Mujeres iraquíes al límite de la resistencia
Los medios de comunicación empiezan a anunciar la inminente liberación de Mosul; último bastión en el país del Estado Islámico de Iraq y de Levante (en adelante ISIL). La liberación de la ciudad coincidirá con el decimocuarto aniversario de la invasión de Iraq (2003-2011), tristemente apoyada por España e inmortalizada en la foto del “trío de las Azores”.
Aun cuando parece más que probable que 2017 sea efectivamente el año de la liberación, los retos a los que se enfrenta y enfrentará Iraq son de tal envergadura que presagian un camino arduo, lento y en el peor de los casos parecido al de Afganistán (al menos las similitudes hasta ahora son reseñables).
La operación en Mosul tiene el potencial de convertirse en la mayor actuación humanitaria del mundo en 2017
Del informe 2017 elaborado por el Equipo Humanitario País de las Naciones Unidas caben resaltar entre otros datos:
n De una población total de 36 millones de habitantes, 15 millones viven en áreas afectadas por el conflicto y 11 millones necesitan asistencia humanitaria.
n 4.2 millones de personas están desplazadas internamente, de las cuales 3 millones viven en comunidades de acogida, 1.9 millones son personas retornadas y 1.4 millones viven en áreas de conflicto. Además Iraq acoge a unas 230.000 personas refugiadas (la mayoría provenientes de Siria y refugiadas en el área del Kurdistán).
La situación sanitaria en Iraq se ha ido deteriorando hasta unos niveles sin precedentes: destrucción de hospitales y otras instalaciones médicas e infraestructuras (como carreteras y alcantarillado), falta de recursos humanos – que han huido convirtiéndose en desplazadas y refugiadas – las campañas de vacunación se han interrumpido ante la imposibilidad de mantener la cadena de frío, deterioro de los sistemas nacionales y locales de vigilancia epidemiológica por falta de fondos, los servicios de traumatología están desbordados y colapsados, en muchos lugares no existen servicios de referencia, ni sistemas de transporte para las personas que lo necesitan…
Todo ello ha provocado que 9.7 millones de personas tengan necesidades sanitarias básicas sin cubrir, de las cuales 7.7 millones viven en áreas de difícil acceso. El Equipo Humanitario País prevé que, a lo largo de este año, esta población necesitará servicios sanitarios básicos, incluyendo tratamientos médicos de urgencia.
Si desagregamos la información por género y edad nos encontramos que de esos 9.7 millones de personas, el 48% son mujeres y el 45% menores de 18 años.
Como en la mayoría de conflictos armados, mujeres y niñas se enfrentan a enormes desafíos en el ámbito sanitario como las consecuencias de la violencia sexual y de género o la ausencia y/o precariedad de servicios de salud sexual y reproductiva.
La muerte relacionada con el embarazo es la segunda causa de mortalidad para las mujeres en cualquier contexto, el 60% ocurre en situaciones humanitarias
En Iraq además confluyen una serie de elementos que complejizan la situación, como la existencia de crímenes de honor, lo que hace que las supervivientes de violencia sexual ni denuncien, ni busquen asistencia médica. Por otro lado, la necesidad de contar con autorización masculina para acudir a los servicios de salud primaria (72.4% de mujeres en áreas rurales y 64.1% de mujeres en áreas urbanas)[1] añade a los problemas de movilidad otro obstáculo más en la búsqueda de asistencia médica.
La destrucción del tejido productivo y por tanto de la economía ha dejado a las mujeres en una situación de gran vulnerabilidad y dependencia de familiares y/o conocidos varones, a lo que cabe añadir la enorme cantidad de familias encabezadas por mujeres y/o niñas a causa del conflicto (10% según estimaciones de la OIM) y la existencia de familias polígamas (en torno al 12.3%[2]), donde no todas las mujeres y niñas tienen el mismo status.
Aunque el matrimonio infantil está prohibido por ley, en la práctica está socialmente aceptado y es utilizado como una estrategia de ”protección” frente al peligro de sufrir violencia sexual.
Numerosas mujeres y niñas han sido capturadas por el ISIL y convertidas en esclavas sexuales. Se tiene conocimiento de mercados en Mosul, en los que se venden a estas mujeres y niñas, iraquíes, yazidíes y refugiadas sirias. Los niños y niñas nacidos fuera del matrimonio o de matrimonios no reconocidos por el estado de Iraq no obtienen certificado de nacimiento, ni nacionalidad, por lo que no tienen acceso a servicios sociales básicos, incluida la sanidad.
A todo esto cabría añadir el primer genocidio del s.XXI, el del pueblo yazidí en el norte de Iraq, (en la ciudad de Sinjar) a manos de ISIL. Naciones Unidas ha reconocido que al menos 5.000 varones y niños fueron asesinados y 7.000 mujeres y niñas secuestradas; de las cuales se calcula que al menos 3.000 continúan en manos del ISIL. Las mujeres y niñas secuestradas son utilizadas como esclavas sexuales y se espera que cuando se libere Mosul muchas de ellas, las que no hayan sido víctimas de trata en Siria y otros países vecinos, sean liberadas. Enfrentarán entonces el estigma de ser relacionadas con el ISIL y muchas de ellas de haberse convertido en “madres adúlteras” con hijos/as sin derechos.
La resistencia de mujeres y niñas en Iraq está al límite. Es necesaria una respuesta humanitaria integral y adaptada, que bajo la guía de un buen análisis contextual y de género responda a estas necesidades bajo los principios de no-discriminación y humanidad para garantizar el acceso a la salud.
Para empezar, las organizaciones deben tener presente que los servicios sanitarios son con frecuencia el primer y único punto de contacto de las supervivientes de violencia de género (en adelante VdG) con “proveedores de servicios”, por ello la confidencialidad será uno de los aspectos más importantes para garantizar la seguridad y el acceso de las mujeres y las niñas a dichos servicios. Deben aplicarse los estándares más altos de confidencialidad y custodia segura de los datos.
El personal sanitario debe garantizar un trato respetuoso, confidencial, sensible y no discriminatorio. Se necesitará formación especializada para tratar con supervivientes menores de edad y otros/as con necesidades especiales (supervivientes con diversidad funcional, supervivientes varones).
Los objetivos prioritarios, al tratar con supervivientes de violencia sexual y de género, deben ser garantizar su cuidado inmediato e iniciar el proceso de recuperación mediante servicios de apoyo psico-social (preferiblemente de base comunitaria).
Algunos elementos indispensables a tener en cuenta incluirían:
ü Disponibilidad de servicios para supervivientes de VdG 24 horas al día, 7 días a la semana.
ü Tratamiento clínico de la violación y de otras formas de VdG: mutilación genital femenina, daños durante el embarazo debidos a violencia machista, efectos para la salud del matrimonio infantil y/o violación de niños y niñas.
ü Integrar los servicios para supervivientes de VdG en los servicios de atención primaria (para evitar la estigmatización y otros problemas como los mencionados crímenes de honor).
ü Cuando sea posible habilitar líneas telefónicas gratuitas para atender a las supervivientes e informarles de los servicios disponibles.
ü Asegurar servicios de referencia.
ü Asegurar la diversidad del equipo sanitario: tanto en cuanto a género, como en términos étnicos, sociales y lingüísticos (puede ser necesaria la presencia de personal con conocimientos de lengua de signos).
ü La información sobre los servicios disponibles debe estar disponible en todas las lenguas locales, en braille y a través de conceptos visuales para población analfabeta.
ü Proveer formación especializada al personal sanitario y no-sanitario presente en el proyecto (personal administrativo, de limpieza, etc.) sobre violencia sexual y de género, sobre derechos de las mujeres, sobre el derecho a la salud, etc.
Además hay que garantizar los servicios de salud sexual y reproductiva, reducir la transmisión de VIH y prevenir la morbi-mortalidad materna y neo-natal.
Las mujeres son la mitad de la población seropositiva del mundo y se estima que el 60% de las nuevas infecciones de VIH. Las mujeres corren mayores riesgos de infección debido a factores de riesgo biológicos y sociales; en contextos de conflictos armados se las expone deliberadamente al virus mediante violencia sexual.
Los retos humanitarios en Iraq son inmensos, las necesidades de mujeres y niñas inconmensurables, pero las crisis también abren una brecha de oportunidad para revisar la situación jurídico, político, social y económica de las mujeres, para la efectiva realización de sus derechos, y en este caso particularmente el derecho a la salud, para que dependa menos de la resiliencia de cada una y más de las políticas públicas y servicios sociales.
Esperemos que el arduo e inminente proceso de reconstrucción y reconciliación nacional al que se enfrenta Iraq sepa recoger las lecciones aprendidas de otros contextos e incorpore de manera decidida la participación activa de las mujeres como axioma indispensable para un futuro más justo, estable y equitativo.
Mientras tanto, las organizaciones humanitarias siguen teniendo un inmenso trabajo por delante y la responsabilidad de garantizar el acceso de las mujeres y las niñas a servicios sanitarios culturalmente adaptados, sensibles, gratuitos, confidenciales y no discriminatorios.
[1] Gender in brief: Iraq. Care and OXFAM, 2015 http://gender.care2share.wikispaces.net/file/view/Iraq+Gender+in+Brief+2015.pdf
[2] Republic of Iraq (2008) Family Health Survey 2006/2007