«Es indispensable contar con mecanismos permanentes y obligatorios de reparto de responsabilidades»
Con motivo de la segunda edición del ciclo «Crisis olvidadas: haciendo visible lo invisible», entrevistamos a Francesca Friz-Prguda, Representante de ACNUR en España.
Nace en Alemania pero mantiene fuertes vínculos en América Latina donde inicia su andadura profesional trabajando, entre otros, en la Comisión Chilena de Derechos Humanos, así como en diferentes ONG tanto en Chile como en Perú.
Su carrera en ACNUR comienza en 1993 en la Sede Regional en México como Administradora de Programas. En 1999 es nombrada Oficial de Formación en la Sede principal de ACNUR en Ginebra hasta 2001 cuando pasa a ser la Responsable Regional de Programas de ACNUR en la Oficina de Budapest, Hungría.
Entre 2005 y 2007 es nombrada Responsable de Programas en Kosovo, año en que se hace cargo de la Oficina de Enlace de ACNUR en Viena, representando al Alto Comisionado ante las agencias de las Naciones Unidas basadas en Viena, así como ante los 57 Estados que forman la OSCE (Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa).
¿Cuál es la situación de los refugiados en la actualidad?
La situación es muy grave. Estamos ante un momento record en número de personas desplazadas desde la segunda guerra mundial. Desde finales del año pasado ya son más de 60 millones de mujeres, hombres y muchos niños y niñas y las previsiones son de un aumento gradual. En los últimos cinco años han estallado 15 nuevos conflictos y si comparamos el patrón que se ha seguido en los últimos años, se ve un incremento enorme en el número de personas desplazadas que pierden su hogar y la protección de su propio gobierno. Se ven menos soluciones duraderas, 10 años atrás se contabilizaba poco más de la mitad del número de personas desplazadas que hay hoy y había muchas más soluciones (retorno, integración y reasentamiento). No obstante, el año pasado, a pesar de haber un número mucho más elevado, solo se dieron una décima parte de las soluciones previstas.
A nivel político, estamos ante una situación geopolítica muy distinta de años atrás. Hoy en día, el mundo está muy fragmentado, vivimos un momento multipolar con muchos más actores formales e informales y numerosos intereses compartidos y enfrentados.
Siria, Siria, Siria, pero ¿qué pasa con el resto de crisis humanitarias que están provocando miles de personas desplazadas internas? ¿Crees que esta macrocrisis siria y de los refugiados en Europa está invisibilizando otras crisis de refugiados también graves?
Cualquier persona cuenta, sea siria, sea perseguida por su orientación sexual o por cualquier razón que obligue a huir. Al hablar de la crisis de refugiados, hablamos de una situación en la que se están viendo obligadas a desplazarse alrededor de 15 millones de personas procedentes de Siria, Libia, Irak. Son los países vecinos que acogen al mayor número de personas.
En este país existe la percepción de que las personas que sufren esta situación son solo procedentes de Siria, Irak, Libia y Palestina. No obstante, es cierto que existen muchas más crisis en África subsahariana en países como Sudán del Sur, norte de Mali, República Centroafricana, Congo, Somalia…
Es muy importante que las organizaciones humanitarias no pierdan de vista el sufrimiento de todos y todas.
El martes hablábamos de las revueltas árabes y parecía que una crisis no es crisis y no atrae interés cuando es constante (como el caso de Irak o como es el caso de los refugiados libios, sirios desde hace años). Casos como el de Somalia en Kenia son constantes, por lo tanto, no son noticia… ¿Qué opinas? ¿Crees que es así?
Este es un punto muy clave. Hace 10 años hablábamos de conflictos prolongados en el tiempo. Ahora hablamos de emergencias prolongadas. Antes se podía hablar de conflictos congelados, que disminuían de intensidad o que se llegaban a resolver. Sin embargo, hoy en día tenemos emergencias casi en todos los continentes que han pasado a durar hasta décadas.
No es solo que no llame la atención de los medios, sino que lo que es más preocupante es que pierda la importancia para los donantes. Desgraciadamente, va un poco ligado y no debería. La comunidad internacional debería tener la responsabilidad de no solo reaccionar ante lo que sale en la CNN o BBC, sino de tener en el radar todas las crisis hasta cuando nos son mediáticas y tratar de apagar los fuegos en donde se pueda.
ACNUR trabaja para paliar las consecuencias de estas crisis, pero no las puede solucionar. Son los Estados del mundo que deberían solucionarla con decisiones políticas, esos mismos Estados que están nutriendo esta crisis, bien enviando armas o porque apoyan el conflicto de alguna manera.
Lo ideal sería que en una macrocrisis como la de Siria existiera un interlocutor legitimado política y moralmente que reuniese a todos los actores involucrados en una mesa. Al fin y al cabo de este tipo de crisis, nadie sale ganando, todos los países del mundo terminarán perdiendo.
¿Este poder mediático de centrar la atención en una sola crisis e ignorar las demás «favorece» la financiación en estos momentos con tantas necesidades?
Los fondos se han casi triplicado en la última década. No obstante, las necesidades han aumentado mucho más. Es cierto que tenemos mayor financiación, pero tenemos una menor capacidad de cubrir esas necesidades.
¿Existe algún instrumento que penalice o que ejerza presión sobre los Estados?
ACNUR trabaja de acuerdo a su mandato. Nos encargamos de asesorar a los gobiernos en identificar lagunas en su actuación, en su legislación y en su práctica; y les orientamos para rectificarlas. Es evidente que algunos Estados nos escuchan y algunos no tanto, si bien hay que decir que, por ejemplo, en el caso de España hemos podido observar rectificaciones positivas, no ocurre siempre. Para estos últimos, existen métodos de presión para reorientar prácticas contrarias a las obligaciones internacionales. Por un lado, está el camino mediático. Nadie quiere ser del club de los países ricos y democráticos y, al mismo tiempo, señalado por violaciones constantes y permanentes de los derechos humanos.
Y por otro lado, existe la vía judicial que parte de un nivel nacional y al agotar todos los recursos, se puede elevar a nivel europeo o internacional.
Estos son los instrumentos con los que contamos, pero yo confío más en encontrar puntos en común a través del diálogo y de los valores fundamentales que se comparten, aunque se tengan orientaciones ideológicas distintas.
¿Qué opinión te merece el comportamiento de países como Hungría o Croacia? ¿Cuál debería ser la reacción del resto de Europa?
Es una situación muy compleja. Es fácil juzgar desde la distancia y es sumamente difícil regular una corriente de personas sumidas en la desesperación que han perdido todo lo que tenían. Lo que ha sucedido en estos países ha sido una situación de acción-reacción ciega por el pánico y no reflexionada. Evidentemente esto no libera a estos países de la obligación de proteger, de mantener las fronteras abiertas y de gestionar los movimientos de refugiados y refugiadas como de migración.
Las reacciones que se están viviendo en Europa evidencian el resultado directo de lo que pasa cuando no se gestiona este tipo de fenómeno. Una Europa que habla de sí misma como una unión regional, pero que no actúa como tal. Estamos viendo 28 países actuando de forma unilateral con total incoherencia y sin ningún tipo de diálogo entre ellos. La imagen es de caos ilimitado y mucho sufrimiento. Siempre hay que recordar que no es un crimen buscar asilo y protección.
¿Qué pasa con las personas desplazadas internas sobre los que no existe ningún estatuto de protección que «obligue» a los Estados? Desde tu experiencia, ¿son estos los más vulnerables?
Es evidente que la situación dentro de un país en conflicto es siempre mucho más complicada que la de los que atraviesan sus fronteras.
Es cierto que a nivel legal internacional de obligaciones, los Estados tienen la obligación absoluta de proteger a su población y de esta ningún país se escapa. De ser así podría ser procesado y llevado ante los tribunales. El marco internacional de derechos humanos en combinación con los Principios Rectores de desplazamientos internos de Naciones Unidas que prácticamente todos los Estados del mundo está apoyando, ofrece el marco legal suficiente para la protección de esta población. Obviamente si el gobierno es el responsable de las causas por las que estas personas se ven obligadas a desplazarse, el peso cae en la comunidad internacional. Es aquí cuando nos encontramos con la inefectividad del Consejo de Seguridad para evitar conflictos o tratar de resolverlos.
Vemos una tendencia de cada vez menos respeto a las obligaciones internacionales de los Estados de proteger a los refugiados. El marco legal existe, el problema es llevar a cabo la implementación. Para ello necesitamos paciencia…una «paciencia ardiente».
¿Qué les pides a los Estados de la UE?
Muchas cosas. Lo que pedimos desde ACNUR es que realmente sobrepasen su discordia sobre aspectos muy importantes, muy urgentes y de absoluta emergencia humanitaria que ahora vemos en Europa. Una de las cuestiones que pensamos que va a ser indispensable, pues el flujo de refugiados no va a cesar, es contar con mecanismos permanentes y obligatorios de reparto de responsabilidades. No hablo necesariamente de cuotas, sino de un nivel drástico de implementación, de solidaridad y de confianza entre los 28; que realmente se convierta en una unión. Por lo tanto, no consiste en que uno o dos países absorban el 80% de los refugiados. No es justo y divide políticamente a los Estados de la Unión. Pensamos que es en el interés de todos tanto política, como demográfica y culturalmente de superar esta división.
A parte de este mecanismo, pedimos crear vías legales para que refugiados que están en países de primera acogida como Turquía, Líbano o Jordania puedan ser acogidos y acogidas en Europa de forma segura.
Desde ACNUR hemos pedido a los 28 que apliquen de forma más generosa la reunificación familiar y la posibilidad de ofrecer becas. Estamos promoviendo también la idea de la introducción de la figura de visados humanitarios para que personas vulnerables tengan la oportunidad de solicitarlo en los consulados desde su propio país. Con el objetivo de salvar vidas, socavar el negocio de las mafias y para honrar las obligaciones internacionales de proteger a las personas refugiadas del mundo.