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Liderazgo y coordinación en la reconstrucción de Haití

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(Para Radio Nederland)
Pasado ya más de un mes del terremoto que asolara Haití, las tareas de asistencia humanitaria parecen comenzar a funcionar con cierta normalidad, con la urgencia de garantizar unas condiciones de hábitat mínimo a los cientos de miles de haitianos que han perdido sus hogares, y que deben prepararse para la inminente temporada de lluvias.

Desde la perspectiva emergencista es ésta, sin lugar a dudas, la prioridad, aunque ya se han abierto fuertes debates sobre el tipo de soluciones más eficaces: tiendas de campaña de diversos tipos, tiendas mejoradas con algunos componentes rígidos, entrega de techos metálicos y plásticos para autoconstrucción,… y una vez más la demanda de coordinación y de propuestas comunes se ha echado en falta. El propio Vicesecretario General para Asuntos Humanitarios de la ONU, John Holmes, tras su visita al país envió un duro mensaje a los responsables de los «clusters» (agrupaciones temáticas y sectoriales de la ONU y de otros organismos) pidiéndoles mejores resultados tras el caos inicial. Parece así darse cuenta de que la ONU se está jugando en esta crisis una buena parte de su credibilidad como actor capaz de coordinar la respuesta humanitaria.

Pero más allá de los problemas del corto plazo, la mayor parte de la instituciones y organismos que tienen algo que decir en la reconstrucción, refundación -como ha dicho el propio primer ministro haitiano- están tomando posiciones y los primeros datos son también preocupantes. La reunión preparatoria de Montreal, celebrada hace dos semanas, se convocó de modo demasiado apresurado y, por tanto, apenas sirvió para esbozar posibles compromisos. Y aunque todo queda pendiente de la Conferencia internacional, que tendrá lugar definitivamente en Nueva York el 31 de marzo, los diferentes bloques de países con algún interés en participar en la reconstrucción van tomando posiciones. Así, los países de UNASUR, dejando de lado sus discrepancias en otros frentes, han sido capaces de ponerse de acuerdo en algunas cuestiones y todos, en la medida de sus posibilidades, van a aportar fondos al proceso. Para algunos de ellos, cerca de las zonas devastadas y productores de cemento, materiales de construcción y con experiencia previa en estas tareas, como Colombia, Venezuela, Cuba o los del istmo centroamericano, se abren también oportunidades de negocio que, como se ha visto en otros casos, son prometedoras. Queda por ver si el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) condona finalmente toda la deuda que Haití tiene con él y eso daría a los países de América Latina un cierto protagonismo, legítimo en este caso.

Respecto a la Unión Europea, la reunión informal de ministros de desarrollo celebrada en La Granja (España) esta semana, ha permitido avanzar en alguna propuesta de coordinación que remedie, en alguna medida, la mala imagen dada por las instituciones comunitarias hasta la fecha. La propuesta española, que ostenta la presidencia de turno de la UE y ha sido hasta ahora el primer donante europeo en Haití y uno de los tres con embajada propia junto a Alemania y Francia, de realizar la coordinación de los esfuerzos comunitarios desde su Oficina Técnica de Cooperación en el país, va en esa línea de unificar los esfuerzos dando coherencia la conjunto. El que en la reunión hayan participado junto a los responsables europeos el máximo representante de la ONU en Haití, Edmon Mulet, o el responsable de la USAID (Agencia estadounidense de desarrollo) Rajiv Shah, es un avance positivo que debiera preparar las cosas antes de las reuniones de donantes previstas y, sobre todo, de la Conferencia de Nueva York. Lástima que al mismo tiempo algún país europeo deje clara su intención de ir por su cuenta. En efecto, ha hecho falta un terremoto devastador y una crisis sin precedentes, para que, por vez primera en la historia, un primer ministro francés visite su antigua colonia.

En este sentido, la rápida visita de Nicolas Sarkozy a Haití, poco más de tres horas, es un hito histórico que no puede ser minusvalorado y los compromisos financieros asumidos o prometidos, tampoco. Sin embargo, una vez más, Francia trata de ir por su cuenta y se sitúa el margen de las posiciones comunitarias que en ese mismo momento se estaban discutiendo. Comme d’habitude.

En cualquier caso, algo que ha resultado al menos formalmente esperanzador en las declaraciones de unos u otros bloques o grupos de países y de la propia ONU, ha sido el reconocimiento del liderazgo que debe tener el gobierno haitiano en la reconstrucción. Parece que una vez repuesto del shock, el presidente Préval y sobre todo el Primer ministro Bellerive, comienzan a tomar las riendas de un futuro en el que deben jugar un papel fundamental. Sin olvidar el que también les corresponde a las organizaciones de la sociedad civil haitianas y a las ONG internacionales que con ellas están colaborando.

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