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Obama, por ahora en la cumbre

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Barack Obama. Fuente: jmtimages

Todos las noticias y testimonios sobre la V Cumbre de las Américas coinciden en que se respira otro aire en el ambiente de este foro intergubernamental. Si bien se repite la dinámica de retórica y gestos en la relación entre la nueva administración de Washington y los Estados latinoamericanos, parece que se pueden configurar las bases para iniciar un cambio, teniendo presente siempre que cada nueva administración en el país más poderoso de América y del mundo- aún hasta hoy- genera expectativas y esperanzas. Dos son los factores que coadyuvan a que se pueda dar esta situación: la nueva visión y actitud del reciente presidente, Barack Obama, y sus modales fraternales, democráticos y respetuosos de los derechos humanos y la crisis que se enfrenta hoy en día.

Obama ha tenido un auspicioso comienzo en su relación con los países latinoamericanos. En ello tiene mucho que ver su asesor para estos asuntos, Daniel Restrepo. Al discurso presidencial se suman algunas concreciones: la decisión de cerrar la prisión de Guantánamo, siendo conscientes de las demoras y dificultades que esta decisión implicará, es una muestra de ello. El  mensaje de la nueva administración de la Casa Blanca de no intervención en asuntos de los países latinoamericanos, así como aquel que enarbola una relación horizontal con éstos, es ya conocido y data de muchos años atrás, pero siempre fue entendido como una mera declaración amistosa mientras se consolidaba la perversa comparación de América Latina con “el patio trasero” de los Estados Unidos de América gracias a la genuflexa actitud de diversos Gobiernos del sur, centro y Caribe americano. El nuevo presidente parece empezar a cambiar esta dinámica, por lo menos con una retórica más convincente.

A las clásicas manifestaciones anti EEUU y antisistema, que normalmente se presentan en estas cumbres, se ha impuesto una escena distinta, con personas que llevan el rostro del presidente Obama en las camisetas y le apoyan incondicionalmente, aún sin ser ciudadanos estadounidenses. El origen inmigrante del nuevo presidente norteamericano, así como su etnia afrodescendiente, abona en favor de esta situación, aunque hay quienes sostienen que ello no influye para nada. Lo cierto es que sí que crea empatías diferentes, es algo que se percibe fácilmente.

La crisis mundial, que afecta de modo especial a los Estados Unidos de América, es otra de las razones para que Barack Obama se acerque de manera especial a sus empobrecidos socios y vecinos geopolíticos. Queda por evaluar qué tareas concretas se establecerán para poder consolidar vínculos económicos que impliquen progresos mutuos. En este punto, por ejemplo, se puede ver claramente que no existe una relación equipar: los Tratados de Libre Comercio no vienen cumpliendo con sus objetivos, como en el caso de México, o los problemas que continúan ahondándose con la situación de personas latinoamericanas inmigrantes, cuyo aspecto más trágico lo vemos en la muerte de estos seres humanos. Consideremos que el número de inmigrantes muertos a lo largo de la  frontera entre México y Estados Unidos aumentó en un 7% entre el 1 de octubre y el 31 de marzo; es decir, el primer semestre del año fiscal de 2009. En total, 128 personas fallecieron, en comparación con las 120 registradas en el mismo período semestral del año previo, según estadísticas recién reveladas por la Patrulla Fronteriza.

Otro aspecto a evaluar a futuro será la viabilidad de este principio de no injerencia en asuntos de otros Estados cuando hablamos, por ejemplo, de temas tan sensibles como el narcotráfico o la lucha contra el terrorismo. Al respecto, Obama se ha mostrado cauteloso respecto a la continuación del Plan Colombia, aunque tampoco hay una decisión tomada o un pronunciamiento contundente al respecto y, aunque es saludable su última declaración sobre temas de derechos humanos- específicamente cuando se habla de investigar si hubo o no torturas en el régimen anterior y de exigir responsabilidades-, hay que ver cómo se avanza en este campo, ya que en aras de la lucha contra el terrorismo o el narcotráfico se han conculcado derechos fundamentales y se ha intervenido en países supuestamente autónomos en diversas latitudes.

La decisión de cerrar la prisión de Guantánamo, qué duda cabe, ha sido la decisión más importante en estos cuatro meses de administración en materia de derechos humanos. Es un gesto positivo también para la nueva relación que empieza con Cuba, además de consentir que las remesas de cubanos en Estados Unidos puedan llegar a la isla sin problemas y que ciudadanos norteamericanos viajen al país gobernado por los hermanos Castro. Estos son pasos que esperan una respuesta de La Habana; el desbloqueo parece estar a la vista, pero la marea aún se encuentra embravecida y no hay visos de que se pueda establecer un desbloqueo y la reinserción de Cuba a la OEA en el corto plazo. Más aún cuando Obama ha insistido en el respeto a las libertades y derechos humanos, de los cuales Cuba, precisamente, no es el mejor ejemplo.

Respecto de los presidentes antisistema en el discurso- Chávez, Morales, Ortega y Correa, entre otros- (nos referimos a ellos así porque se dicen Gobiernos antisistema, aunque comercian fluidamente dentro de él), Chávez ha sido enfático en su voluntad de “querer ser amigo” de Obama. Viene bien tal actitud, que favorece una posible mejora en las relaciones comerciales, al ser Venezuela el pozo de petróleo de Sudamérica. Es bueno que se armonicen las relaciones para que los tratos y transferencias tecnológicas se den fluidamente, aunque es algo que deberemos observar, pues antes del Foro, Chávez había calificado a Obama como ignorante, y es que con el presidente venezolano, nunca se sabe.

Así ha transcurrido esta cumbre, con un protagonista innegable y un ausente más presente que nunca. Normalmente, estos encuentros internacionales son apenas retórica pura y gasto innecesario de viajes, seguridad, hoteles, alcohol y comida exquisita. Al parecer, esta Cumbre puede dejarnos alguna esperanza de cambio; el tiempo y la voluntad política de un presidente por no interferir en asuntos de otros Estados, y de los otros presidentes y presidentas para que esto se accione adecuadamente quizá nos marquen una pauta diferente.

Veremos qué pasos concretos se dan para hacer sostenibles los discursos en la realidad, para que quienes vivimos en este denominado “patio trasero” podamos pasar a la sala alguna vez y que quienes están del otro lado puedan venir a éste a compartir una barbacoa donde las porciones se repartan iguales para todos y todas.

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