ODI y HPG lanzan su informe “Time to let go”
El Humanitarian Policy Group (HGP)[1] y el Overseas Development Institute (ODI)[2] han publicado su informe: “Time to let go: remaking humanitarian action for the modern era” en el que señalan que es el momento de dejar ir algunos aspectos que han caracterizado hasta ahora el sistema humanitario internacional.
Estructura del Informe – 5 capítulos:
1. “Panorámica del sistema humanitario: orígenes occidentales y narrativas paralelas”, se centra en examinar la evolución del sistema humanitario actual, tanto su origen en Occidente hasta su transformación en lo que hoy se conoce como sector humanitario; y la historia de las tradiciones no occidentales que han influenciado la acción humanitaria ampliamente.
2. “Las tendencias actuales y la necesidad del cambio”, describe los factores que afectan al sector tales como: el carácter cambiante de los conflictos (más duraderos, menos intensos, basados en la identidad política, intra-estatales, más muertes civiles); el cambio climático y los desastres naturales; la AOD y la pobreza; la aparición de nuevos actores y el cambio en los patrones de poder; y la importancia del sector privado. Además señala la necesidad del cambio, de encontrar un consenso y construir puentes teniendo en cuenta las aproximaciones locales y regionales.
3. “Cuadrar el círculo: excepcionalidad e inclusión”, describe la tensión entre la excepcionalidad de la asistencia humanitaria y la necesidad tanto estratégica como operativa de abrir el sector a un conjunto de actores más diversificados que tengan interpretaciones diferentes sobre qué es ser humanitario, de forma que el sistema sea más inclusivo.
4. “Barreras que hay que cambiar: poder, percepciones e incentivos perversos”, investiga las maneras de trabajar que han provocado la sensación en la población afectada de que están siendo excluidas y examina cómo las dinámicas de poder y dinero, así como el entorno competitivo han impedido los cambios que necesita el sector humanitario.
5. “Conclusiones: hacia un humanitarismo más moderno”. En este último capítulo se ofrecen sugerencias sobre cómo resetear los elementos clave del sector para ayudarle a recuperar su legitimidad, capacidad y seguridad financiera.
El informe reconoce, a grandes rasgos, que el sistema humanitario ayuda a más personas afectadas en más lugares de lo que se podría haber imaginado una generación atrás. Aún así, y a pesar de este progreso no llega a cumplir la creciente demanda y las personas beneficiarias no ven con buenos ojos el sistema humanitario.
Y, aun así, el sistema humanitario, cabezota, se resiste al cambio. Las barreras hacia una relación más constructiva son altas:
– Dinero y poder. En 2014 el 83% de los fondos humanitarios proceden de gobiernos donantes en Europa y América del Norte. También hay una concentración entre las organizaciones humanitarias receptoras, siendo la mayoría de ellas agencias de Naciones Unidas. Esto provoca la reducción y la centralización de los actores humanitarios, así como asegura el poder de los donantes actuales, ya que la entrada de otros amenazaría su posición actual predominante.
– Competición destructiva. Hay altos niveles de inseguridad institucional, presiones competitivas e incertidumbre financiera en tanto que agencias de la ONU y ONG compiten para asegurar contratos con donantes y conseguir fondos. Esto ha llevado al oportunismo y a las acciones guiadas por interés propio.
– Responsabilidad ante los donantes. No ante los receptores de ayuda, lo que supone que en realidad las personas afectadas y beneficiarias tienen un poder limitado y escasa influencia en las labores de ayuda humanitaria.
– El sector humanitario siempre se ha visto diferenciado de otras formas de ayuda. Esto es cierto en tanto que los principios humanitarios están señalados para distinguir la acción humanitaria de otras formas de ayuda que persigan objetivos políticos o de seguridad. Sin embargo, la mayoría de organizaciones comprometidas en asistencia humanitaria la combinan con el desarrollo de derechos humanos o trabajos de resolución de conflictos. Esto supone que rara vez el supuesto compromiso con esos principios ha tenido reflejo en cómo las agencias humanitarias deberían aplicarlos en su trabajo, escogiendo dónde y cuándo se aplican y cuando no mina su utilidad y refuerza la imagen del sistema humanitario aplicando un doble rasero.
Así pues, la propuesta para el cambio pasaría por acoger las diferencias, dejar atrás el poder y el control, así como eliminar la perversión en los incentivos. Por todo esto es “Time to let go”.
Informe completo (en inglés)