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“Las personas desplazadas internas son el grupo más ignorado, más olvidado…”

 

Debarati_Guha-Sapir

Debarati Guha-Sapir es actualmente profesora titular en la Universidad Católica de Lovaina. Realizó sus estudios de epidemiología en la Universidad de Calcutta, Universidad de Johns Hopkins y Universidad Católica de Lovaina, donde se doctoró en epidemiología. Desde 1990, es la directora del Centro de Investigación sobre la Epidemiología de los Desastres (CRED).

Su investigación se centra, en gran medida, en zonas expuestas a desastres en Asia, África y América Latina. Creó la base de datos «EMDAT» sobre desastres naturales, herramienta de referencia internacional, así como desarrolló la base de datos «CEDAT» en materia de conflictos. Escribe con frecuencia artículos en periódicos internacionales y participa de forma activa con los gobiernos nacionales, la Unión Europea y Naciones Unidas, con el fin de contribuir a la mejora del impacto de la ayuda humanitaria. Ha sido elegida miembro de la Académie Royale de Médecine de Belgique y recibió el Premio Peter Safar de la World Association of Disaster and Emergency Medicine.

El CRED se encarga de investigar sobre desastres naturales y aporta información relevante y contrastada sobre sus consecuencias. ¿Cómo se llevan a cabo?

Algunas de las investigaciones que llevamos a cabo se deciden a partir del tipo de relación que tenemos con las ONG al trabajar en el terreno, ya que necesitamos tener socios operacionales, mientras que el CRED lleva la parte académica y científica. Esta forma de trabajo hace que sea una investigación complementaria.

Un ejemplo muy reciente. Hace alrededor de un año y medio, el Comité Internacional de Rescate (IRC) nos pidió apoyo con una investigación en la región de Uganda, próxima a la frontera con República Democrática del Congo, que se hallaba inmersa en un conflicto. Identificaron que tenían un grave problema con casos de infecciones respiratorias en bebés. Se debatió mucho cuál era la mejor forma de suministrarles tratamiento. Desde el CRED, éramos conscientes de la situación de extrema inseguridad que estaba viviendo la región. Había grupos de voluntarios y voluntarias en los pueblos de las zonas rurales haciéndose cargo de llevar un control de los bebés y de la administración de los medicamentos. La investigación que querían llevar a cabo se centraba en dilucidar si el servicio ofrecido por voluntarios gozaba de la misma calidad que la aportada por el Ministerio de Salud. La cuestión era: ¿Pueden las madres de los pueblos dar un mejor servicio que el que daría una persona de fuera?

Aceptamos y diseñamos una investigación. Estuvimos en el terreno con los equipos y realizamos un estudio comparativo con pueblos con trabajadores/as sanitarios/as y con otros llevados por madres voluntarias. Generalmente, cuando se sufre una situación de guerra resulta mejor contar con personas locales que invitar a gente de fuera, ya que es complicado que vengan. Y también es una cuestión de confianza de la comunidad local.

Otro tipo de investigaciones lideradas por el CRED pueden ser requeridas por organizaciones humanitarias, aunque por normal general es el CRED el que decide iniciarlas si considera que existe algún asunto no tratado y necesita tener un seguimiento y un análisis riguroso científico. De esta forma, surge el estudio sobre Siria, decidimos hacerlo a partir de la financiación que se nos concedió.

El CRED, centro de referencia en materia de desastres, cuenta con estudios exhaustivos que ofrece información de calidad como es el ejemplo del Annual Disaster Statistical Review y otros informes ya publicados. ¿Cuál es considerado el continente más afectado? ¿Por qué?

Asia es el continente más afectado. La situación geográfica no ayuda. Se encuentra en una zona de alta actividad sísmica y volcánica (Filipinas, Malasia e Indonesia). También cuenta con enormes ríos y deltas que pueden conllevar graves inundaciones. Además, es un foco de terremotos. Es una zona muy activa y problemática para la población.

No creo que sea cuestión del tamaño del continente, sino de la densidad de población. Por ejemplo, África es un continente enorme también pero menos densamente poblado. Por lo tanto, el impacto que tiene un fenómeno natural cuando sacude Asia es mucho mayor que cuando azota otras regiones del planeta.

Entonces, podríamos decir que existe una relación en el incremento de población con el aumento del impacto de los desastres naturales…

Por supuesto que existe una conexión. El incremento de la demografía y la densidad de población en zonas de riesgo es un problema. Por ejemplo, si hace 30 años ocurriese el mismo terremoto en India o Turquía, habría tenido un impacto mucho menor. Este problema se agrava a medida que pasa el tiempo.

En 2014, se registraron 324 desastres y, a pesar de ser muchos, ha sido el año con casos recogidos más bajo de la última década. Un nivel más bajo aún que la media entre los años 2004 y 2013 que fue de 384 desastres. ¿A qué crees que se debe este descenso de las cifras? Parecía que la tendencia iba en aumento…

Entre los últimos cuatro y cinco años el número total de desastres se ha estabilizado. No obstante, es mucho más alto que hace 30 años. Por entonces, la cifra era de 250 desastres por año. Se dio un incremento constante durante un largo periodo de tiempo y, pese a que las cifras dicen que en los últimos cinco años se ha podido observar una ligera disminución, todavía no podemos llamarlo «tendencia».

Es preciso destacar también que, aunque el número de desastres en términos absolutos ha disminuido, la cifra de desastres relacionados con el clima (inundaciones, en particular) se ha incrementado de forma considerable.

De acuerdo con el último Annual Disaster Statistical Review 2014, observamos que la media global de desastres se ha reducido. No obstante, en Europa, la media se ha mantenido constante con especial presencia de desastres hidrológicos (el 93% de los acontecimientos en Europa). ¿Por qué se ha visto este aumento en este tipo de desastres?

Las inundaciones han aumentado y son cada vez más intensas. Hace 30 años, solían ser acontecimientos menos violentos. Solía tardar entre tres y cuatro días hasta que el agua subía de nivel. Hoy en día, es cuestión de horas.

En este sentido, lo que creo que ocurre es que el incremento de daños producidos por inundaciones urbanas está íntimamente relacionado con la urbanización. Hay demasiado cemento, demasiadas carreteras, aparcamientos y centros comerciales. Superficies enormes cubiertas que no permite que el agua fluya. Las ciudades de hoy en día no están adaptadas, no es un problema climático.

¿Qué nos puedes decir de la aplicación de nuevas tecnologías para mitigar el impacto de los desastres? ¿El CRED trabaja en este campo de investigación?

Queremos trabajar con el uso de los teléfonos móviles para informar de las personas fallecidas en zonas rurales remotas o en situación de conflicto. Existen usos interesantes de la tecnología como puede ser el examen de diagnóstico rápido en zonas de conflicto en situaciones en las que el o la paciente no puede ir hasta el hospital más cercano.

Cuando se oye hablar de «desastres», automáticamente nos viene a la cabeza «desastres naturales», pero existen desastres antrópicos, producidos por el ser humano. Hoy en día, se dan numerosos desastres derivados de los conflictos armados y sus consecuencias… En Siria, por ejemplo, la crisis de refugiados es de todo menos una crisis silenciada, pero, ¿no crees que solo es en parte? Háblanos de la situación que están viviendo las personas desplazadas internas que no suelen aparecer en los medios…

Hemos llevado a cabo trabajos en Sudán, Etiopía y Somalia; y nos hemos dado cuenta que el grupo de personas más vulnerables son las personas desplazadas internas. Ni las personas que viven en zonas de conflicto, ni las personas que han cruzado una frontera, sino aquellas que han abandonado la zona de conflicto, pero no se han movido a otra ciudad. Estas son las personas que tienen un mayor riesgo de enfermar e incluso de muerte; a menudo son las menos vacunadas. Es el grupo más ignorado, más olvidado; pues carecen de estatuto que las proteja. Para un país, tener a personas desplazadas internas es un tema muy sensible, pues muestra que el gobierno no puede hacer frente a una crisis de este carácter, así que son ellos mismos los que lo silencian.

A menudo los grandes desastres parecen más importantes que los pequeños. No obstante, en ocasiones, estos pequeños contabilizan un mayor número de víctimas mortales, personas afectadas y pérdidas económicas. ¿Qué piensas sobre esto?

Los pequeños desastres suelen ser los más frecuentas. No podemos culpar a los medios de comunicación, las personas que trabajan en este campo buscan el espectáculo, sino nadie les leería. Considero que no es justo culparles. Lo que debería ser más importante es que se presionase más a los gobiernos locales para desarrollar programas que les permitan lidiar con estos desastres: programas de empleo, distribución de alimentos, etc. La comunidad internacional debe ejercer presión sobre estos gobiernos con el objetivo de ser más responsables con respecto a sus propios países.

De acuerdo con las investigaciones y los datos con los que cuenta el CRED, ¿cuál sería la tendencia que parece marcarse?

Creo que el mundo ha progresado considerablemente en los últimos 10, 20 años. Las organizaciones humanitarias se han profesionalizado mucho. Desde el CRED, creemos que de acuerdo con la dirección que está tomando los desastres naturales, las inundaciones deberían ser la gran prioridad. En lugar de llevar a cabo proyectos aquí y allí, tendría que haber un gran plan a nivel global, pues se trata de un problema de todos los países. En cuanto a los desastres provocados por el ser humano, en varias zonas los conflictos se han resuelto o, al menos, se han estabilizado. No obstante, creemos que la región de Oriente Medio va a seguir empeorando. Europa debería desarrollar una política que estabilice esta zona a largo plazo.

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