Revolución virtual en el mundo árabe: ¿salvadora de las dictaduras?
El año 2011 está siendo testigo de la consagración de las redes sociales y de la telefonía móvil como motores de difusión de información y movilización de masas. Desde su nacimiento, dichas herramientas nos ofrecieron un mundo de la comunicación sin fronteras donde, con tan sólo hacer un clic de ratón o apretar un botón, la información es compartida por todos los usuarios de forma inmediata, gratuita y sencilla. Y es en este contexto donde entra en juego, como principal protagonista, el mundo árabe, con sus revueltas populares desencadenadas, en gran parte, gracias a la llamada «revolución virtual».
Primavera árabe: el apogeo de las revueltas virtuales
Desde el año 2007 hasta nuestros días, el mundo árabe ha duplicado el número de usuarios en la red y cuenta en la actualidad con 60 millones de cibernautas aproximadamente. Los términos «revolución Twitter» y «revolución Facebook» se han puesto de moda a partir de las manifestaciones que comenzaron a finales del 2010 y principios de 2011. Dichas revueltas, han resultado ser, ante todo, revoluciones humanas impulsadas por Internet y las redes sociales.
Los 22 países que conforman la Liga Árabe comparten unas determinadas características: opresión, corrupción y frustración. Todo ello en el marco de una población mayoritariamente joven que sale a la calle con el fin de manifestar su indignación y descontento ante un sistema incapaz de satisfacer sus necesidades más básicas: salud, educación, trabajo y vivienda. A partir de este preocupante panorama, la ciudadanía árabe no ve claras sus expectativas de futuro y cuestiona el sistema político en el que se encuentra sumergida, con unos gobernantes que, aferrados al poder, se muestran reacios a escuchar «la voz de su pueblo» y atender sus demandas fundamentales. Túnez fue el primer país del mundo árabe en donde se desató un levantamiento popular. Le sucedió Egipto de manera inmediata, para continuar con el llamado «efecto contagio» en Libia, Yemen, Siria y Bahrein. Dichas revueltas, a pesar de haber tenido un efecto diferente en cada uno de estos lugares, se han visto claramente identificadas por un factor común: la presencia de las nuevas tecnologías como principal instrumento de movilización al mismo tiempo que de represión.
La revolución en la Red: entre libertad y represión
Las nuevas herramientas de información han permitido crear un espacio árabe para la «libertad de expresión» que se ve mermado por la represión de sus gobiernos, que anhelan mantener un control estricto que restrinja la libertad de expresión política. De este modo, la mayoría de los gobiernos árabes respaldan las medidas prohibitivas por la necesidad de mantener la seguridad del Estado y garantizar una cierta estabilidad nacional. Hasta el momento, era el gobierno que tenía en sus manos el monopolio de la información –o mejor dicho propaganda- ya que contaba con amplia ventaja para publicar su versión de lo sucedido. Sin embargo, la aparición de la World Wide Web y, décadas más tarde, de las redes sociales como Facebook o Twitter, además de los télefonos móviles (usados, en su momento, como instrumentos de ocio para conectar con la familia y amigos) han transformado de manera rotunda la sociedad global, que muchas personas comparan con la Revolución Industrial del siglo XIX. Esa libertad, transparencia, justicia social y equidad tan demandadas aparecen difundidas en todos los medios de comunicación, además de en la radio y televisión (entre las que se encuentran Al Jazeera, como líder de información alternativa). Hasta tal punto que se han convertido en precursores de estados de opinión a la velocidad de los soundbytes sin pasar, en muchas ocasiones, por un filtro previo.
Esta doble cara, por un lado «libertadora» y por otro «represiva» la vemos reflejada en acontecimientos como los que se muestran a continuación. En 2009, durante la revolución iraní, las comunicaciones occidentales alabaron Internet y su rol «libertador» con la conocida «revolución Twitter». Fuentes como The New York Times, mostraban como los manifestantes atacaban con «tweets» en lugar de balas, de forma que daban a conocer al mundo entero la difícil situación que estaba viviendo la sociedad en esos momentos. En junio de 2010 la policía egipcia agredió a un hombre por haber difundido un vídeo por Internet donde quedaba reflejado la corrupción de la policía y la relacionaba con un asunto de drogas. En Túnez la policía confiscó material tecnológico y detuvo a personas que difundían información contraria al régimen de Ben Ali.
Internet: ¿arma de doble filo?
Esta transformación de la sociedad, en la que las nuevas tecnologías de la comunicación se han hecho con el control de la información, es conocida, en «el mundo virtual», como el espíritu de la democracia y la libertad… pero, ¿es, en realidad, Internet un instrumento «salvador» y de «democratización»? Uno de los retos más importantes en la era de la información es el de lograr un mejor conocimiento de la realidad plural en cada pequeño rincón del mundo. No importa de cuánta información disponga uno, sino de la calidad y la fiabilidad de esos datos existentes a la otra orilla del Mediterráneo. Si bien es cierto que la Red es utilizada por las víctimas e implicados en las revueltas para formar alianzas y sirven como mecanismos que aceleran los procedimientos socio-políticos en el mundo árabe, las autoridades pueden servirse de esta con el fin de controlar a la población y aumentar la vigilancia. En Internet prácticamente «todo es de todos», de forma que es muy sencillo tanto crear espacios de libertad que no podrían existir de otra forma como infiltrarse en la Red, manipular la información e incluso suplantar la identidad de alguien.
En la actualidad, unos sesenta países llevan a cabo la censura y entre ellos, se encuentran Irán, Siria y Arabia Saudita (además de China, Cuba, Vietnam, entre otros). Son los llamados «Enemigos de Internet» y utilizan la persecución de las «cibervíctimas», el filtraje severo, así como la manipulación de la propaganda para acallar la voz de las revueltas que azotan el mundo árabe. Otros países, como Túnez y Egipto, a partir de la supresión de la censura y la caída de Hosni Mubarak, han pasado a ser «países bajo vigilancia», designación que muestra la victoria «en cierta medida» de la movilización ciudadana originada por las nuevas tecnologías. No obstante, estos países, junto con Libia o Bahrein, se vieron en su momento sometidos a controles severos, hasta el punto de proceder a cortes de la Red en las zonas implicadas con el fin de terminar con los opositores al régimen establecido. Es el caso de El Cairo y lo acontecido el 27 de enero de 2011 y los cuatro días consecutivos, provocando pérdidas económicas de unos 90 millones de dólares, según la OCDE.
Si bien nunca antes habíamos visto tantas imágenes de cada rincón del mundo ni habíamos tenido la oportunidad de leer noticias publicadas por miles de personas sobre sucesos que están ocurriendo en ese mismo instante, tambíen se corre el peligro de que dicho desconocimiento previo se convierta en una síntesis de actitudes y opiniones globalizadas, guiada por unos estereotipos que pueden, en cierta medida, perjudicar los vínculos entre determinados países y, en particular, entre sus habitantes. Por lo tanto, la información que ofrece Internet se podría catalogar como «arma de doble filo»: como instrumento principal para el desarrollo del sistema democrático a través de la opinión pública al mismo tiempo que como herramienta de represión, manipulación y perpetuación de estereotipos.
Efecto dominó en el resto del mundo
La oleada de revueltas que están sufriendo muchos países del mundo árabe parece estar traspasando fronteras. Nunca se hubiera llegado a pensar que las nuevas tecnologías fueran a funcionar como una caja de resonancia comunicando y publicando los sentimientos de indignación y transmitiendo las revueltas organizadas por los manifestantes. Teléfonos móviles, foros, blogs, redes sociales, vídeos, fotos, noticias, etc. se convierten en motores de presión y movilización de masas. Y uno de los mejores termómetros para conocer la realidad que estamos viviendo es Twitter y sus «trending topics», una lista de temas que recoge todo lo que está sucediendo al instante.
Mientras que los jóvenes árabo-musulmanes son y deben ser los protagonistas de este escenario de transformaciones socio-políticas que, a día de hoy, siguen luchando por sus derechos, los ciudadanos jóvenes españoles se reúnen el 15 de mayo en la Puerta de Sol y alzan su voz en busca de un cambio en el sistema político. Es la llamada «Spanish Revolution», fruto de la frustración mediante la cual los «indignados» reivindican mejores estándares de vida, empleo y, en resumen, un sistema democrático más justo.
De momento, y gracias a Facebook, ya se han organizado concentraciones de apoyo al movimiento 15-M en algunos lugares del mundo: Washington, Londres, Buenos Aires, Berlín, entre otros. El sátrapa a combatir, en este caso, no tiene nombre ni rostro: es simplemente una enumeración de excesos atribuidos a sindicatos, partidos políticos, sector bancario, la ley electoral debido al bipartidismo y, también, al Gobierno.
No obstante, y a pesar de las diferencias, parece evidente la influencia y el aliento de las manifestaciones convocadas en el mundo árabe, de forma que la Puerta del Sol recuerde a la plaza de Tahrir, en El Cairo… Una ficha más del dominó que está dispuesta a jugar hasta el final.