.500 consultas semanales, que incluyen atención de urgencia a las personas más gravemente enfermas entre los recién llegados. MSF también también está trabajando para la prevención de brotes de enfermedades, realizando campañas de vacunación de sarampión a niños menores de 15 años. En varios de los puntos de asentamiento temporal del estado del Alto Nilo la organización está tratando y distribuyendo el agua, pero las reservas pronto se acabarán. «Es muy importante que más organizaciones se impliquen en el traslado de los refugiados a asentamientos más adecuados y en garantizar sin demora las condiciones apropiadas en los campos existentes», concluye Rijnierse.
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