RANSA 2009 ¿y después?
Los días 26 y 27 de enero de 2009 se celebró en Madrid la Reunión de Alto Nivel para la Seguridad Alimentaria de Todos y Todas (RANSA). La Reunión se desarrolló en un contexto marcado por la proximidad a la escandalosa cifra de 1000 millones de personas con hambre en el mundo y unas claras previsiones de empeoramiento de la situación alimentaria en los países en desarrollo, como resultado de la crisis financiera internacional y de la volatilidad de los precios alimentarios.
Fue un evento del que se han escrito todo tipo de comentarios, desde los más críticos que consideran que la Reunión se redujo a tratar sobre la asignación de recursos de los donantes, y no a abordar las causas estructurales que subyacen en el empeoramiento de la situación de la inseguridad alimentaria en el mundo; hasta los que son de la opinión que la RANSA ha sido el inicio formal de la creación de una Alianza Global para la lucha contra el hambre. Los más optimistas plantean que el principal resultado de esta Reunión ha sido el de lograr consolidar voluntades políticas para un trabajo más coordinado y eficaz que enfrente la situación de inseguridad alimentaria en el mundo, mientras que otros inventan que esta Reunión “acordó” la creación de un Mecanismo de Financiamiento, como solución mágica formulada por los gurús del desarrollo del Norte para resolver los problemas del hambre en los países del Sur.
Trataré de dar mi opinión, no sin reconocer de antemano que puede ser parcial, por haber formado parte de la organización y elaboración de los contenidos técnicos de la RANSA. También puede estar sesgada por mi optimismo en que es posible cambiar la situación del hambre en el mundo y la imperiosa necesidad de hacerlo urgentemente, por el convencimiento de que en nuestra civilización contamos con los medios para lograrlo, y por considerar que aún impera cierta ética y responsabilidad en los actores que gobiernan la posibilidad de este cambio: los países en desarrollo, los donantes, los organismos internacionales, las organizaciones campesinas, la sociedad civil, las ONG, las fundaciones y la empresa privada (entendiendo esta última desde la empresa familiar a las grandes corporaciones multinacionales).
A mi modo de ver, en la Reunión de Alto Nivel de Madrid confluyeron los siguientes elementos:
1.- La posibilidad de un intercambio abierto de los acuerdos y los desacuerdos entre las instituciones presentes, lo que no es muy usual en este tipo de encuentros, en los que a menudo la diplomacia de las relaciones no deja salir a la luz las divergencias y los conflictos entre unos y otros. Soy de la opinión que plantear posiciones explícitas y claras facilita la toma de acuerdos sobre temas conflictivos.
2.- La presencia de representantes de muchas de las instituciones y organizaciones involucradas, con la excepción a mi juicio de la escasa presencia de los grupos más afectados por la inseguridad alimentaria (organizaciones campesinas, grupos de mujeres, indígenas,…) y de los sindicatos, cuyo papel tiene que ser clave en entender las implicaciones de la crisis financiera en el acceso a los alimentos y la construcción de medidas para enfrentarlo. Aunque en la declaración realizada por la sociedad civil se destacaba la falta de espacios para mostrar su opinión, a mi juicio los espacios estuvieron, y considero que los representantes de la sociedad civil presentes los aprovecharon, con un extraordinario esfuerzo de coordinación en la elaboración de una posición común y en la presentación de la misma.
3.- El interés de las diferentes organizaciones de la Organización de Naciones Unidas (ONU) y de Bretton Woods, en el contexto del Grupo de Alto Nivel de la ONU-“High Level Task Force”-, en participar conjuntamente y con eficacia en la preparación y desarrollo de la RANSA, y por dar un enfoque interdisciplinar (agricultura, nutrición, protección social) en el combate a la inseguridad alimentaria.
4.- La clara posición y acuerdo entre varios gobiernos (entre ellos Brasil y España), el Secretario General de la ONU y los representantes de la sociedad civil en que el Derecho a la Alimentación debe de ser considerado uno de los ejes prioritarios de trabajo.
5.- El entendimiento de que esta Reunión debe ser considerada el punto de partida de un proceso denominado Alianza Global -“Global Partnership”- que deberá estar basado en las estructuras y organizaciones internacionales ya existentes (y fortalecido con sus procesos de reforma), y estar dirigido a lograr la coordinación y eficacia de las acciones para enfrentar la inseguridad alimentaria a nivel local, nacional e internacional. La RANSA establece que este proceso o movimiento deberá ser inclusivo, de modo que las organizaciones campesinas, empresariales y la sociedad civil organizada deberán tener un papel clave. El reto que se presenta ahora es el de lograr ese carácter inclusivo del proceso, construido sobre las actuales organizaciones internacionales, que no cuentan por el momento con espacios claros y efectivos de representación de los actores mencionados.
6.- La puesta en marcha de estas actuaciones requerirá de instrumentos financieros que respondan con flexibilidad y eficacia a las necesidades de los países y poblaciones afectados respetando los principios de la Declaración de Paris y los resultados de la Agenda de Acción de Accra. Para ello se requiere también fortalecer los sistemas de seguimiento y del uso eficiente de los recursos.
7.- La coordinación de acciones requiere también de estrategias comunes para la utilización adecuada de los bienes públicos a favor de los más vulnerables. Los resultados de la Mesa de Trabajo sobre Investigación de la RANSA sugieren tener en cuenta para ello las conclusiones del Informe Internacional sobre Ciencia y Tecnología en Agricultura para el Desarrollo y el proceso de reforma del Grupo Consultivo para la Investigación Agrícola Internacional.
La Reunión de Alto Nivel finalizó y se sistematizaron los resultados en una Declaración, no consensuada con los participantes, en la que se destacaban algunos de los aspectos arriba mencionados. Sin duda alguna, hubiera sido deseable haber consensuado con los países en desarrollo, los donantes y la sociedad civil el contenido de esta Declaración, pero no fue así, con lo que quedó simplemente en un informe de conclusiones.
La pregunta que surge ahora es si verdaderamente este esfuerzo económico y de recursos humanos ha servido para algo, pregunta que recibimos con asiduidad por personas e instituciones que se ponen en contacto con nosotros en el Instituto de Estudios del Hambre (IEH). La única manera de responder a esta pregunta es analizar cuáles pueden ser los siguientes pasos, comprobando si el proceso o movimiento originado en Madrid se mantiene y fortalece en los próximos meses.
Por un lado, las organizaciones de la sociedad civil y las ONG más representativas parecen estar interesadas en definir conjuntamente sus posiciones y apoyar el proceso de fortalecimiento y coordinación entre las organizaciones internacionales involucradas directamente en la lucha contra el hambre. En los próximos meses se van a desarrollar reuniones con este propósito.
Tanto los países en desarrollo como los países donantes presentan posiciones diversas: algunos están interesados en que el proceso de la Alianza Global sea convergente con la reforma del Comité de Seguridad Alimentaria Mundial de la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la agricultura y la alimentación), otros son más favorables a la definición de otros espacios de coordinación que juzgan podrían ser más eficaces.
Algunos países desarrollados siguen empeñados en que esta Alianza Global para la seguridad alimentaria sea liderada por el G8, lo que sería un grave error, contrario al carácter inclusivo del proceso, puesto que éste debería estar liderado por los países más afectados y por las organizaciones que representan a las poblaciones marginadas y afectadas por la inseguridad alimentaria.
Lo más importante en este momento es mantener el impulsopolítico para abordar este problema. La crisis global de los alimentos no ha finalizado y está dirigida por una cada vez mayor volatilidad de los precios de los productos agrícolas, que se mantienen elevados, fundamentalmente en los países en desarrollo.
La crisis financiera está también afectando más a los países pobres, que encuentran cada vez más difícil adaptarse a las fluctuaciones de precios alimentarios a través de medidas fiscales o apoyos financieros. Además los mecanismos de supervivencia de muchas familias en los países en desarrollo se están colapsando por la reducción de las remesas.
El tema continúa siendo de la mayor prioridad, prueba de ello es la reunión celebrada en febrero de 2009 en la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos) para el diálogo político entre países donantes con la participación de la sociedad civil y los países socios, fundamentalmente la Unión Africana y la Nueva Alianza para el Desarrollo de África (NEPAD). En los próximos meses el Grupo de Alto Nivel de Naciones Unidas deberá trabajar en un proceso de consulta dinámico e inclusivo, para poder alimentar las próximas reuniones del G20, G8, y los foros regionales con propuestas prácticas y efectivas, y alcanzar la Asamblea General de Naciones Unidas en septiembre de 2009 con resultados concretos a nivel nacional, regional y global.
Estamos ante una carrera de larga distancia, en la que no me cabe la menor duda que las acciones políticas y operativas inclusivas, coordinadas y efectivas deben de priorizarse. Sin embargo, desde mi punto de vista, la RANSA no consiguió aclarar en que consiste el proceso de la denominada Alianza Global, que continúa siendo una incógnita, más allá de ser entendida como un proceso o movimiento en el que deben de estar todos los actores involucrados. Algunas preguntas que continuamos haciéndonos al respecto son ¿en qué va a consistir este proceso o movimiento? ¿Quién lo va a liderar? ¿Cómo se debe entender esta alianza en el nivel local y nacional? ¿Qué relación existe con el nivel global? ¿Cuál es el papel de cada uno de los involucrados en este proceso? Si en los próximos meses continuamos sin tener respuesta a estas preguntas, va a ser difícil afirmar que en la Reunión de Madrid se consiguieron avances. Por lo pronto continuaremos siendo optimistas, pendientes de próximos acontecimientos y decisiones a nivel internacional, y con la mejor disposición para apoyar un proceso inclusivo, coordinado y eficaz para cambiar la situación alimentaria de los más afectados
El IEH ha abierto un espacio para este debate a través del foro Opiniones sobre la creación de una Alianza Global para la Agricultura, la Alimentación y la Nutrición, accesible en www.ieham.org