La acción humanitaria española en 2022-2023: trabajo en progreso
El conocido dicho popular chino que afirma que “el leve aleteo de las alas de una mariposa se puede sentir al otro lado del planeta” ha quedado más que de manifiesto en el ámbito humanitario en 2022. A día de hoy, nadie pone en duda que los riesgos a los que nos enfrentamos están interrelacionados y que la globalización ha llevado a que muchas poblaciones sufran de manera desproporcionada los efectos de las crisis. La invasión de Ucrania por parte de Rusia, y sus consecuencias en materia de seguridad alimentaria, o los efectos del cambio climático patentes ya a nivel mundial en numerosas manifestaciones, son claros ejemplos de ello.
Ante un panorama en el que cada vez hay más poblaciones en situación de necesidad humanitaria, en un contexto internacional en el que los incrementos de financiación no logran cubrir las necesidades más básicas de millones de personas en múltiples crisis y unos niveles de conflictividad que, debido a la guerra en Ucrania, el incremento de la violencia en Gaza han multiplicado el número de víctimas, la acción humanitaria no logra responder adecuadamente. Desde una Europa que se pensaba como espacio seguro, la existencia de múltiples conflictos en el mundo y sus importantes consecuencias en materia migratoria, están poniendo a prueba los mecanismos existentes que se han mostrado insuficientes a la vez que parciales.
Ante estos múltiples retos, la acción humanitaria española en 2022 ha demostrado cierto nivel de compromiso cristalizado en avances en materia legislativa y un destacable incremento de fondos, en parte derivados de la financiación destinada a las consecuencias de la invasión de Ucrania, lo cual nos hace reflexionar sobre cuál habría sido el incremento en caso de que esta agresión no se hubiera producido. ¿Habríamos incrementado nuestros fondos de la misma manera enfocándolos en otras crisis igualmente devastadoras?