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Los desafíos pendientes en la integración del enfoque de género en la acción humanitaria

 

El día 8 de marzo de cada año, se conmemora el Día Internacional de la Mujer. En 1977, la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) proclamó esta jornada como el Día Internacional por los Derechos de la Mujer y la Paz Internacional, que desde su génesis, se ha constituido en estrecha relación a la reivindicación de la igualdad y ampliación de derechos, y la efectiva participación de las mujeres. De este modo, la adopción y ratificación de la Convención sobre la Eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer (1979), y la IV Conferencia Mundial sobre Mujeres celebrada en Beijing (1995) han venido a marcar un hito en la promoción de la igualdad de género en todo el mundo.

Los ámbitos de la acción humanitaria y la construcción de la paz no escapan, por cierto, a los debates, preguntas y cuestionamientos aún abiertos, para promover la integración del enfoque de género en las intervenciones de asistencia y protección humanitaria atendiendo las necesidades específicas de mujeres y niñas.

Durante los conflictos armados y desastres naturales, la población se encuentra en riesgo de sufrir diferentes formas de violencia y abuso, y los estados muchas veces no tienen la capacidad o la voluntad política de garantizar su derecho a la protección. En las situaciones de emergencia compleja, las mujeres y las niñas, son especialmente vulnerables a la explotación, la violencia y el abuso por razones de sexo, edad o estatus social. Se ven obligadas a abandonar sus hogares, exponiéndose a diferentes riesgos a su integridad física y psicológica, experimentan la falta de acceso a una alimentación adecuada, y unas limitadas oportunidades de acceder a una educación de calidad y a oportunidades económicas y de generación de ingresos. La igualdad de género es clave en la promoción del desarrollo y la reducción de la pobreza y por lo tanto, un aspecto ineludible en la Agenda Internacional del Desarrollo Post-2015.

Una violencia que continúa

Al hablar de violencia de género cabe mencionar el abuso y la explotación sexual comercial; la violencia doméstica; la trata y el tráfico de mujeres, niñas y adolescentes; los matrimonios forzados y precoces que vulneran la edad mínima de consentimiento matrimonial; las prácticas tradicionales nocivas (FGN) y los llamados crímenes de honor. Todas estas formas de violencia atentan contra los derechos fundamentales de la persona y dejan secuelas en extremo negativas en su desarrollo físico, emocional y psicosocial, afectando su calidad de vida, y afectando su acceso a mejores oportunidades de desarrollo, empoderamiento y participación. En muchos contextos, el carácter tabú y los persistentes estereotipos en torno a la violencia sexual, dificulta en gran medida los procesos de denuncia, testimonio y judicialización, y deja a las mujeres y niñas víctimas de la violencia, bajo un manto de invisibilidad y vulnerabilidad.

En la República Democrática del Congo, y aun considerando la dificultad de contar con datos fiables por la invisibilidad de muchos casos, se puede afirmar que cerca de un 40% de las mujeres, niñas y adolescentes han sido víctimas de violencia sexual, tortura, tratos crueles, inhumanos y degradantes por parte de miembros de los grupos armados que toman parte en el conflicto armado. Generalmente, el perfil de víctimas que sobrevive a las diferentes formas de violencia sexual (48%) son niñas entre 5 y 12 años de edad. En Haití, la violencia de género, y especialmente el abuso sexual se ha incrementado con posterioridad al terremoto de 2010, haciendo a las mujeres, adolescentes y niñas más vulnerables, en virtud del difícil acceso a la justicia, y la persistencia de prácticas discriminatorias1.

La construcción de la paz: una mirada con enfoque de género

La resolución 1325 (2000) del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, abrió un importante camino para el establecimiento de un marco jurídico y de políticas, para la participación de las mujeres y la inclusión del enfoque de género en las negociaciones de paz, la planificación de la acción humanitaria, las operaciones de mantenimiento de la paz, la consolidación de la paz en las situaciones posteriores a un conflicto, y la gobernanza. Sin embargo, aunque el Informe del Secretario General sobre la mujer y la paz2, y la seguridad destaca que se han logrado claros progresos a nivel de los países, se sigue observando con preocupación la lentitud con que avanzan la participación y representación de la mujer en las conversaciones de paz, la inclusión de disposiciones para promover los derechos de las mujeres y las niñas en los acuerdos de paz y el aumento de la representación de la mujer en diferentes cargos; la persistencia de graves deficiencias en materia de protección, los obstáculos en el acceso a la justicia; así como la asignación presupuestaria para el empoderamiento de la mujer y la igualdad de género en el marco de los procesos de rehabilitación post-bélica.

El reconocimiento de la violencia sexual como táctica utilizada en conflictos armados es otra cuestión clave que en conflictos como los de Ruanda y la antigua Yugoeslavia, adquirieron un tinte dramático. La Resolución 1820 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (2008) alude a la violencia sexual como un problema para la paz y la seguridad internacional, que puede agudizar las situaciones de conflicto, e incluso, convertirse en crimen contra la humanidad o acto de genocidio.

El establecimiento de un sistema para la rendición de cuentas en la erradicación de la violencia sexual asociada a situaciones de conflicto, se ha emprendido sin embargo, más recientemente. Con la Resolución 1960 del Consejo de Seguridad (2010), se ha procurado establecer un sistema de rendición de cuentas para erradicar la violencia sexual asociada a situaciones de conflicto, mediante la elaboración de listas de agresores, y la realización de informes anuales sobre sospechosos de cometer o ser responsables de actos de violencia sexual. Asimismo, se ha dispuesto la recopilación informativa y presentaciones periódicas al Consejo de Seguridad sobre la violencia sexual asociada a situaciones de conflicto, instando a los Estados a asumir mayores compromisos.

La Resolución 2106 del Consejo de Seguridad (2013), por su parte, complementa y amplía lo dispuesto en las resoluciones anteriores y llama la atención sobre la necesidad de hacer mayores esfuerzos para implementar los mandatos previamente decididos y combatir la impunidad de la violencia sexual.

La integración del enfoque de género en la práctica

En los últimos tiempos, diferentes organizaciones internacionales gubernamentales, no gubernamentales y donantes, han hecho denodados esfuerzos por desarrollar herramientas específicas para la integración del enfoque de género en el ciclo de programación de la acción humanitaria, mejorando la calidad y eficacia de la ayuda y considerando la especificidad de las necesidades de mujeres y hombres de todas las edades.

En esta línea, y además del trabajo de agencias especializadas del sistema de Naciones Unidas tales como el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) y más recientemente ONU Mujeres, se han ido desarrollando en el sistema humanitario diferentes herramientas de implementación de políticas específicas, planes, programas y proyectos, más allá de la existencia de programas específicos para abordar la violencia de género per se. Estas herramientas se constituyen como estándares deseables de implementación internacionalmente aceptados, ofreciendo un común denominador en las intervenciones específicas de prevención y respuesta a la violencia de género, y la integración del enfoque de género en los diferentes sectores de la acción humanitaria.

Precisamente, el Grupo de Trabajo de Género del Comité Permanente entre Organismos (IASC) se ha creado y trabaja desde 2006 para promover la integración del enfoque de género en la acción humanitaria y más concretamente, en la dinámica de los recientemente conformados clusters. El Gen-Cap se lanzó en 2007, en colaboración con el Consejo Noruego para los Refugiados, con el objetivo de facilitar y fortalecer las capacidades y liderazgo de los trabajadores/as humanitarios/as para promover la igualdad de género en el ciclo de programación, y asegurar que las necesidades de las mujeres, hombres, niñas y niños son tenidas en cuenta en la acción humanitaria en sus diferentes niveles de actuación.

Las Directrices aplicables a las Intervenciones contra la Violencia de Género en Situaciones Humanitarias (2005)3 , han venido a actuar como un marco de orientación en las intervenciones sectoriales, con el objeto de prevenir y responder a la violencia sexual durante las diferentes fases de una emergencia, especialmente las fases de respuesta temprana. Se ha procurado abordar así a nivel sectorial, las áreas de coordinación, evaluación y vigilancia, la protección, la organización de los recursos humanos, agua y saneamiento, seguridad alimentaria y nutrición, refugio y artículos no alimentarios, salud comunitaria, educación, y comunicación.

La vinculación entre la financiación internacional de la acción humanitaria y la integración del enfoque de género merece un abordaje preciso, puesto que los donantes pueden ejercer una influencia positiva en materia de promoción de la equidad de género a través de las asignaciones presupuestarias a diferentes programas y proyectos humanitarios implementados con organizaciones socias internacionales y locales.

De este modo, diferentes agencias donantes han incluido ciertas disposiciones sobre género a nivel de sus políticas, la planificación operativa, el ciclo de programación, la formación de su personal, y la elección y concertación de contratos con organizaciones socias.

Entre diferentes ejemplos, cabe mencionar el desarrollo de políticas sectoriales específicas, siendo la integración del enfoque de género una de ellas por parte de la Dirección General de Ayuda Humanitaria y Protección Civil de la Comisión Europea, DG-ECHO4. El nivel de política pública anteriormente mencionado, viene a complementarse con un conjunto de herramientas de aplicación operativa por parte de las organizaciones socias tales como el Marcador de Género y Edad5, en la gestión del ciclo del proyecto, para toda acción humanitaria que cuente con el financiamiento de la Comisión Europea a través de la DG-ECHO.

En el marco del Estado español, la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID) elaboró un Plan de Acción: Mujeres y Construcción de la Paz, de la cooperación española (2009) en el marco de la aplicación de la Resolución 1325 del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. Este Plan se ha planteado el objetivo de «promover la igualdad de género e impulsar la participación y empoderamiento de las mujeres en las actuaciones de construcción de la paz de la cooperación española para el desarrollo»6. Lo anterior, se ha establecido de conformidad a 4 (cuatro) líneas de actuación, y en todo el ciclo de programación:

  1. Aumento de la participación de las mujeres en todos los niveles institucionales y procesos que conducen a la construcción de la paz, gestión de crisis, operaciones humanitarias, negociación y toma de decisiones sobre la paz y rehabilitación post-bélica
  2. La introducción transversal del enfoque de género en los procesos de recolección de datos y sistemas de información, así como en la implementación de sus programas
  3. La formación para la construcción y mantenimiento de la paz desde una perspectiva de género
  4. La protección de las mujeres ante situaciones de violencia, especialmente en los conflictos armados y la rehabilitación post-bélica.

Finalmente, el IV Plan Director de la Cooperación Española (2013-2016) recoge y afirma el compromiso con la equidad de género en calidad de objetivo prioritario y también, como enfoque transversal.

No obstante lo anteriormente mencionado, la promoción de la igualdad de género implica un enfoque superador de la mera igualdad de oportunidades y ciertamente no puede reducirse a la erradicación de las diferentes formas de violencia.

Existen aún desafíos en torno a la composición de los equipos de trabajo humanitario tanto en las sedes como en el terreno, el fortalecimiento de las organizaciones de la sociedad civil local, el empoderamiento de las mujeres para la participación efectiva en los procesos de toma de decisiones, el fortalecimiento del Estado para la promoción y protección de los derechos de las mujeres, y en el diseño de acciones focalizadas de intervención social que reclaman una mirada amplia de los desafíos pendientes para una integración efectiva del enfoque de género en la acción humanitaria.


1.- Holmes, Rebecca; y Bhuvanendra Dharini. Preventing and responding to gender-based violence in humanitarian crisis. Humanitarian Practice Network (HPN), Londres, 2014.

2.- S/2012/732. Informe del Secretario General sobre la Mujer y la Paz y la Seguridad

3.- http://www.humanitarianinfo.org/iasc/documents/subsidi/tf_gender/GBV/GBV%20Guidelines%20Introduction.pdf

4.- European Commission SWD(2013) 290 final. Gender in Humanitarian Aid: Different Needs, Adapted Assistance, staff working document. http://ec.europa.eu/echo/policies/sectoral/gender_en.htm

5.- European Commission (2014) Gender and Age Marker Toolkit. Humanitarian Aid and Civil Protection http://ec.europa.eu/echo/files/policies/sectoral/gender_age_marker_toolkit.pdf

6.- Ministerio de Asuntos Exteriores y Cooperación, 2009. Plan de Acción: Mujeres y Construcción de la Paz de la Cooperación Española, pág. 14

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