Naciones Unidas interrumpe las ayudas alimentarias en el Sur de Somalia
Lo que representaba una posibilidad en los primeros días de enero se convirtió en realidad en las siguientes semanas: el Programa…
Por Francesco Maria Autolino

Lo que representaba una posibilidad en los primeros días de enero se convirtió en realidad en las siguientes semanas: el Programa Mundial de Alimentos (PMA) de Naciones Unidas ha suspendido sus intervenciones en el sur de Somalia. Las razones son varias: amenazas, asaltos, asesinatos, demandas exorbitantes de dinero a cambio de una supuesta protección para su personal y –recientemente- la última insostenible afirmación por parte del grupo radical islámico Al Shabab de expulsar a todas las mujeres que trabajan en el Cuerno de África.
Actualmente más de un millón de personas, especialmente niños y mujeres, que sobrevivían a través de la distribución de alimentos por el PMA, se encuentran en situación de necesidad.
El 5 de enero el PMA -por medio de una declaración emitida por la sede de Ginebra- consideraba imposible llegar al millón de necesitados en el sur de Somalia, a causa del aumento de intimidaciones y ataques al personal humanitario y las imposiciones de los grupos armados.
Greg Barrow, portavoz del PMA, declaró que la medida es temporal, y que las operaciones continuarán, sin embargo, en el resto del país, incluida Mogadiscio. La decisión se produce tras meses de tensiones con las milicias de los Mujahideen Harakat Shabab, organización islámica radical vinculada a Al Qaeda que ha conquistado ya casi el 80% de Somalia. Los equipos del PMA han sido sometidos a una presión constante, han sufrido ataques, incursiones y robos. El mes pasado, un funcionario de seguridad de las Naciones Unidas fue asesinado en la calle. Hace pocas semanas la sede de Garbahare en el sur, fue atacada y destruida.
A finales del año pasado, el representante de la organización radical, Sheik Ali Mohamud Rage, afirmaba en un ultimátum que el PMA no agradaba a los habitantes y que, acusándolo de ser una espía del occidente, tendría que haber dejado el país durante el mes de enero. La violenta incursión en la oficina de Garbahareè ha sido el signo más fuerte: desde entonces también las demás sedes de de Wajid, Buale, Afmadow, Jilib y Belet Weyne han cerrado.
Antes de llevar al PMA a abandonar Somalia, el grupo de radicales islámicos intentó negociar la presencia internacional en el territorio mediante un pago de 30 mil dólares a cambio de protección. El dinero hubiera financiado la corrupción en la gestión de las ayudas y en particular modo la nueva amenaza de la región representada por la piratería. La ONU rechazó el compromiso y Al Shabab pasó a los hechos: emboscadas, bloqueos en los caminos utilizados por los equipos de distribución, disparos, hasta la última amenaza de echar todas las mujeres operadoras del país. La ONU no se ha plegado ante los integristas no solo por una cuestión ética y de principio sino real, en un país donde la mayoría de las ayudas llegan por el trabajo de las mujeres.
Fuentes: Naciones Unidas, El Mundo, NY Times, World Food Programme