Evo Morales y el Nuevo Siglo Americano
www.newamericancentury.org ), el citado Proyecto es definido por sus promotores como una organización no lucrativa que trabaja en el sector educativo y cuyo objetivo es promover el liderazgo americano global (en todo momento se refieren a EEUU como America y a los norteamericanos como Americans ). Este Proyecto es, además, una iniciativa del denominado Proyecto para una Nueva Ciudadanía ( New Citizenship Project ), que dirigen William Kristol y Gary Schmitt, personas ambas que han ocupado diversos puestos de responsabilidad en administraciones republicanas.
En la mencionada declaración se plantea una crítica a las políticas del, entonces, presidente Bill Clinton por incoherentes y por no haber podido concretar los principios rectores de la política exterior norteamericana. Además, se critica a los conservadores de la época por no haber podido fijar, en aquel momento, objetivos concretos de política exterior y, como expone la propia declaración, se les reprocha que “no han luchado por un presupuesto de defensa que mantenga la seguridad americana y el avance de los intereses americanos en el nuevo siglo”. Como alternativa, sus promotores plantean buscar apoyos para conseguir lo que denominan el nuevo liderazgo americano, y para ello, y para los firmantes, es fundamental volver a fomentar y no dejar en el olvido “los elementos esenciales del éxito de la administración Reagan: unas fuerzas armadas fuertes y preparadas para enfrentar los retos actuales y del futuro; una política exterior que promueva sólida y decididamente los principios americanos y un liderazgo nacional que acepte las responsabilidades globales de los Estados Unidos”.
Entienden, asimismo, que es necesario “enfrentar las amenazas antes de que se vuelvan serias” y definen un objetivo “pedagógico” fundamental: hacer llegar a los ciudadanos americanos las bases de dicha declaración y recordarles las consecuencias que tendría la aplicación práctica de los principios del Proyecto (incremento significativo del gasto en defensa; fortalecimiento de los lazos de EEUU con los aliados democráticos y desafío a los regímenes que son hostiles hacia los intereses y valores de EEUU; promoción en el exterior de la causa de la libertad económica y política; y, por último, aceptación de la responsabilidad del papel único de EEUU en la preservación y la expansión de un orden internacional amigable con la seguridad, la prosperidad y los principios norteamericanos).
Se puede concluir, por tanto, que con la declaración de principios del Proyecto para el Nuevo Siglo quedaban establecidas las bases de lo que Michael Ignatieff denomina, en una de sus obras, El Nuevo Imperio Americano .
En un terreno aparentemente ajeno a esta dinámica, el próximo 22 de enero tomará posesión de su cargo el nuevo presidente de Bolivia, Evo Morales, líder del partido Movimiento al Socialismo (MAS), nacido desde el denominado Instrumento Político por la Soberanía de los Pueblos (IPSP) como herramienta electoral y que surge de las movilizaciones de los pueblos originarios o indígenas bolivianos. Éste, por su parte, se reconoce parte del denominado Movimiento Continental Indígena, Negro y Popular que abarca a distintas instituciones de América Latina.
Esta elección ha suscitado un interés excepcional, sobre todo en España, entremezclado con notables incertidumbres sobre la futura orientación del nuevo presidente, aunque sí podemos atisbar el rumbo general a adoptar a través del plan de gobierno que el MAS plantea en su programa, resumido en diez puntos que brevemente expongo a continuación:
• El primero, llamado “Tierra y territorio”, expone “que el campesino vuelva a tener tierra para cultivar”, por lo que apunta a una reforma agraria y a una nueva distribución más equitativa de la propiedad de la tierra, sobre todo entre los pueblos indígenas que constituyen la mayoría de la población del país.
• El segundo, “Recuperación de nuestros recursos”, hace referencia especialmente a la explotación del gas y a la vuelta a manos del Estado del control de su gestión, que se encuentra ahora en manos de empresas transnacionales.
• El tercero, “Por un país productivo”, se centra en los efectos perniciosos que, para el MAS, han tenido las políticas de corte neoliberal aplicadas en Bolivia. Además, reflexiona sobre la importancia que el cultivo de la hoja de coca tiene para la cultura andina y señala la intención de fomentar dicho cultivo.
• En el cuarto, “Un Estado bajo control social”, critica de nuevo al neoliberalismo y a las empresas transnacionales y la influencia de éstas en las decisiones del gobierno boliviano.
• En el quinto, “Las armas son del pueblo”, define al Estado neoliberal como corrupto por definición y sostiene que las Fuerzas Armadas han de estar al servicio del pueblo.
• En los puntos sexto y séptimo del programa, “Educar para la libertad” y “Salud integral y total”, el MAS pone el énfasis en la necesidad de una educación y salud universal en Bolivia respetando las culturas y lengua indígenas.
• El octavo, “Cada persona es imprescindible”, se centra en la incorporación y el refuerzo de la voz de los jóvenes, mujeres y ancianos en la toma de decisiones políticas.
• El noveno, “La integración es la recuperación de nuestro mundo”, esboza la acción exterior encaminada, preferentemente a la integración de América Latina en un contexto de globalización.
• Por último, como colofón al programa, el MAS apoya la creación de una Asamblea Popular Constituyente, “formada por representantes de las organizaciones sociales que se reúnan con el mandato expreso de elaborar una Constitución del pueblo y para el pueblo de Bolivia”.
Tras este somero repaso, y sin entrar en valoraciones respecto al programa expuesto, resulta inmediato comprobar que muchas de las iniciativas del plan de gobierno del MAS se oponen rotundamente a alguno de los principios del Proyecto para el Nuevo Siglo Americano anteriormente expuesto. Ambas, en esencia, son bases ideológicas casi contrapuestas y de complicada conciliación.
Teniendo en cuenta que algunas de las personalidades firmantes de la declaración de principios del PNAC fueron Jeb Bush, Steve Forbes o Francis Fukuyama y, sobre todo, que el triunfo de George W. Bush a finales de 2000 ha permitido a estos personajes la oportunidad de pasar de la mera teoría a la práctica política, podemos hacernos una idea del peso de dicha declaración. Si además contamos con que el actual vicepresidente de EEUU, Dick Cheney, el Secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, o el actual Presidente del Grupo de Banco Mundial, Paul Wolfowitz, figuran también entre sus firmantes, podemos reparar en las complicaciones e inconvenientes que el MAS de Bolivia, o cualquier otra opción política en la región que no concuerde o se subordine a los postulados emanados de Washington, encontrará a la hora de llevar a cabo el grueso de su programa de gobierno. Igualmente podemos adivinar las dificultades que podrá encontrar a la hora de solicitar préstamos a las instituciones financieras multilaterales un país que, por su situación económica y social, verdaderamente necesitará de ellas.
Por si esto no fuera suficiente reto, la situación interna que se encontrará el nuevo mandatario boliviano no invita precisamente al optimismo a corto plazo. Bolivia se encuentra en el puesto 113 de un total de 177 países, en cuanto a desarrollo humano se refiere, en peor situación que países empobrecidos de su entorno regional tales como Nicaragua o El Salvador. También ocupa lugares muy alejados de la cabeza en cuanto a renta per capita se refiere, mientras que la pobreza angustia a un gran porcentaje de los bolivianos, con una tendencia al agravamiento en la última década. Las dos terceras partes de los casi nueve millones de habitantes vive por debajo del umbral de pobreza (la mitad de éstos viven en una situación de extrema pobreza o indigencia). Una cuarta parte de la población intenta sobrevivir con menos de un dólar al día y los índices de mortalidad y morbilidad general, de mortalidad infantil, así como los índices de desempleo y de analfabetismo están entre los más altos del planeta.
En el ámbito político, tras veinte años de democracia, la mayoría de los bolivianos no han visto la manera de salir de la situación precaria en la que viven, por lo que el hastío y la pérdida de confianza en las promesas de los partidos oficialistas, explican en gran medida la victoria del MAS. El periodista boliviano Ricardo Vasconcellos definía, en un artículo de finales de 2003, a la democracia de la Bolivia del presidente Sánchez de Lozada como una “democracia taciturna”, al timpo que la caracterizaba como “una entidad política en la que los ciudadanos comunes ejercen el derecho de elegir y ser elegidos bajo formas de manipulación mediática muy costosas, pero están excluidos de los beneficios sociales y económicos a los que sólo tienen acceso los grupos de poder”.
Esperemos, entonces, que Bolivia siga manteniendo la “enorme reserva de buena voluntad entre la comunidad internacional\» que John Creamer, vicedirector en el Departamento de Estado para Asuntos Andinos de EEUU, auguraba en 2004. Mas, aún esperemos que se conteste afirmativamente a la pregunta retórica con la que la secretaria de Estado norteamericana, Condoleezza Rice, resumió, recientemente, la postura de EEUU respecto del resultado electoral boliviano: \»Para nosotros la cuestión es: ¿gobernará democráticamente el nuevo gobierno boliviano?\».
Por todo esto y, teniendo en cuenta los precedentes históricos en América Latina, no podemos sino desear suerte, sobre todo, al pueblo boliviano y también al nuevo presidente en la difícil empresa de llevar al país por la senda del desarrollo humano.