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Llamamiento humanitario 2006. Preparar lo impredecible

ba24

(Para Radio Nederland)
Se ha presentado esta semana el Llamamiento Humanitario de Naciones Unidas para el año 2006, dentro del llamado Sistema de Llamamientos Consolidados (CAP, en las siglas inglesas), que el organismo internacional realiza desde hace algunos años a través de la Oficina de Coordinación de los Asuntos Humanitarios (OCHA). En esta ocasión, visto lo visto en el annus horribilis de 2005, parece que este tipo de cuestiones debieran tomar una especial relevancia y, así, evitar que durante el próximo año se repitan los episodios de sufrimiento y destrucción que nos han asolado en el año que termina. En la memoria de todos están las imágenes del tsunami que destruyó las costas asiáticas a finales de 2004, el éxodo de refugiados y desplazados en Darfur, las imágenes del huracán Stan o el terremoto de Cachemira más recientemente.

El llamamiento de la ONU solicita en esta ocasión 4.700 millones de dólares para tratar de prestar asistencia y protección a más de 31 millones de personas en 26 crisis que afectan de modo crónico a nuestro mundo, y otras 5 ocasionadas por desastres naturales. Mediante este sistema, la ONU trata de introducir cierta racionalidad y coordinación en la respuesta humanitaria, planificando el trabajo de las diversas agencias del sistema, evitando duplicaciones y, sobre todo, intentando distribuir los recursos en función de las necesidades. El año 2005 ha sido especialmente duro en desastres, pero también en la desigualdad en la respuesta humanitaria hacia las diferentes crisis. Así, sólo el tsunami generó unas promesas de ayuda de más de 13.000 millones de dólares, cubriendo prácticamente la totalidad de lo que solicitó la ONU y haciendo que muchas ONG dejaran de solicitar fondos, mientras que para otras situaciones como la República Democrática del Congo, Somalia o Burundi, apenas se recaudó el 50% de lo pedido. En conjunto, el Llamamiento de 2005 se cubrió sólo en un 68%. Para potenciar la rápida participación de los países donantes en la financiación del Llamamiento, el Secretario General de la ONU , Kofi Annan, ha convocado una reunión en Ginebra el próximo 10 de enero. La experiencia de otros años muestra que sólo el 10% del Llamamiento se cubre en los primeros meses, por lo que el Secretario General quiere acelerar el proceso. Junto al Llamamiento, la ONU está intentando que se refuerce el Fondo Rotatorio de Emergencias, hasta llegar a 500 millones de dólares.

Como expresó el Vicesecretario General de la ONU para Asuntos Humanitarios, Jean Egeland, en la presentación del Llamamiento, la comunidad internacional debe ser consciente de las necesidades humanitarias de numerosos sectores de población. Sucede, como Egeland remarcó, que tras la firma de acuerdos de paz o el inicio de procesos de pacificación, que hacen que los donantes se olviden de ciertos países, las necesidades de la población afectada pueden crecer y, sin embargo, los fondos destinados a ellas desaparecen. A ello hay que añadir, el evidente crecimiento de cierto tipo de desastres naturales que, se quiera ver o no, aparecen ligados a un mal manejo de los recursos naturales y al calentamiento climático.

Una de las novedades del Llamamiento para 2006 es que se incluyen también proyectos y acciones de las ONG y del Movimiento Internacional de Cruz Roja y Media Luna Roja. La necesaria coordinación entre todos los actores involucrados en la ayuda humanitaria parece evidente y, sin cuestionar la independencia de instituciones que no forman parte de la ONU , el CAP de este año incorpora la petición de fondos para iniciativas de sectores no gubernamentales. No olvidemos que en casos como el tsunami los fondos de las ONG, provenientes en su mayor parte de fuentes privadas y de la población en general, superaron a los fondos públicos. Cosa que no suele suceder en otras crisis, pero a la que hay que estar atento.

Al acercarse el primer aniversario del tsunami , se están concluyendo ciertas iniciativas de evaluación y, en algunos casos, con consecuencias curiosas. En una visita a la zona afectada en Aceh, el ex presidente norteamericano Bill Clinton, actualmente encargado del seguimiento de las tareas de reconstrucción tras el desastre, realizó unas declaraciones en las que comprometía la ayuda a Asia, pero insinuaba que el remanente debería emplearse en otras crisis como las de muchos países africanos. Al poco tiempo, dado el revuelo generado en Indonesia y Sri Lanka por estas declaraciones, las agencias que habían dado la noticia se vieron obligadas a precisar que, el ex presidente quería decir “una vez que todo el trabajo de reconstrucción se hubiera realizado”. Y, sin embargo, la idea de Clinton parecía bastante razonable en un mundo que responde de modo tan poco equilibrado a las emergencias. Además, según datos suministrados esta semana por la Coalición para la Evaluación del Tsunami, a finales de septiembre se había desembolsado y ejecutado sobre el terreno tan sólo el 20% de los fondos obtenidos tras la tragedia. La capacidad de absorción de los países afectados y de las agencias implicadas en la reconstrucción es limitada y tras la respuesta inicial de socorro, los trabajos son complejos y topan con problemas de propiedad de la tierra, reubicación de poblaciones enteras, discrepancias entre políticas públicas de reconstrucción y prioridades de las ONG, entre otros asuntos, que ralentizan la utilización de los fondos.

En cualquier caso, documentos como el Llamamiento Humanitario, que tratan de preparar mejor a la comunidad internacional ante desastres que nadie desea, pero que sin duda pueden suceder, debiera generar una respuesta más comprometida por parte de los donantes. Esperemos que así sea.

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