Líbano ¿tierra de soldados inmigrantes?
Lo que, entre otras cosas, acaba de mostrar la trágica muerte de seis miembros del contingente español integrado en la FINUL reforzada (de los cuales tres eran colombianos), es la creciente importancia de los soldados extranjeros en las fuerzas armadas españolas. En un proceso similar al que han experimentado otros países que han ido dando el paso a unos ejércitos plenamente profesionales, España ha tenido que recurrir crecientemente a incorporar a filas a ciudadanos de otros países- latinoamericanos y ecuatoguineanos (en función de su mayor cercanía social, cultural, lingüística e histórica)- para intentar cubrir sus previsiones de recursos humanos.
Es un hecho que el modelo de profesionalización no ha funcionado de manera adecuada. Por una parte, la sociedad española, y sobre todos sus jóvenes, no se siente mayoritariamente atraída por la milicia (al menos en la categoría de soldados y marineros). Por otra, las condiciones laborales que se les venían ofreciendo (hoy la situación ha mejorado) a los candidatos no eran suficientemente competitivas en un mercado laboral que plantea otras opciones.
En consecuencia, los inmigrantes se han ido convirtiendo en una alternativa cada vez más clara. Si cuando se inició el proceso de profesionalización, a principios de esta década, los inmigrantes no podían superar el 2% del total de efectivos en armas, hoy ya son el 9%. Esta evolución es más significativa en las unidades desplegadas en el marco de operaciones internacionales de paz, dado que aquí se llega a un 30% del total de la tropa. Estamos hablando de las unidades más operativas, las más susceptibles de ser empleadas en este tipo de misiones, que son precisamente las menos atractivas para el conjunto de los hipotéticos candidatos españoles.
Uno de los elementos que mejor explican este creciente desarrollo viene determinado no solamente por cuestiones económicas (el ejército ofrece un salario garantizado por un tiempo más o menos prolongado), sino cada vez más por el hecho de constituir una vía preferente para obtener la residencia permanente en España e incluso la nacionalidad. Desde la perspectiva de quienes optaron por dejar atrás sus países de origen, en su búsqueda por una vida mejor, la vía militar ofrece ciertas ventajas aunque el riesgo, como acaba de demostrarse una vez más en tierras libanesas, suponga poner en peligro la propia vida.