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Haití: el presidente Martelly en España

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(Para Radio Nederland)

Un año y medio después del terremoto que asolara Haití el 12 de enero de 2010, las cosas no han evolucionado mucho en el país y, por tanto, no hay mucho que celebrar en la conmemoración.

La situación política, dentro de la extrema fragilidad y falta de apoyo parlamentario del presidente Michel Martelly, parece ir normalizándose pero, sin embargo, las tareas de reconstrucción apenas han avanzado, y centenares de miles de personas siguen viviendo en campos de desplazados y muchas más en condiciones indignas. Y la comunidad internacional sigue sin desembolsar muchos de los fondos prometidos, o lo hace mediante mecanismos que no están dando los resultados esperados.

Por ello, más allá del efímero impacto mediático que tuvo la situación del país caribeño las semanas posteriores al terremoto y de la aparente solidaridad internacional, Haití representa las múltiples carencias de una comunidad internacional incapaz, tan siquiera, de responder a desastres ni de mejorar las condiciones de vida de millones de personas afectadas por ellos. Mucho menos, de contribuir a la estabilización, fortalecimiento y desarrollo de los llamados Estados frágiles.

Una visita representativa

Tras las lógicas visitas del presidente haitiano a República Dominicana y Estados Unidos, Martelly tenía previsto visitar diversos países europeos, pero los problemas para la aprobación de su candidato a primer ministro –en este caso el ex ministro de justicia Bernard Gousse- por parte del parlamento, hicieron que se acortara la gira y, finalmente, tan solo visitó España durante dos días.

De alguna forma, el presidente haitiano quiso mostrar su agradecimiento a un país que, ya antes del terremoto, era el tercer donante de cooperación para el desarrollo en Haití, y que tras el seísmo ha seguido estando a la cabeza en las tareas humanitarias y de rehabilitación, siendo uno de los pocos que ha ido cumpliendo sus compromisos y planteando ciertas inversiones de futuro. Por ello, la visita tuvo un fuerte carácter protocolario con recepciones con el presidente Rodríguez Zapatero, el rey Juan Carlos y el líder de la oposición Mariano Rajoy, así como con representantes de la sociedad civil, ONG, etcétera.

Pero junto a esto, y de modo más sorprendente, la visita ha querido tener una dimensión económica y generadora de inversiones en sectores en los que España puede tener cosas que aportar y experiencia que pueda ser útil en Haití. Así, en las muchas intervenciones públicas de Martelly, se ha destacado su interés por el sector turístico o por la inversión en los sectores relacionados con las infraestructuras de electricidad, agua, saneamiento, construcción, y otros servicios básicos. Ámbitos todos ellos en los que las empresas españolas tienen intereses en su internacionalización y experiencia, aunque su trayectoria en otros países de América Latina no haya estado exenta de polémicas.

De «Sweet Micky» a Michel Joseph Martelly

Pero, tal vez, una de las sorpresas de la visita del flamante presidente haya sido el evidente cambio en su imagen, su entrenamiento en los modos convencionales de comportamiento en la esfera política, y la obsesión de sus colaboradores por superar la imagen de frívolo cantante de kompa y vividor que le ha acompañado durante su breve carrera política.

Sus declaraciones han sido muy medidas, e incluso cuando se le ha preguntado por el regreso al país de los ex mandatarios Jean Bertrand Aristide o Jean-Claude Duvalier, ha mostrado prudencia y un aparente distanciamiento y respeto por los trámites procesales o las responsabilidades judiciales de sus predecesores. En ocasiones, esa actitud parecía algo forzada y muy ensayada y dirigida por los asesores pero, ¿qué político no recurre a ellos para pulir sus posibles defectos de comunicación e imagen?

Y en esta metamorfosis ha resultado casi cómico el interés por hacerse llamar por su nombre completo Michel Joseph, o por borrar prácticamente de su biografía referencias a su pasado como dueño de locales de mala reputación, o con relaciones estrechas con los responsables militares de la dictadura en los años ochenta. Algo más duro fue en sus referencias a la corrupción o a la mala gestión de las labores de ayuda, queriendo distanciarse de la gestión del ex presidente Préval.

Sin embargo, más allá del maquillaje personal y político y del aprendizaje en los modos y formas del actuar público, parece claro el intento de ganar apoyo internacional en unos momentos en que los apoyos políticos internos, reflejados en las dificultades que está teniendo para la aprobación de su candidato a primero ministro por parte del parlamento, son escasos, y que su debilidad es grande. Martelly tomó posesión el 14 de mayo pasado pero, de hecho, su gobierno no ha comenzado su trabajo real y la ausencia de primer ministro amenaza con ralentizarlo aún más. La semana que comienza será decisiva para mostrar sus habilidades de negociación con el resto de partidos. Y para eso, mucho nos tememos, no basta con el protocolo y el maquillaje que funcionan en el exterior.

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