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Nepal: la cumbre más difícil

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El país célebre por poseer las cumbres más altas del planeta, conocido por ello como «el techo del mundo», se enfrenta ahora a la cima más difícil: la culminación de los procesos de paz.

Nepal lleva desde 2006 luchando por convertirse en un país estable, y para ello se ha involucrado en un difícil y delicado proyecto que busca asentar la paz. Durante los últimos catorce años, el país ha sufrido cambios trascendentales. Primero, sufrió una guerra civil impulsada por los guerrilleros maoístas; luego, se convirtió en una república que puso fin a la dinastía monárquica de los sah de Gorkha; por último, puso en marcha una Asamblea Constituyente que, desgraciadamente, no termina de alcanzar su cometido.

Estos últimos días han supuesto además para la nueva República Democrática Federal un verdadero esfuerzo añadido. Los distintos grupos parlamentarios son conscientes de que soportan sobre sus hombros el destino del país y no han sido pocas las ocasiones en las que el proceso de paz se ha asomado al borde del precipicio. El riesgo de un nuevo conflicto civil intimida aún al país.

La guerra civil nepalí

Para entender la actual crisis política nepalí hay que remontarse años atrás. En 1996, Nepal se sumergió en un conflicto civil que tras diez años de guerra se saldaría con la muerte de 13.000 personas. Ante el deterioro de la situación social, los guerrilleros maoístas -miembros del Partido Comunista Nepalí- encabezaron una lucha armada contra lo que consideraban una monarquía autocrática y absolutista. Sus premisas se basaban en la reforma agraria, la abolición de la monarquía y la elección democrática de una Asamblea Constituyente.

La respuesta de la comunidad internacional se centró en el apoyo a la bicentenaria dinastía monárquica de Katmandú y en la inclusión de los guerrilleros maoístas en la lista de grupos terroristas internacionales. Tras el 11-S, y bajo la premisa de la lucha global contra el terrorismo, el apoyo occidental al gobierno nepalí se intensificó aún más. Por su parte, la vecina China intentó evadirse de un firme posicionamiento ideológico pero, de todos modos, Pekín fue uno de los grandes abastecedores de armamento del gobierno de Nepal. Como cabía esperar, India también posó sus ojos sobre la región al ver peligrar sus intereses estratégicos y económicos.

A pesar de todo ello, los maoístas fueron poco a poco minando las fuerzas del gobierno y la monarquía del país asiático. En 2001, un extraño suceso daría un giro al rumbo de Nepal: nueve miembros de la familia real, entre ellos el rey, fueron asesinados. El príncipe Gianendra, acusado por algunos sectores de ser el impulsor del múltiple asesinato, ocuparía el asiento vacío del trono. A partir de ese momento el nuevo monarca iría concentrando cada vez más poder en sus manos -en 2002 el parlamento se disolvía-, convirtiéndose en el hombre fuerte sin discusión.

Nada de eso evitó, sin embargo, que en los años posteriores el régimen monárquico fuera perdiendo progresivamente su fuerza, con dificultades crecientes para mantener el control de la situación. Finalmente, en abril de 2006, en Katmandú, la población agotada por el conflicto salió a la calle manifestándose a favor de la destitución del regente.

Primeros pasos hacia la paz

Fue entonces cuando la burguesía nepalí tomó las riendas del país. Se restableció el parlamento, se convocó un referéndum sobre la Constitución y se procedió a la elección de un nuevo primer ministro. Las protestas cesaron y meses después los guerrilleros maoístas decidieron poner fin a la lucha armada, firmar un alto el fuego y unirse al proceso de paz. Desde entonces, los combatientes maoístas han sido confinados a campos monitoreados por la ONU.

En la actualidad, los maoístas forman parte del mayor partido en el parlamento –desde enero de 2009, el Partido Comunista Nepalí, PCN, pasó a formar parte del Partido Comunista Nepal-Maoista Unido, PCN-MU. El rey Gianendra, por su parte, se vio obligado a renunciar a los poderes que concentraba bajo su figura. En mayo de 2008, y tras 240 años de monarquía, Nepal se convertía en una República Democrática Federal y se formaba una Asamblea Constituyente que tendría la misión de redactar una nueva Constitución en dos años (punto central del proceso de paz nepalí).

Ese mismo año el partido maoísta logró lo que nunca antes había conseguido una organización revolucionaria procedente de la insurgencia, dentro de un proceso de paz y compitiendo democráticamente con otros partidos: ganar las elecciones con un amplio apoyo. Sin embargo, a los nueve meses, Prachada -seudónimo de Pushpa Kamal Dahal, el entonces primer ministro- dimitiría de su cargo a causa del desacuerdo con el presidente Ram Baran Yadav sobre la integración en el ejército nacional de los combatientes maoístas y la continuidad de uno de sus más elevados cargos.

Desde entonces el nuevo gobierno a cargo del Partido Leninista-Marxista ha encontrado numerosos obstáculos en el desarrollo de los procesos de paz. Las diferencias entre los distintos grupos parlamentarios han desembocado en protestas en las calles y enfrentamientos entre maoístas y seguidores del partido gobernante. Las críticas sobre la capacidad del gobierno de asumir las labores concernientes a la redacción de la Constitución son, asimismo, constantes.

En este contexto, la pasada semana la administración nepalí se enfrentó a una de las sesiones parlamentarias más trascendentales de su historia. El plazo acordado para la elaboración de la Carta Magna expiraba el 28 de mayo. Los distintos grupos parlamentarios se negaban rotundamente a aprobar un aplazamiento si no dimitía el actual primer ministro, Madhav Kumar, poniendo en riesgo el desarrollo del proceso de paz. Contra todo pronóstico, el 29 de mayo Kumar anunciaba la renuncia de su cargo tras el acuerdo de la extensión del periodo de redacción de la Constitución.

En estas condiciones resulta muy aventurado establecer conclusión alguna sobre el anhelado proceso de paz que ha movilizado a la población nepalí en estos últimos tiempos. Ojalá todos los actores implicados en este largo proceso de salida de la guerra civil y del feroz antagonismo de la vida nacional en la actualidad tengan la suficiente sabiduría política para no enfangarse aún más en planteamientos de corto plazo. Nepal y su población lo necesitan.

Notas:

1.- http://www.crisisgroup.org/en/regions/asia/south-asia/nepal/184-nepal-peace-and-justice.aspx

2.- http://www.reliefweb.int/rw/rwb.nsf/db900SID/MYAI-85W3Q9?OpenDocument&rc=3&cc=npl

3.- http://www.reliefweb.int/rw/rwb.nsf/db900SID/MUMA-85X8XJ?OpenDocument&rc=3&cc=npl

4.- http://www.reliefweb.int/rw/rwb.nsf/db900sid/MUMA-85V4BJ?OpenDocument&rc=3&cc=npl

5.- http://news.bbc.co.uk/2/hi/south_asia/3573402.stm

6.- http://www.nepalnews.com/main/index.php

7.- http://www.europapress.es/internacional/noticia-diputados-nepalies-reunen-capital-solucionar-crisis-politica-20100528122459.html

8.- http://www.revistapueblos.org/spip.php?article571

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