Día Mundial de las Personas Refugiadas: un drama cotidiano
Para Blog Elcano


¿Qué ha sido de los rohinyás? ¿Cuándo podrán volver a casa los millones de ucranianos que actualmente residen en precario en varios países europeos, tratando de poner a salvo sus vidas ante la invasión rusa? ¿Cuál es la situación de los millones de sirios que malviven en la diáspora en un intento desesperado por escapar a la sistemática violencia de su propio régimen? ¿Qué expectativas de vida pueden tener los palestinos refugiados a duras penas fuera de sus lugares de origen? ¿Cuántas personas se juegan la vida cada día en el Mediterráneo, el Sahara o la selva de Darién? ¿Cuántos venezolanos, yemeníes, sudaneses, congoleños, birmanos y afganos más se añadirán a los que ya lo dejaron todo atrás para ponerse a salvo y para volver a soñar con una vida digna? Éstas y tantas otras preguntas siguen sin respuesta clara ante un drama que, según las cifras que acaba de actualizar el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), ya afectaba a finales de abril de este año a 120 millones de personas en todo el planeta.
Abruma pensar en el drama humano que sufre cada uno de los 43,4 millones de personas refugiadas (incluyendo los seis millones bajo mandato de la Agencia de Naciones Unidas para los refugiados de Palestina, UNRWA), a los que se suman otros 6,9 millones de solicitantes de asilo y 68,3 millones de desplazados forzosamente, contabilizados por ACNUR a finales del pasado año. Unas cifras que suponen un nuevo y triste récord histórico en una secuencia imparable de los últimos 12 años. Son las mismas cifras, con el añadido de las personas migrantes que por razones principalmente socioeconómicas deciden buscar un futuro mejor en otros territorios, que les sirven a los movimientos ultranacionalistas de claro tinte xenófobo que proliferan en los países de la Unión Europea (UE) para hablar de una “invasión” y del “gran reemplazo”, cuando la realidad muestra que son los países de renta baja y media son los que acogen al 75% de todas las personas desplazadas y cuando el 69% de todas ellas se localizan en los países vecinos al de su origen. Movimientos que, en cualquier caso, propugnan sin disimulo la expulsión de quienes ya están en territorio comunitario y el cierre manu militari de las fronteras exteriores, como si la desesperación se pudiera frenar con más despliegues policiales y militares y con vallas y muros más altos.