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Análisis | Relatorías

Resumen de la sesión “Nuevas formas de violencia en Centroamérica: la respuesta a debate”

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– El pasado jueves tuvo lugar en el Auditorio de La Casa Encendida la última de las 6 sesiones que componen el ciclo «Crisis olvidadas: haciendo visible lo invisible» y con la que pusimos el broche final a esta edición

– Después de tratar temas muy distintos del panorama internacional en cada una de las sesiones, en esta última quisimos centrarnos en las nuevas formas de violencia en Centroamérica.

El ciclo «Crisis Olvidadas II: haciendo visible lo invisible» llega a su fin y para su última sesión se centra en la realidad de las diversas formas de violencia que se están dando en Centroamérica.

La sesión «Nuevas formas de violencia en Centroamérica: la respuesta a debate» tuvo lugar el pasado 29 de octubre y comienza con el documental «Honduras. La mara vida», dirigido por Jon Sistiaga, que recoge el horror cotidiano que se vive en las calles de las principales ciudades hondureñas, dominadas por las «maras», bandas de jóvenes extremadamente violentos que dominan la actividad ilegal del tráfico de drogas a lo largo y ancho de la nación. Un documental sobrecogedor y espeluznante de una realidad en la que la violencia nihilista de las maras lo puede todo.

La charla-coloquio que sigue a la proyección del largometraje cuenta con la participación de Jon Sistiaga, escritor, periodista y director del documental proyectado, Carles Feixa, catedrático de Antropología Social en la Universidad de Lleida y experto en el estudio de las culturas juveniles; y Fran Sevilla, jefe del Área de Internacional, Radio Nacional de España y autor del Blog «Vagamundo» que será el encargado de modera la sesión.

En primer lugar, e impactados por el documental y la realidad tan dura que rodea el contexto hondureño, Fran Sevilla cita a Eduardo Galeano «Los nadies, que cuestan menos que la bala que los mata» en relación a la importancia de la vida en estos países en ciertos estratos de la sociedad. El moderador invita al público a ampliar el foco de luz e iluminar así no solo a Honduras, sino al resto de Centroamérica.

La violencia en Centroamérica no se puede reducir a las maras, es importante considerar que existe este tipo de violencia, pero también el crimen organizado, violencia individual de jóvenes no vinculados a ningún grupo pero movidos por la desesperación y la violencia de género, que a menudo queda invisibilizada por la violencia en general.

Se debaten las causas de este tipo de violencia y en una conversación entre Fran y Jon, determinan que estas se resumirían en tres: exclusión social, impunidad (solo un 2% de los casos son investigados) y la droga que atraviesa Centroamérica.

Los tres ponentes están de acuerdo en que la violencia de género es la gran olvidada de este tipo de investigación y documentales, pues muchas veces queda camuflada por otros tipos de violencia, enmascaradas dentro de las muertes pandilleras.

Carles considera que la conexión de este tipo de violencia con la droga es clave, ya que se termina produciendo un intercambio de drogas por armas; unas armas que produce EE.UU. en masa de forma legal. Por otro lado, como antropólogo nos ilustra con hechos como que la violencia no es innata, surge de la violencia de la cultura. Es un producto de una sucesión de hechos, desde las guerras civiles hasta remontarse en la represión por el colonialismo español.

Además nos cuenta su experiencia con miembros de maras en España. Si bien es cierto que el contexto social es muy distinto, la simbología y la estructura de organizarse es la misma, aunque en una dimensión distinta. Las maras nacen en el barrio latino de Los Ángeles en los años 20. Tras varias décadas de exclusión y marginación, tiene lugar una deportación masiva en los años 90 y llegan a la región centroamericana a un contexto de total impunidad por parte del Estado, en un marco de postguerra civil y con un intercambio activo droga-armas facilita la estructuración de las maras.

Fran resalta que el problema no se centra solamente en el narcotráfico, sino que este trae consigo extorsión (robos a mano armada y secuestros) y provoca que las élites vivan blindadas y totalmente ajenas a esta situación. Un ejemplo de ello es Honduras donde el 4% de la población tiene el 80% de la riqueza.

Si no se solucionan los problemas de seguridad en primer lugar, no se va a avanzar de ninguna forma, pues este vacío que genera el Estado, lo asumen los delincuentes, así como la recaudación de impuestos con el impuesto de guerra. En un país históricamente de los más violentos del mundo como es El Salvador, hace tres años el gobierno llegó a un acuerdo con las maras bajando así los niveles de violencia considerablemente. Aquí se abre el debate de si los gobiernos de estos países deberían sentarse a negociar con los líderes mareros o no.

Carles defiende como antropólogo que la violencia forma parte de la cultura, que no existe sociedad sin ella. No obstante, el ejemplo de El Salvador es digno de destacar, pues se ha sido capaz de gestionar y canalizar esta violencia y ha disminuido. En este caso no solo se investigó el funcionamiento y organización de las maras, sino también se estudiaron políticas para intervenirlas de la mejor manera.

Se lanza una reflexión a la mesa: «A veces, en un entorno de impunidad tan brutal, las agrupaciones criminales es la forma de hacer justicia».

Se comenta otro caso satisfactorio en un país donde el narcotráfico y la guerra de guerrillas estaban a la orden del día: Colombia. En este país se llevó a cabo una depuración total de sus fuerzas de seguridad, se conformó un cuerpo de fuerzas policiales de alrededor de 500.000 personas y se destinó el 6% del PIB a seguridad.

Jon no sabe si es «LA» solución, pero lo que está claro es que ha sido una forma efectiva de afrontar el problema no permitiendo a los delincuentes llenar los huecos que el Estado rehuía. Sin seguridad, ni un Estado presente, no se pueden hacer elecciones libres, no se pueden construir escuelas…

Carles, de acuerdo con Jon, añade que con una gran inversión social y políticas muy valientes, se puede.

A continuación, se inicia el turno de preguntas en el que se compartes numerosas reflexiones de los y las asistentes. Entre ellas ¿hasta qué punto se puede reducir el intercambio de armas procedentes de EE.UU.? ¿Puede esta reducción desestabilizar a las maras o ya están suficientemente armadas? ¿Cómo diferencias dónde acaba el Estado y dónde empieza el narcotráfico?

«A veces, en un entorno de impunidad tan brutal, las agrupaciones criminales es la forma de hacer justicia».

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