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Un retraso peligroso: El precio de la respuesta tardía a las alertas tempranas durante la sequía de 2011 en el Cuerno de África

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Las inundaciones que han dado comienzo en el mes de enero y que continúan afectando a las comunidades de África, Australia, América y el Pacífico, constituyen una clara muestra de que más de 100 millones de personas se verán gravemente afectadas este año.

Aproximadamente más de 13 millones de personas, en su gran mayoría niños y mujeres, se han visto afectadas por la peor crisis alimentaria y de medios de vida de la historia que ha dado comienzo en 2011 y continuará en 2012 en el Cuerno de África. Según estimaciones recientes, existe un balance de entre cincuenta mil y cien mil víctimas mortales. Si bien la sequía fue el principal desencadenante de dicha crisis, los factores humanos se convierten en los protagonistas de una emergencia a gran escala que podría haberse evitado.

Para ello, el presente informe parte de la lentitud del sistema internacional a una alerta temprana y propone una serie de objetivos y recomendaciones con el fin de evitar las peores consecuencias de una crisis antes de que se produzca.

En agosto de 2010 había ya claros indicios de que se aproximaba una crisis, cuya intensidad fue incrementándose a principios de 2011. Sólo algunos actores respondieron en ese momento ante tal situación, pues una mayor respuesta se produjo cuando se estaban registrando muertes y los medios de vida de muchas personas estaban siendo destruidos. Así, una respuesta de mayor alcance y temprana podría haber reducido tanto el coste económico, como el sufrimiento y el número de fallecimientos y es en este punto donde entra en juego la gestión de riesgos con el fin de reducir el impacto de una crisis.

Tanto la Reducción del Riesgo de Desastres (RRD) como la gestión del riesgo constituyen dos ejes integrados e integradores que buscan reducir la exposición a las amenazas y atenuar la vulnerabilidad de las personas con el objetivo de mejorar la preparación de las comunidades para enfrentar fenómenos de tal magnitud.

De este modo, resulta de vital importancia prestar atención a una serie de recomendaciones presente en este informe: en primer lugar, es necesario que todos los actores gestionen los riesgos, no la crisis y respondan de forma anticipada a la sequía. Asimismo, se debe mejorar la resiliencia de las comunidades así como la capacidad de los miembros del sistema internacional. También es importante subrayar la necesidad de que los gobiernos nacionales cumplan con sus propias responsabilidades hacia las víctimas y muestran su liderazgo político. La comunidad internacional, por su parte, deberá incluir en su trabajo un enfoque de reducción de riesgos, emprender una labor humanitaria preventiva y asegurar que la gestión de riesgos esté presente en los sistemas de respuesta, mediante una inversión en las organizaciones socias y recursos humanos, además de revisar los sistemas organizativos y las estructuras. Por último, los donantes deberán ofrecer financiación humanitaria más flexible que pueda respaldar respuestas tempranas o actividades preventivas, con programas de desarrollo susceptibles de cambios ante crisis de forma que incorporen un sistema de respuesta a crisis recurrentes.

Para descargarse el informe y ampliar información, haz clic aquí

Fuente: Intermon Oxfam

Foto: Comunidades de pastores de Turkana, Kenia, víctimas de una de las peores épocas de sequía de la historia. Andy Hall

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