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Presentación del nuevo informe sobre reducción de riesgos de la ONU 2022

La publicación del UN Global Assessment Report on Disaster Risk Reduction (GAR) 2022 llega en un momento crítico a nivel internacional con la invasión de Ucrania y unos indicadores ecológicos preocupantes tras haber cerrado la década más calurosa en la historia. Este informe bianual, cuya anterior versión no había conocido la pandemia de la COVID-19, avisa de las crecientes dificultades para cumplir las metas definidas en el Marco de Sendai 2015-2030, el Acuerdo de París y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).  

El GAR muestra las crecientes amenazas que enfrentan los ecosistemas y las biosferas, así como los consiguientes desastres económicos y aumento de la pobreza y desigualdad derivado de ellas. En esta línea, se plantean tres frentes fundamentales, a saber, la nueva realidad existente tras la pandemia de la COVID-19, la reducción de riesgos como pieza clave para conseguir un desarrollo sostenible y la necesidad de una transformación de los sistemas con el objetivo de reducir el cambio climático y la vulnerabilidad.  

La pandemia de la COVID-19 y el cambio climático, han evidenciado el impacto a gran escala que pueden tener este tipo de eventos en un mundo globalizado. La naturaleza y las repercusiones de las acciones humanas en ella son cada vez más condicionantes de la agenda y política internacional. A pesar de los avances y el progreso que se han producido en el sector, la realidad es que los datos constatan un aumento de los riesgos que no va a la par con las estrategias desarrolladas para su reducción. 

A través del informe se propone un enfoque más orgánico a la hora de formular nuevos protocolos de actuación y políticas para tratar el riesgo. Esto incluye el trabajo directo con poblaciones locales afectadas, revalorizando su testimonio y conocimientos para elaborar mecanismos de respuesta más eficaces y sinérgicos con la comunidad. El impacto de la acción humana sobre el planeta dibuja un escenario donde los desastres aumentarán progresivamente siendo esencial el desarrollo de protocolos de reducción del riesgo que frenen el cambio climático y permitan alcanzar los objetivos fijados en las diferentes agendas.  

Los desastres no solo provocan una enorme pérdida económica (el gasto ha aumentado un 145% en la última década), sino que debilitan las estructuras sociales y ecosistemas. Una población afectada por desastre es propensa a sufrir graves consecuencias como el aumento de la conflictividad, la sobreexplotación a escala local y el bloqueo o pausa en alguna de las cadenas de comercio a escala internacional. Asimismo, los indicadores demuestran que, en sociedades donde se vive por debajo del umbral de la pobreza, el riesgo de desastres incrementa de manera significativa y sus consecuencias son especialmente sentidas en el caso de mujeres y niñas. Si bien es cierto que el riesgo no se puede eliminar, un enfoque que incluya el riesgo sistémico y los elementos de incertidumbre puede crear un sistema de respuesta más eficaz.  

El informe GAR no solo compila los desafíos que enfrentamos en la actualidad en cuestión de riesgos, sino que señala también la importancia de la comunicación y el desarrollo de estrategias que contemplen acciones de locales abriendo un camino a un futuro más resiliente. La transición propuesta permitiría una mejor toma de decisiones y la creación de un sistema de respuesta eficaz que se pueda ejecutar en emergencias y situaciones de riesgo.   

La solución propuesta en el GAR pasa por una mayor comprensión del riesgo y de sus medidas de reducción. Esto exige una participación tanto de las instituciones públicas y sector privado, como de los y las ciudadanas para contribuir a un diálogo conjunto e implicación en la toma de decisiones.  

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