Una diplomacia de manualillo
Lo que primero fue incredulidad tras las primeras tibias reacciones de países como Francia, Italia, España y de la propia UE, se está transformando, tras los graves acontecimientos de Libia o Bahréin, en verdadera vergüenza para los ciudadanos europeos que vemos cómo nuestros responsables políticos, no solo no están a la altura de las circunstancias, sino que carecen del menor pulso para salirse del guión del peor de los manuales de diplomacia barata.
La vacua fraseología diplomática del “estamos muy preocupados por los acontecimientos”, “llamamos a las partes a la calma”, “hay que poner fin a la violencia”, “impulsaremos las transformaciones democráticas en la región”, y otras del mismo tenor que escuchamos repetirse cada día, dejan de tener sentido cuando de lo que se trata es de asesinatos masivos de manifestantes civiles o de violaciones masivas de los derechos humanos perpetradas por dictadores que se aferran al poder y no están dispuestos a ceder un ápice y mucho menos compartirlo. De poco sirven las alabanzas a los preliminares logros obtenidos por la sociedad civil en Túnez o Egipto, si éstas no se acompañan de medidas políticas y económicas que rebasen el bussiness as usual tan del gusto de los diplomáticos y de los responsables de asuntos exteriores europeos.?
Fracaso europeo sin paliativos
Una de las coincidencias unánimes entre los analistas y medios de comunicación respecto a la convulsión en el mundo árabe, ha sido la de que, hasta ahora, la acción exterior europea ha mostrado una incompetencia enorme y no ha sabido interpretar la magnitud de los acontecimientos ni actuar en consecuencia. Y si en el caso de Egipto la diplomacia europea no salió peor parada fue porque otros, en ese caso Estados Unidos, hicieron el trabajo. Este fin de semana y hoy mismo, el Consejo de ministros de exteriores europeos tiene la oportunidad de comenzar a enmendar su inacción y no parece que los logros estén siendo muchos.
La amenaza de Libia de congelar la cooperación con la UE en materia de migraciones si ésta continuaba haciendo críticas a su violenta actuación como el sábado expresara la Alta Representante Catherine Ashton, han hecho mella en los representantes europeos. Y las amenazantes declaraciones del hijo del dictador evocando el fantasma de la guerra civil, aún más. Decenas, centenares de muertos según las organizaciones de derechos humanos, merecen algo más que las previsibles y timoratas declaraciones de nuestros representantes. Continuar viendo el mundo baja el estrecho prisma de la real politik y de los más mezquinos intereses económicos está condenando a la Unión Europea a la irrelevancia y el desprestigio. Y a los ciudadanos árabes a continuar viviendo bajo dictaduras y regímenes que les condenan a la pobreza con el visto bueno de Europa.
Reformar el enfoque de la política mediterránea europea?
La retórica al servicio de los intereses económicos que ha presidido hasta ahora las relaciones entre las dos riberas del Mare Nostrum, reflejada en el alabado pero inútil proceso de Barcelona, y en la todavía más inútil ocurrencia francesa de la Unión por el Mediterráneo debiera ser reformulado en su totalidad. La UE debe ser consciente de que semejantes políticas, semejantes concesiones y ventajas otorgadas a regímenes dictatoriales, a “nuestros hijos de puta”, ya sea por defender discutibles intereses económicos, o con la siempre útil coartada de la contención del terrorismo islámico, no puede continuar. Que centenares de funcionarios europeos, que los propios Estados miembros estén más preocupados hoy por tomar posiciones, por cómo va lo mío, en el Servicio Exterior Europeo, mientras el mundo se convulsiona a nuestro alrededor, es la mejor muestra de la cortedad de miras de una Unión Europea en una profundísima crisis.
Hace algunas semanas titulábamos nuestra columna ¿existe la Unión Europea? Hoy tenemos la respuesta: no. O si lo quieren más matizada: la que existe no nos sirve para nada.