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Los costes de la guerra en Vietnam

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En 1975, tras 10 años de conflicto, EE UU perdió su primera guerra. Hoy, 35 años más tarde, en Vietnam sigue estando muy presentes las huellas de aquel conflicto. Entre las más mortales cabe destacar la permanencia de unas 300.000-600.000 toneladas de explosivos sin detonar en todo el país (unas 40.000 personas han fallecido hasta ahora como consecuencia de explosiones descontroladas de estos artefactos) y la dioxina (componente tóxico que contenía el herbicida denominado Agente Naranja, utilizado por los EE UU de 1961 a 1971), que ha causado unos 3 millones de víctimas, según su propio Gobierno. A pesar del tiempo transcurrido, no solo quedan dioxinas en el cuerpo de los vietnamitas y excombatientes estadounidenses, sino también están en el agua, el suelo y la cadena alimentaria de las denominadas zonas calientes.

Hasta tres generaciones de vietnamitas padecen enfermedades cancerígenas y graves malformaciones genéticas derivadas de aquella guerra, sin que las limitadas ayudas de su propio gobierno hayan podido aliviar suficientemente la situación. Por su parte, el Gobierno estadounidense sí ha compensado económicamente a sus soldados afectados por la dioxina, tras un acuerdo extrajudicial al que llegó en 1984 con las empresas químicas que habían fabricado el herbicida a petición suya. A pesar de ese acuerdo compensatorio, jamás se reconoció la relación entre el Agente Naranja y las enfermedades de los soldados y, mucho menos, de los vietnamitas.

¿Dónde queda la responsabilidad legal de EE UU con respecto al pueblo vietnamita?

En contra de la Convención de Ginebra de 1949, que establece la protección de las personas civiles en tiempo de guerra, en la denominada operación Ranch Hang, que duró 10 años, se roció el 17% del país con herbicidas altamente nocivos para el ser humano. Se pretendía así, arrasar con la jungla que servía de escondite para los vietnamitas del norte. Washintong sostuvo en su día que no supo que el herbicida era tóxico hasta 1971, cuando la operación ya había terminado. En resumen, jamás se le acusó de incumplir la legislación internacional sobre la guerra.

En todo caso organizaciones como la Asociación Nacional de Víctimas Vietnamitas sigue aspirando a que se haga justicia. En 2005 se desestimó la demanda que interpuso al Gobierno de EE UU y a las empresas fabricantes del herbicida. En aquella ocasión el juez Jack Weistein, de Nueva York, dictaminó que no había bases legales que justificaran las demandas de las 4 millones de víctimas del Agente Naranja. A pesar de ello, entre 2007 y 2009 Washintong se comprometió, por primera vez, a donar 6 millones de dólares para limpiar la base aérea de Da Nang, contaminada por la dioxina; lo que lleva al Gobierno vietnamita a considerar que, en cierta medida, EE UU asume parcialmente el problema del Agente Naranja.

¿Qué sucederá dentro de 35 años en Iraq y Afganistán?
En Iraq siguen diseminados gran número de explosivos a consecuencia de las sucesivas guerras registradas desde 1991. Tan solo en Bagdad hay 331 zonas contaminadas por las bombas racimo. Se trata de artefactos muy peligrosos para la población civil, porque cada una de ellas contiene pequeñas submuniciones que se esparcen sin control sobre un área amplia. Si al caer no llegan a explotar, como sucede en muchos casos, se convierten en un peligro prolongado para la población.

En diciembre de 2008 se firmó un Tratado Internacional, en Oslo, por el cual se prohibía la fabricación, uso, almacenamiento y tráfico de este tipo de bombas. El Tratado va más allá, obligando a los Estados que las utilizaron en el pasado, a brindar apoyo para limpiar las tierras contaminadas de los países afectados.

Interesa reseñar que no ratificaron el acuerdo EE UU, China, India, Rusia y Paquistán, algunos de los países almacenadores de estas arma. Por lo que respecta a Estados Unidos, el Gobierno de George W. Bush (2001-2009) se opuso activamente a la convención internacional con el argumento de que las bombas racimo cumplen una función militar interesante. Posteriormente, en febrero de 2009, menos de un mes después de que Obama asumiera la presidencia, el Congreso presentó un proyecto de ley de protección de la población civil contra las bombas racimo. Un año más tarde, la iniciativa sigue todavía en comisión y falta por aclarar la postura actual de EE UU al respecto.

A la luz de estos hechos, cabe preguntarse si se ha aprendido algo desde la guerra de Vietnam hasta nuestros días. Ojalá así fuera, aunque cuesta creerlo.

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