Países árabes y ayuda humanitaria: receptores… y donantes (parte 2)
Si en la primera parte de este análisis hacíamos referencia al crecimiento en importancia de los países del Golfo como donantes de Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD) y de ayuda humanitaria, en esta segunda analizaremos con detalle el Código de Conducta para las Organizaciones de Ayuda Humanitaria Musulmanas publicado el 20 de marzo de 2009 por Foundation for Human Rights and Freedoms and Humanitarian Relief (IHH) a través del cual las organizaciones humanitarias de los países arabo-musulmanes pretenden establecer sus propias reglas del juego en materia humanitaria, más acordes con su religión, el Islam, fuente para los firmantes de todas las normas que figuran en el código.
Para ello, se ha revisado también el Código de Conducta para el Movimiento Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja y las Organizaciones no Gubernamentales del año 1994, con la intención de establecer una comparación entre ambos y buscar diferencias y similitudes en su manera de abordar algunos aspectos de la acción humanitaria. Para simplificar la lectura, al primero lo llamaremos «código musulmán» y al segundo «código clásico».
La diferencia fundamental entre uno y otro es que el primero se basa y legitima en el Corán y, por tanto, en la palabra de Alá. Sin ir más lejos, la introducción del documento dice así: «Ayudaos unos a otros en la virtud y en el temor, no os ayudéis en el delito ni en la transgresión. Y temed a Alá, es cierto que Alá es Fuerte castigando» (Corán, 5:2). La idea de fondo de este versículo se repite en el libro sagrado en varias ocasiones, y se corresponde con uno de los pilares fundamentales del Islam: la limosna o azaque, que ha de ser entregada a las personas más necesitadas y con menos medios de subsistencia.
El código parte de que la pobreza ha llegado a niveles insostenibles y que, en un contexto globalizado de crisis, los estados no van a poder erradicar la pobreza por sí solos. La distribución desigual de las rentas es considerada como la causa de la crisis económica que se vive en la actualidad, y en este sentido es necesaria la recuperación del espíritu solidario.
Veamos ahora, uno por uno, cuáles son los principios que propone el IHH en el código musulmán:
El primero es el de sinceridad. Como vemos, la carga moral se hace patente ya en el mismo comienzo del documento.
Le sigue el de humanidad por parte de la organización benéfica en cuestión, que ha de ayudar a quienes más lo necesitan sin importar religión, secta, lengua, etnia, color de piel, ideología o procedencia geográfica. Este principio tiene semejanza con los puntos 2 y 3 del código clásico que establece que «La ayuda prestada no está condicionada por la raza, el credo o la nacionalidad de los beneficiarios ni ninguna otra distinción de índole adversa». Más allá de la aparente semejanza, aquí nos encontramos con una diferencia importante entre ambos códigos: el clásico habla de «raza» y «nacionalidad» mientras que el musulmán hace referencia al «color de piel», lo cual podría ser considerado como un avance positivo al no dar por sentado que las razas existan. La apelación a la nacionalidad tiene tintes indudablemente occidentalistas y estatocéntricos, mientras el código musulmán es más cauteloso hablando de «procedencia geográfica». No obstante hay que señalar que el código clásico establece no supeditar «la promesa, la prestación o la distribución de ayuda al hecho de abrazar o aceptar una determinada doctrina política o religiosa», señalando explícitamente la necesidad de imparcialidad.
El criterio de independencia política y comercial es compartido por ambos códigos así como el de transparencia, tanto en las cuentas propias como en la disposición a compartir la información. Para ello, el código musulmán se basa en que en que «es verdad que Alá conoce lo desconocido de los cielos y la tierra. Y Alá ve lo que hacéis» (Al-Hujura, 49:18).
Respeto es otro de los principios del código musulmán, y hace referencia a la reserva de la información personal del donante, así como al cumplimiento de los tiempos y plazos acordados en la utilización de los recursos. El código propone, además, mostrar un profundo respeto por sus valores culturales y su tradición. El código clásico también, aunque en el musulmán se realizan más alusiones al respeto de los valores culturales del otro.
El desarrollo sostenible es una prioridad para ambos códigos, así como fomentar la capacidad de hacer frente a las catástrofes por parte de las comunidades locales, o dicho de otro modo: la construcción de resiliencia para disminuir la vulnerabilidad de los afectados por los desastres.
Seguidamente se habla de cooperación, eficiencia de la ayuda y rendición de cuentas, que en este caso han de rendirse primero a Alá y, luego, a los donantes. He aquí una diferencia fundamental con el código clásico.
El principio de arbitraje de la organización humanitaria se entiende como intervención mediadora por parte de la misma en situaciones críticas siempre que se haga para prevenir males mayores. El código musulmán se apoya en el siguiente versículo: «Si dos bandos creyentes luchan entre sí, reconciliadlos, pero si uno de ellos abusa del otro, combatid al que haya abusado hasta que vuelva a la orden de Alá […]» (Al-Hujurat, 49:9). Si bien es cierto que el texto prosigue refiriéndose a la necesidad de equidad y justicia en la toma de decisiones, nuevamente nos encontramos con una diferencia basada en la forma de legitimarse de ambos códigos: el musulmán, en la religión y el tradicional en el derecho internacional humanitario.
Justicia es otro de los principios del código musulmán, que va inextricablemente unido al de humanidad. Justicia significa reparto equitativo de la ayuda, de forma que esta sea entregada a quienes de verdad la necesitan. Este principio no existe en el código clásico, que a pesar de hablar de imparcialidad e independencia no reconoce en ningún momento la necesidad ni de equidad ni de justicia, por lo que en este punto el código musulmán está más comprometido moralmente con las víctimas.
Por último, estos principios se complementan con el de oportunidad de la ayuda (es decir, su llegada a tiempo) la voluntariedad (emplear a tantos voluntarios como sea posible) y la seguridad y protección, (evitar daños personales y materiales).
Además de las anteriores, existen unas diferencias más generales entre ambos códigos:
En primer lugar, mientras que el código clásico realiza un llamamiento a no victimizar a los afectados por los desastres, a no poner de relieve sus vulnerabilidades, sino sus capacidades, el código musulmán omite esta parte. El código clásico establece lo siguiente: «En nuestras actividades de información, publicidad y propaganda, reconoceremos a las víctimas de desastres como seres humanos dignos y no como objetos que inspiran compasión».
Por otra parte, el código clásico establece una serie de recomendaciones tanto a los gobiernos receptores de la ayuda, como a los donantes, así como a las organizaciones internacionales, por ejemplo: «Los gobiernos donantes deberán emplear sus buenos oficios para ayudar a las organizaciones no gubernamentales de carácter humanitario a lograr el acceso a las víctimas de catástrofes» o «En caso de conflicto, las actividades de socorro se regirán de conformidad con las disposiciones pertinentes del derecho internacional humanitario», que no existen en el código musulmán.
Cabe también señalar que ninguno de los códigos incorpora la perspectiva de género. Los dos hablan de no discriminar en función de la religión, lengua o procedencia geográfica, pero ninguno de ellos menciona a las mujeres, a excepción de un pequeño párrafo en que el código de conducta clásico reconoce «la función capital que desempeñan las mujeres en las comunidades expuestas a catástrofes», sin hacerse referencia en ningún momento a su no discriminación.
Lo visto hasta ahora se materializa en ejemplos prácticos como la acción humanitaria desempeñada por «Islamic Relief Worlwide» (IR), organización no gubernamental internacional que trabaja en más de 30 países a lo largo y ancho del globo, con sede en Reino Unido (país en el que nació en 1984). Sus objetivos principales son tres: preparar a las comunidades frente a los desastres venideros, promover el desarrollo sostenible y hacerse eco de las necesidades de la población más vulnerable y marginalizada.
Con fines humanitarios y desarrollistas, la organización trabaja en África Subsahariana, Oriente Medio y Asia Oriental, entre otros. Algunos proyectos recientes que ha desempeñado han sido proveer de enseñanza primaria a mujeres rurales en Afganistán, proporcionar apoyo psicológico a los niños refugiados sirios en Líbano o investigar y elaborar informes sobre desarrollo y acción humanitaria: reducción de riesgo de desastres, género o microcréditos son algunas de las temáticas que abordan.
De sus relaciones con otros organismos internacionales destacan su adhesión al código clásico y su estatus consultivo dentro del Consejo Económico y Social de la ONU (ECOSOC, por sus siglas en inglés) lo que supone que la ONG comparte los principios de desarrollo defendidos por las Naciones Unidas y su perspectiva democrática, prerrequisito para poder formar parte del Consejo. Además, Islamic Relief tiene su propio código de conducta en el que establece un camino a seguir para alcanzar el desarrollo sostenible y aliviar la pobreza humana de modo acorde a los principios del Islam.
Tras este doble análisis cuantitativo e ideológico hemos podido constatar la importancia de las organizaciones arabo-musulmanas en la acción humanitaria internacional. Esta realidad se debe tener muy en cuenta pues la cooperación internacional, aunque indudablemente sirve a fines de desarrollo humano no deja de ser un instrumento de política exterior. Esto es aplicable al resto de donantes emergentes y, más si cabe, a los donantes tradicionales de la OCDE.
Quedan abiertas cuestiones de fondo respecto a cómo se utilizan estos montos de dinero y qué repercusiones tendrá la acción humanitaria de los donantes árabes en la cooperación internacional a largo plazo. Serán necesarios trabajos posteriores para responder a estas y otras muchas preguntas.
Para acceder a los documentos completos:
– Code of conducts for muslim humanitarian relief organizations: http://www.humanitarianforum.org/data/files/resources/772/en/IHH-CODE-OF-CONDUCT.pdf
– Código de conducta relativo al socorro en casos de desastre para el
Movimiento Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja y las
– Organizaciones No Gubernamentales (ONG): http://www.icrc.org/spa/assets/files/publications/codigo-de-conducta.pdf
Fuentes:
– Organisation of Islamic Cooperation (http://www.oic-oci.org)
– Instituto Árabe (www.institutoarabe.com)
– Islamic Relief Worldwide (http://www.islamic-relief.com)
– Foundation for Human Rights and Freedoms and Humanitarian Relief (IHH)
– Melara Navío, Abdel Ghani: El Corán (traducción al castellano), Madrasa Editorial, Granada, 2006