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«¿Lección aprendida? Aprender de la crisis alimentaria de 2012 en el Sahel», Intermón Oxfam

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En 2012, la región del Sahel, en África Occidental y Central, fue nuevamente sacudida por una grave crisis alimentaria, que afectó a más de 18 millones de personas, causada por la sequía, las malas cosechas y la subida de los precios de los alimentos. A principios de 2012, cuando comenzó a extenderse la crisis, muchos gobiernos, donantes y organizaciones humanitarias decidieron no volver a cometer los mismos errores en la respuesta a crisis anteriores.

Este informe, que lleva por título «¿Lección aprendida? Aprender de la crisis alimentaria de 2012 en el Sahel para mejorar la resiliencia de cara al futuro» analiza el modo en el que todos estos actores respondieron a la crisis de 2012 e incluye las conclusiones que deben extraerse con el fin de mejorar futuras respuestas.

El análisis revela que, si bien la respuesta de 2012 fue mejor en muchos aspectos que las respuestas a las crisis pasadas, todavía hay deficiencias importantes que deben ser abordadas. Nos encontramos con obstáculos técnicos, financieros y políticos que dificultaron a los gobiernos su responder de forma efectiva a la crisis. Los mensajes divergentes sobre la gravedad probable de la crisis llevaron a la parálisis y a los retrasos innecesarios en la movilización de respuesta. Como consecuencia, millones de personas no reciben todavía la ayuda que necesitan.

El cambio puede y debe lograrse. 2013 ofrece una oportunidad única para un gran avance. La primera prioridad es la de reconocer que la crisis no ha terminado: a partir del 5 de abril, el llamamiento de la ONU para el año 2013 se financió en un 24%. La comunidad internacional seguirá fracasando a menos que tome medidas urgentes para suministrar ayuda rápida, suficiente y sostenida. En segundo lugar, cabe tener en cuenta el compromiso por mejorar en los planes de prevención y gestión de crisis en el futuro y aquí entra en juego el concepto de resiliencia.

Principales recomendaciones

El informe subraya la importancia de abordar tres retos estructurales clave que debilitaron la respuesta de 2012, tal y como lo hicieron las respuestas anteriores:

Desarrollar una comprensión compartida de la vulnerabilidad a la inseguridad alimentaria.

Romper las barreras entre los actores humanitarios y de desarrollo, para que los programas a largo plazo y de emergencia trabajen de manera conjunta y efectiva.

Invertir en el fortalecimiento de las capacidades de los actores nacionales y locales a fin de que los gobiernos puedan ofrecer apoyo sostenido a gran escala.

Estos pasos pueden ayudar a construir resiliencia en la región, si se combina con una mayor inversión en las políticas existentes que han demostrado tener éxito más apoyo a la agricultura a pequeña escala, reservas de alimentos locales y nacionales, programas de protección social y la ampliación de los esfuerzos para prevenir y tratar la desnutrición.

En última instancia, los gobiernos, los donantes y las organizaciones humanitarias deben hacer frente a las desigualdades existentes en el corazón de las crisis pasadas y presentes, que hacen a algunas personas más vulnerables frente que a otras.

Informe completo en versión original (lengua inglesa)

Resumen ejecutivo en español

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