investigar. formar. incidir.

Menú
Actualidad | Artículos en otros medios

Sharon empantanado en sus propios lodos

im24

(Para Radio Nederland)
Sin reconocer en ningún caso que su decisión de convocar a los militantes del partido que lidera, el Likud, a pronunciarse sobre su hipotética intención de retirarse de Gaza ha sido un clamoroso error de cálculo, Sharon se apresta inmediatamente a buscar una salida alternativa para su plan de desconexión unilateral. Su crédito se va agotando aceleradamente en todos los frentes, pero eso no impide que prosiga su huida hacia delante, arrastrando en su caída personal tanto a su partido, como a la sociedad israelí y a cualquier oportunidad real de paz con los palestinos a corto plazo.

En el exterior sólo cuenta con el apoyo, incondicional e irresponsable, de la administración Bush, que renuncia públicamente a actuar como un intermediario honesto en la búsqueda de la paz, ni en el marco de la Hoja de Ruta, ni en ningún otro que permita encajar los presupuestos mínimos irrenunciables defendidos por ambas partes. Mientras tanto, el Cuarteto en su ¿último? intento por evitar su desaparición de facto, se ha reunido el pasado día 4 en Nueva York, para volver a emitir otro comunicado en el que condena la violencia y trata de llamar la atención sobre la necesidad de mantener el consenso alrededor de las fórmulas recogidas en la Hoja y en las resoluciones de la ONU 242, 338, 1397 y 1515. Un acto que, de ningún modo, puede ocultar la sensación de impotencia de esta iniciativa diplomática en la que Estados Unidos ha sido, desde el principio de su andadura en 2002, quien ha impuesto el ritmo y los contenidos (no deja de resultar negativamente sorprendente que en el comunicado final del encuentro se acepte, ya sin condena alguna, la construcción del muro de separación, limitándose a esperar que la buena voluntad del gobierno de Sharon lo entienda como una medida temporal y no, como realmente es, una consolidación de una ocupación por la fuerza y un agravamiento de la crisis humanitaria para los centenares de miles de palestinos a los que afecta de manera muy directa). Por su parte, la Unión Europea, en su encuentro ministerial con sus socios en el marco del Proceso de Barcelona, celebrado en Dublín en esta misma semana, se ha limitado prácticamente a repetir lo dado a conocer por el Cuarteto, en un nuevo gesto de parálisis política que no apunta más que a cierto esfuerzo humanitario (para paliar los efectos bloqueantes que las imposiciones militares israelíes están produciendo sobre las distintas agencias humanitarias que operan en los Territorios, incluyendo la UNRWA).

En relación con los Territorios Ocupados, Sharon mantiene cerrados todos los canales de diálogo, en medio de un panorama de tensa espera que apunta directamente a la reacción sangrienta que, con toda probabilidad, están ya preparando los grupos violentos palestinos que han clamado venganza tras los últimos asesinatos selectivos de sus máximos líderes. En ningún momento se ha producido un amago de conversación, y mucho menos de negociación, sobre la supuesta retirada israelí de Gaza con quienes se entiende que son los principales afectados por la medida. De nada sirve, como se encargan de proclamar no sólo los portavoces de Sharon sino incluso figuras del partido laborista, sostener que esta medida sería ya en sí misma una dolorosa renuncia que debería ser valoraba en su justa medida por los palestinos, por cuanto supondría el abandono de la idea del Gran Israel (un territorio únicamente israelí, desde el Jordán hasta el Mediterráneo). Parece olvidarse con ese planteamiento quién está verdaderamente realizando
concesiones dolorosas, sin ser además consultado y sin capacidad para resistirse. Son los palestinos los que han sido ocupados por la fuerza (los acuerdos de Oslo parecen ahora algo irreal cuando se asiste a una reocupación tan evidente como la ordenada por Sharon), los que saben que nunca van a lograr la creación de un Estado ya no solamente en la zona que les señalaba el Plan de Partición de la ONU de 1947, sino ni siquiera en la totalidad de Gaza y Cisjordania. Son ellos también los que saben que en ningún caso se les reconocerá el derecho al retorno para los más de cuatro millones de personas que se ven obligadas a vivir fuera de sus lugares de origen…Lo menos que debe reconocerse es que la solución sólo puede venir de una renuncia mutua a sueños irreales, en función de las circunstancias históricas actuales. A partir de ahí, la vía que conduce seriamente a la paz no puede ser otra más que la negociación directa entre las partes enfrentadas. En lugar de ello, Sharon insiste, y Washington acepta complacido, en que basta con su palabra ante su principal mentor internacional (como si los palestinos hubieran concedido en algún momento la representación de su causa a Bush, ¿es necesario recordar que es precisamente esta administración la que se ha ocupado con mayor interés en marginar a cualquier posible interlocutor del actual equipo dirigente de la Autoridad Palestina (que por ineficaz que sea, no deja de ser la legítima representante de los palestinos)?

En el interior de su propio partido, la posición de Sharon no es tampoco muy sólida. Su reciente derrota (más del 60% de los militantes votaron en contra) refuerza claramente a su rival más directo, el actual ministro de finanzas Benjamin Netanyahu, así como a los sectores que agrupan a los colonos y los militantes ultraortodoxos. Pretender que la derrota sólo debe explicarse en términos de que el plan no garantizaba la seguridad de Israel y que significaba recompensar a los violentos, es olvidar que el propio Sharon trató de forzar un resultado positivo, afirmando que votar a favor, equivalía a refrendar su liderazgo personal. Se trata, sin paliativos, de una derrota que acentúa su debilidad.

Mientras sigue a la espera de la decisión que finalmente adopte el fiscal general sobre su posible encausamiento, por sus implicaciones en turbios asuntos de tráfico de influencias, lo que cabe esperar es un nuevo intento por lograr la aprobación a su plan de desconexión. En función de los antecedentes de su forma de entender el ejercicio del poder y de su declarada intención de seguir en el cargo, sólo cabe pensar en una táctica que conduzca a una suavización mayor de las condiciones de la posible retirada (alargar los plazos para realizarla (más allá del finales de 2005), reducir el número de asentamientos que serían finalmente abandonados, incrementar los incentivos económicos para quienes se vieran afectados por la medida, compensación con medidas de fuerza para confirmar definitivamente que ésa sería, en todo caso, la última y no la primera retirada de suelo ocupado…). Al mismo tiempo, tratará probablemente de llevar el plan al parlamento, en el que le será más sencillo lograr un voto favorable que en su propio partido. Todo ello, en definitiva, con la intención clara de no desaprovechar la posibilidad que el plan le ofrece de seguir protagonizando la agenda nacional, aunque sea a costa de seguir poniendo en peligro la seguridad de sus conciudadanos y los verdaderos intereses de un país que tiene, tanto como cualquier otro, derecho a su existencia.

Publicaciones relacionadas