VI Cumbre de las Américas: ¿hacia cumbres borrascosas?
(Para Radio Nederland)
Las semanas previas a la VI Cumbre de la Américas que se celebrará en Cartagena de Indias (Colombia) los próximos días 14 y 15 de abril están sirviendo para que los diversos líderes del continente muestren sus cartas, y para que las diversas visiones de lo que debería ser el papel de la OEA (Organización de Estados Americanos) se pongan de manifiesto.
Algunos de los temas que reaparecen ahora –con el asunto de Cuba y su exclusión en primer lugar- son un déjà vu en la agenda americana y ponen de manifiesto el que, tan paralizante para el continente es el inmovilismo de Cuba como la cerrazón y el empecinamiento de los Estados Unidos respecto del bloqueo a la isla. Las florituras diplomáticas de Colombia, organizador de la Cumbre e interesada en que ésta sea un éxito, tienen un límite y al día de hoy los riesgos de que la reunión se plasme con un fracaso subsisten.
Un sistema interamericano en entredicho
Desde que en 1962, mediante la resolución sexta de Punta del Este, Cuba fuera excluida del sistema interamericano y de la OEA ha llovido mucho y el mundo ya no es el mismo. Y sin embargo, algunos parecen no haberse enterado. Las recientes declaraciones tanto del ministro cubano de Exteriores Bruno Rodriguez afirmando que la exclusión es «inaceptable», como las de Willian Ostick, portavoz del Departamento de Estado para América Latina, planteando que «la Cuba de hoy de ninguna manera cumple con el umbral de participación, ya que se requieren mejoras significativas en las libertades políticas y la democracia cubanas «, nos retrotraen a otros tiempos y parecen desconocer que desde el año 1962 otras Cumbres de la Américas han avanzado planteamientos. En el año 2009 en la Cumbre de San Pedro Sula se replanteó el asunto y se repudió unánimemente el embargo a Cuba, considerando además que era anacrónico en un mundo en el que las causas esgrimidas en el año 1962 no tenían sentido. Pertenecer al «eje chino soviético» no parece significar nada en el mundo actual. En este tiempo la OEA ha codificado la necesidad de gobernabilidad democrática en la llamada Carta Democrática Interamericana y desde los años noventa ha condenado todos los golpes de estado en la región sin importar su signo. Como han señalado algunos analistas, la OEA de hoy aunque no ha cambiado mucho sí es algo diferente a la que en 1962 con la complicidad de personajes como Somoza o Duvalier, expulsó a Cuba de sus estructuras.
Por otra parte, otros cambios en el escenario mundial y en la región, con temas como el narcotráfico y la delincuencia organizada agravándose, harían recomendable un verdadero planteamiento regional y en ellos el papel de Cuba puede ser relevante. La exclusión total de Cuba, aparte de injusta y de absolutamente anacrónica, es inconveniente para hacer frente a esas y otras amenazas. Además, el inmovilismo de la posición de los Estados Unidos deja un enorme espacio a las críticas de los países del ALBA. Y hay que reconocer que el ALBA ha mostrado una mayor flexibilidad que los Estados Unidos en estos temas y aunque el presidente ecuatoriano Correa haya insinuado su no participación en la Cumbre, han permitido los buenos oficios diplomáticos del presidente colombiano Santos y de su cancillería. Como ha señalado el analista Arturo López Levy, «Cubanizar» la Cumbre seria distraer la atención de esferas de cooperación entre EE.UU. y América Latina y brindarle pretextos a algunos miembros del ALBA para impugnar a la OEA, incluido el monitoreo de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y sus misiones de observación electoral».
La pragmática mediación colombiana
En este contexto, los intentos de las autoridades colombianas de mediar con Cuba y de «explicarle» la no invitación a la VI Cumbre deben ser valorados. Las sugerencias de la ministra colombiana María Ángela Holguin de que Cuba participe con un estatus especial que de continuidad al compromiso de San Pedro Sula de 2009 es un paso relevante aunque pueda parecer insuficiente. Iniciar desde la OEA un proceso de cooperación y de diálogo interamericano con Cuba parece razonable en los momentos actuales. Lamentablemente el presidente estadounidense Obama parece en este tema seguir siendo rehén del lobby cubano republicano en Miami y en los momentos previos a la campaña electoral no quiere mostrar el menor gesto de «debilidad» frente a Cuba. Pero muy posiblemente se encuentre con críticas al bloqueo por parte del Papa Benedicto XVI en su próxima visita a Cuba, tal como hiciera su predecesor.
Estas semanas veremos si algunas posiciones se flexibilizan o por el contrario se endurecen. Habrá que estar atento, y dentro del «ritual» de cumbres previstas para este año ver como puede influir en la Cumbre Iberoamericana prevista en Cádiz a finales de año. Si el concepto de «las Américas» plantea dudas, no parece estar mucho mejor el «Iberoamericanismo». Pero esa, es otra historia.