Errores de Sharon
(Para Radio Nederland)
La situación que acontece en Oriente Próximo es, indudablemente, compleja e irá empeorando si las partes involucradas no afrontan, de manera inmediata y diplomática, los graves asuntos que quedan por resolver para conseguir la paz. Los últimos acontecimientos en la región– las primeras imágenes y comentarios sobre la destrucción en el campo de refugiados de Yenín y el fracaso del viaje del secretario del Estado de EEUU, Colin Powell, a la zona-, unidos a la critica cada vez más firme de la sociedad europea y de los Estados comunitarios contra el primer ministro israelí, Ariel Sharon, y su administración, y, por contra, el inequívoco apoyo estadounidense, tanto estatal como del pueblo norteamericano, a Israel, han conducido el conflicto a un punto decisivo.
Las consecuencias de la ofensiva militar, lanzada hace ya más de veinte días por el Ejército israelí contra territorios palestinos en Cisjordania, se están empezando a conocer. “Guiados” por soldados israelíes, varios periodistas han logrado entrar en dos ocasiones en el campo de refugiados de Yenín. Aún no se ha podido establecer un balance oficial del número de muertos, heridos y desaparecidos, ni del volumen de daños estructurales en el campo, pero se estima que entre 40 (según el Ejército israelí) y 500 (según fuentes palestinas) ciudadanos palestinos, incluyendo civiles– entre ellos, mujeres y niños– murieron durante los ataques.
En Yenín se ha confirmado únicamente la muerte de 16 palestinos, aunque parece ser que hay muchos que siguen bajo de los escombros de sus casas y edificios, destrozados por los excavadoras y tanques israelíes. Miembros de organizaciones humanitarias y periodistas afirman que la zona se ha quedado como si el campo hubiera sufrido un terremoto y no un ataque militar. Algunos creen que las fuerzas israelíes se han llevado a los cadáveres de los palestinos en camiones frigoríficos a zonas dentro de Israel, tal como hizo el ejército yugoslavo con cientos de albaneses durante el conflicto en Kosovo, para ocultar la magnitud de la masacre cometida en el campo. Otros afirman que hay palestinos atrapados con vida bajo los escombros, por lo que organizaciones de derechos humanos como Amnistía Internacional insta (sin éxito) al gobierno de Sharon a que inicie una misión de rescate, mientras los soldados israelíes afirman que es peligroso acercarse a los cuerpos de los palestinos porque entienden que pueden llevar trampas explosivas sobre sus cuerpos. Ésta es la justificación oficial que dan para no recoger los cuerpos de los muertos en Yenín.
Sharon ordenó la ocupación de Yenín, donde vivían entre 13.000 y 16.000 refugiados palestinos, con la finalidad oficial de desarticular la “infraestructura de terror”. Sin embargo, su propósito no oficial, un secreto a voces, era destrozar las esperanzas palestinas de un Estado. El primer ministro israelí, responsable de las masacres de Sabra y Chatila en 1982, se ha equivocado una vez más. Le prometió al pueblo israelí seguridad y para conseguirla su política se basa en tomar fuertes medidas militares contra la sociedad palestina, asesinar a sus líderes, atacar a los pueblos de donde salen los “hombres/mujeres bomba” e invadir y ocupar sus territorios. En lugar de crear seguridad para su Estado, sus políticas crean odio, puro y real, que se trasmuta posteriormente en más violencia.
La meta de todas las partes involucradas en este conflicto debe ser la paz y la seguridad de todos los habitantes de la región, tanto en Israel como en los Territorios Palestinos y el Líbano. El primer ministro israelí promete a su pueblo y afirma al mundo que solamente actúa para conseguir este fin: erradicar la estructura de terror para eliminar los ataques contra el pueblo israelí.
Sin embargo, esta táctica para alcanzar la seguridad para sus ciudadanos es contraproducente y demuestra una falta de comprensión de las motivaciones que impulsan a los palestinos. Inevitablemente, la consecuencia de las iniciativas militares de Sharon, efectuadas durante la ocupación y las agresiones más recientes contra el pueblo palestino, será una mayor inseguridad para todos en la región.
Con su estrategia Sharon ha confirmado que habrá más ataques suicidas en suelo israelí. Al hilo de esta lógica, EEUU– visto como el cómplice de Israel por su falta de intervención y por su apoyo aparentemente incondicional al Estado judío– puede contar con más atrocidades como las del 11 de septiembre, si no cambia su política hacia la región.
Cuando se haga la luz sobre lo acaecido en Yenín, los palestinos encontrarán aún más motivos para seguir con su lucha. Tendrán, otro “Sabra y Chatila”, un nuevo mito, más héroes y mártires, y más jóvenes dispuestos a morir para luchar contra su opresor.
Hay que llegar al por qué del levantamiento palestino. ¿Por qué se sienten tan desesperados como para llevar a cabo actos suicidas? Sin lugar a dudas, la retirada de los Territorios Palestinos, dentro de las fronteras de 1967 es imprescindible para poder llegar a algún punto de encuentro que permita plantear una negociación entre las partes con el fin de poner en la práctica los acuerdos ya establecidos y de cerrar los temas pendientes. Sin esta retirada y el cese de la actual operación ofensiva– algo que también Colin Powell ve como condición necesaria para poder llegar a un alto el fuego– y sin la denuncia contundente del líder palestino, Yasir Arafat, de los actos violentos contra los israelíes, sólo podemos contar con una mayor violencia en la zona.