El árido Sahel es el escondite perfecto
(Para Público)
»En nombre de Alá», el que hace Misericordia, condúcenos por el buen camino», rezan los primeros versos del Corán. Los musulmanes del Sahel maliense intentan defender a capa y espada el su propio buen camino, ofendidos al ver el progresivo desembarco del extremismo islamista que busca echar raíces en el norte y captar adeptos entre los locales. «Nosotros practicamos un islam moderado, alejado de las vías de la violencia y del terrorismo islamista, no tenemos nada que ver con ellos», asegura Al Haji Mohamed Abuba Cissé, Presidente de la Coordinación Islámica Regional de la Región de Gao.
La invasión de grupos fundamentalistas como los wahabíes o los de Jamaat al Tablighi en los 90, ambos salafistas y relacionados con actividades terroristas, choca en una sociedad en la que, históricamente, el Islam y la creencia religiosa no se han mezclado con objetivos políticos. «En el Sahel somos de la rama suní de los Maleki, la tradición sufista que más influencia tiene en la zona y que se diferencia de otras corrientes del Islam por ser más tolerante y contraria a la violencia», explica Mohamed Abuba, de la hermandad islámica sufista Tijaniyya, la más extendida en Mauritania, Níger y Chad.
Cuatro millones de km2
Sin apenas hacer ruido y mientras el mundo miraba a Irak y Afganistán, el terrorismo islámico practicado por los extremistas del Magreb se ha movido hacia el sur, refugiándose en el Sahel, «el paraíso del escondite, un territorio de cuatro millones de kilómetros cuadrados que cruza el continente africano de este a oeste y que reúne las condiciones idóneas para el refugio y actividad ilícita de bandidos, criminales y terroristas», en palabras de un alto mando militar maliense que prefiere mantener el anonimato. El Sahel atraviesa una decena de países, algunos de ellos con conflictos violentos o con gobiernos débiles sin control sobre su territorio.
La amenaza terrorista más cercana a España está presente en las regiones malienses de Tombuctú, Kidal y Gao, donde se esconden miembros del Grupo Salafista para la Predicación y el Combate (GSPC), reconvertido en Al Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI). El grupo tiene una agenda regional, pero ha adoptado la doctrina panislámica de Al Qaeda y actúa bajo las consignas de su número dos, Ayman al Zawahiri, cuyo principal objetivo es «la recuperación de Al Ándalus () para desembarazar al Magreb islámico de los hijos de Francia y de España», según dijo en 2007.
AQMI, relacionado con los atentados del 11-S en Estados Unidos y el 11-M en España, de acuerdo con los servicios secretos de varios países, se financia en parte a través las actividades de toda la vida del desierto del Sahel, como el contrabando del tabaco o de la sal, al que se dedicaban algunos de sus destacados miembros. Trapicheos que han dado paso a tráficos mayores y más rentables, como el de armas, personas o el pujante narcotráfico, con la incautación de cantidades cada vez mayores de cocaína procedentes de Latinoamérica con destino a Europa.
Sus responsables se han integrado entre la población local, casándose con mujeres tuareg, como es el caso del matrimonio de Mokhtar Ben Mokhtar con una bereber del norte de Tombuctú. Interactúan y colaboran con algunos miembros de tribus tuareg tamashek, kounta, chamanama de Gao o los árabes de Bourem, criminales que no son extremistas ni terroristas sino simples bandidos oportunistas que aceptan el dinero fresco de los salafistas sin ningún escrúpulo.
Secuestro de extranjeros
En este caso, los secuestros de extranjeros, uno o dos al año, son una de las actividades favoritas de AQMI y sus amigos del desierto para obtener el cobro de grandes rescates que servirán para cometer atentados futuros y de paso alimentar a la población nómada en una de las regiones más pobres del planeta.
Se sospecha que AQMI ha instalado bases de entrenamiento cerca de la frontera mauritana, aunque hay poca información al respecto. Expertos como Jesús Núñez Villaverde, codirector del Instituto de Estudios sobre Conflictos y Acción Humanitaria, temen que se exagere la amenaza del terrorismo porque «algunos países, como Estados Unidos, están interesados en manipular el grado de amenaza en la región, como parte de una campaña de marketing estratégico» para tener presencia militar y explotar los prometedores recursos de petróleo de la zona. EEUU prevé aumentar un 15% las importaciones de crudo del Sahel para que lleguen el 25-35% en 2025.
«En el futuro habrá más presencia de EEUU en el Sahel, y eso atraerá más terroristas al convertirlo en un nuevo frente contra el terror», afirma el militar maliense. AQMI y los Tablighi, relacionados con actividades terroristas en España, son una amenaza que alerta y preocupa no sólo en nuestro país, sino en todos los de la ribera del Mediterráneo.