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Las Flores de América: las mujeres trabajadoras y sus luchas laborales.

 

8marzo

8 de marzo de 1911, la ciudad de Manhattan se prepara para llorar a más de un centenar de mujeres que trabajaban en una empresa textil y murieron mientras realizaban una huelga pidiendo mayor seguridad y mejores condiciones de salud en el lugar de trabajo y protestando por los bajos salarios que recibían. Los dueños de la fábrica habían cerrado las puertas para que estas obreras no pudieran comunicarse con otras mujeres sindicalistas, cuando el edificio ardió en llamas, atrapando con él a todas las trabajadoras.

Lo ocurrido ayudó a sensibilizar y acercar a las mujeres que, desde distintos países reivindicaban los mismos derechos. Año tras año, los hombres y mujeres de todo el mundo salen a la calle, para en este día, seguir reivindicando nuevas condiciones para la consecución de una sociedad más igualitaria y justa. A pesar de que algunos lo consideren una superficialidad (ya que los reconocimientos deben ser constantes y no una felicitación impuesta en determinado día del año por algunas instituciones), y otros lo consideren una discriminación respecto al sexo opuesto (como no hay Día del Hombre Trabajador, pues hay quienes lo ven como un agravio), es en definitiva, esencial recordar que una de las principales luchas de la mujer en la historia ha sido y sigue siendo su acceso y derecho al trabajo.

En este sentido, no podemos olvidar la lucha de muchas mujeres por su trabajo, no solamente a lo largo de la historia, sino en la actualidad, y no sólo en nuestro país, sino por todo el mundo, y especialmente en aquellos países en conflicto o en situación de crisis humanitaria dónde, si la vida es difícil de por sí, lo es aún más por ser mujer y aun más por ser mujer trabajadora. En este contexto y en este día, habría que mencionar, como homenaje, la lucha llevada a cabo por las maquiladoras mexicanas, y por las mujeres de las flores colombianas, como ejemplo de otras muchas mujeres, que en situaciones muy difíciles siguen luchando por la normalización del trabajo, así como por la igualdad y equidad en el acceso y desarrollo de sus derechos humanos en general, tanto sociales, como políticos y ciudadanos.

El sistema patriarcal en el que vivimos es un sistema basado en las diferencias de poder entre mujeres y hombres, y por tanto en el dominio de los hombres sobre las mujeres. Gran parte de ese poder se basa en un distinto acceso a los recursos económicos como la tierra, el capital o el empleo, lo que ha limitado enormemente la autonomía y la libertad de las mujeres y las ha llevado a una situación de dependencia. A eso habría que unir el haber asignado a las mujeres casi de manera ‘natural’ los trabajos de cuidados no remunerados que han redundado en esa falta de autonomía y libertad.

El Día de la Mujer Trabajadora sólo tiene sentido, si las mujeres nos organizamos y luchamos por construir una sociedad distinta. En la sociedad capitalista, todo es mercancía y las mujeres podemos dar fe de ello. Por lo tanto y con más razón debe comprenderse, lo que para la ideología dominante significa banalizar una fecha que puede ser una vía o herramienta que permita socavar sus bases. Organizarse y luchar por lograr cambios o mejoras en la calidad de vida, y a largo plazo, una sociedad distinta y más justa, es precisamente lo que hacen muchas mujeres trabajadoras en el mundo, y son, concretamente las diversas luchas de muchas mujeres del continente americano, las que ocupan este articulo que pretende homenajear las capacidades y la fuerza de todas estas mujeres cuya situación aun debe de cambiar, y mucho, para lograr la deseada igualdad de género en todo el mundo.

Las mujeres en el contexto de crisis mundial

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La aportación inestimable de las mujeres a lo largo de la historia en todas las esferas sociales, ha sido silenciada de manera intencionada, por lo que habría que aprovechar este día, apropiado para la reflexión sobre las discriminaciones sufridas por las mujeres, para alzar la voz en nombre de todas ellas, y visibilizar sus arduas luchas, desde la antigüedad hasta nuestros días.

 

La evolución del empleo femenino es variable en función del territorio pero, no obstante, las mujeres comparten en todo el mundo, índices considerablemente mayores de precariedad, informalidad y desempleo, que los hombres:

Según la Organización Internacional de Trabajo (OIT), más del 60 por ciento de las trabajadoras se encuentran en todo el mundo en empleos informales. Esta cifra excluye el sector de la agricultura, que aumentaría aún más el porcentaje. Con la creciente liberalización del comercio, las mujeres se han convertido en la mano de obra flexible por excelencia en los sectores más intensivos y competitivos del mercado global. Un ejemplo de esto, es que muchas mujeres centroamericanas o del Sur de Asia se emplean por ejemplo en las maquilas, el eslabón inferior de las cadenas de producción en las fábricas para las grandes corporaciones multinacionales. En los países del Norte, las mujeres se concentran en los servicios, con empleos altamente precarios, temporales y a tiempo parcial. Los sectores de actividad feminizados comparten a menudo un bajo prestigio social y salarios reducidos. La brecha salarial de género, que puede llegar en algunos países hasta casi el 40 por ciento, es un hecho irrefutable y un factor que influye fuertemente en la feminización de la pobreza.

Estamos en una grave crisis económica y sistémica que se ceba principalmente en las mujeres, sobre todo y precisamente en el ámbito laboral, que es discriminatorio por definición, ya que sigue siendo el mayor agente de desigualdad de género, y deriva en índices de paro alarmante, precariedad en el trabajo, contratos a tiempo parcial, etc., abriendo aún más la brecha que conduce a un incremento en el índice de desigualdad y vulnerabilidad (alto nivel de violencia de género).

Las mujeres siguen teniendo menor tasa de actividad; el salario que cobran es entre un 15 y un 30% inferior al de los hombres; en situación de desempleo, cuentan con menores prestaciones; menos trabajo; menor sueldo…y más cargas, ya un nuevamente, como ya ocurriera en nuestro pasado colectivo histórico, es en quienes han recaído la mayor parte de las cargas familiares y cuidados. En definitiva, más feminización de la pobreza.

Si esto es así en Europa, la feminización de la pobreza, y la situación laboral de las mujeres es en general, mucho más alarmante en países menos «desarrollados».

En este punto, vale la pena hacer mención de un sector que mundialmente, carece de reconocimiento laboral y retributivo, pero que no obstante, recae históricamente en las mujeres: es el sector de los cuidados, es decir, el sector doméstico que además, en el contexto de crisis mundial que vivimos, agrava aún más la situación de la mujer, especialmente en aquellos países donde las mujeres carecen de apoyos.

Crisis sistémica, crisis de los cuidados, crisis domésticas

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Ya estamos acostumbradas a escuchar que la crisis que estamos viviendo no es tan sólo una crisis económica. Sin duda, nos encontramos también ante una crisis ecológica y, en muchas partes de este planeta, ante una crisis alimentaria y en definitiva, sistémica. Sin embargo, se sigue hablando poco de la crisis de cuidados que describe la quiebra de este modelo en el que los cuidados son asumidos prácticamente en exclusiva por las mujeres, mientras que el Estado, las empresas y el género masculino se han desentendido del sector, nuevamente.

 

Esta crisis se ha convertido en una grieta tan profunda que es capaz de canalizar flujos migratorios masivos en forma de cadenas de cuidados en las que las inmigrantes de países del Sur asumen el trabajo de cuidados que han dejado de proporcionar las mujeres del Norte debido a su incorporación al mercado de trabajo.

Una mención especial merece en este contexto la actitud de muchos hombres hacia el trabajo de los cuidados, sobre todo en América Latina, aunque porqué no, también en la mayor parte del mundo, ya que sigue marcado por grandes resistencias frente a algunos incipientes y tímidos cambios. Y es que una verdadera transformación de la distribución sexual del trabajo y de las relaciones de género es imposible sin un trabajo intenso por parte de los hombres en superar la «masculinidad hegemónica», abriendo el camino hacia otros modelos, modelos que a ellos también podrían resultarles liberadores. Sin minimizar en absoluto las consecuencias que acarrean las órdenes patriarcales para las mujeres, los hombres gozan de su dedicación en exclusiva al trabajo remunerado y su ausencia en las tareas del cuidado les facilita una mayor autonomía económica y social, pero les priva de una existencia plena y de una mayor presencia social. De ahí que la meta futura sea llegar a armonizar el trabajo remunerado y el trabajo de cuidados entre ambos géneros.

Las trabajadoras rurales en Centroamérica

En ningún país del mundo las campesinas tienen reconocidos sus derechos como trabajadoras. Las mujeres trabajan de forma anónima tierras de las que no son titulares, o bien, aparecen como quien ayuda al hombre de la familia sin que ella figure como trabajadora ni pueda disfrutar de derechos laborales. En ocasiones, entran en el mercado laboral agrícola pero en puestos de baja cualificación, no tecnificados, mal remunerados y llegando a cobrar hasta la mitad que un hombre por el mismo trabajo.

Por último, otro aspecto a analizar sobre la vida de las mujeres campesinas es el de la violencia hacia las mujeres. Las mujeres campesinas enfrentan diversas formas de violencia que deben ser entendidas desde una visión integral (simbólica, económica, física, verbal, sexual y psicológica). El área rural se caracteriza por ser un espacio en el que prevalecen el sexismo y las tradiciones machistas, donde la violencia hacia las mujeres es socialmente legitimada y a menudo encubierta por la propia familia que presiona a las mujeres para callar y aceptar su subordinación. En algunos casos la propia disposición de las viviendas, bien por estar constituidas por un espacio único, bien por encontrarse aisladas y dispersas en el campo, favorece los casos de violencia hacia las mujeres. La falta de servicios sociales de apoyo a las mujeres en el área rural supone una dificultad añadida. Además, en su mayoría carecen de independencia económica lo que las coloca en una posición vulnerable, con escasas salidas y con mayor riesgo de enfrentar violencia de género.

Los Planes de ajuste estructural (PAE) han tenido y tienen un efecto devastador sobre los derechos humanos y sobre las condiciones de vida de los sectores mayoritarios de la población, en particular sobre las mujeres pobres, rurales e indígenas. Las políticas económicas aplicadas en la región entre 1990 y 2008 han incidido de manera distinta sobre hombres y mujeres, lo que se debe a los distintos roles socialmente asignados, a las desigualdades en la disponibilidad y en el acceso a activos productivos y a las relaciones asimétricas de poder. Estas diferencias significan para las mujeres más pobreza, especialmente pobreza de tiempo, y mayor precariedad en sus condiciones de acceso a la economía productiva.

Esto ha significado para las mujeres rurales un aumento de su jornada de trabajo, ya sea para realizar actividades de producción y/o comercio para generar ingresos o para trabajar huertos o agricultura de patio de forma no remunerada para el cultivo, recolección y/o procesamiento de alimentos para las familias. En ambos casos, esta crisis alimentaria se traduce para las mujeres en más carga de trabajo, menos tiempo disponible y mayor estrés emocional y físico, así como en un mayor riesgo de desnutrición de mujeres, especialmente embarazadas y madres lactantes.

En segundo lugar, la presión del FMI y del BM sobre los gobiernos para que disminuyan el gasto corriente se traduce en disminución de subsidios a las familias, aumento en las tarifas de servicios y menor acceso a bienes y servicios públicos. En muchos países centroamericanos es una realidad cotidiana el desabastecimiento de medicinas y equipo médico quirúrgico en los hospitales de la red pública de salud, lo que provoca una mayor carga de trabajo no remunerado de las mujeres, obligadas socialmente a hacerse cargo de los cuidados de personas enfermas, mayores y/o con discapacidades.

El Salvador y las maquilas

Pese a que la maquila constituye uno de los sectores en los que se asienta la economía salvadoreña (representa el 45 por ciento de las importaciones del país), poco se conoce de las condiciones laborales que se imponen dentro de las zonas francas y que trascienden el control gubernamental. La dificultad de acceso a las fábricas, unida a la represión histórica de la sindicación, obligó a las trabajadoras a crear una estrategia territorial que evitara que las obreras fueran identificadas como mujeres organizadas dentro de la maquila. Para ello, decidieron asentarse en Santo Tomás, lugar de residencia de la mayoría de las obreras que trabajan en las zonas francas de alrededor del municipio, a 20 kilómetros de San Salvador.

Las zonas francas son territorios prácticamente impenetrables rodeados por alambres de espino y vigilados por cámaras de seguridad y guardias armados. Nadie puede entrar o salir del área sin identificación o sin la autorización previamente solicitada y concedida por parte de alguna de las empresas. El resultado es que sólo el testimonio de las trabajadoras puede arrojar algo de luz sobre las condiciones que sufren miles de personas a las que no se les respetan las más mínimas garantías en sus derechos laborales. En un informe realizado en el que se revelaron las condiciones laborales en la fábrica Ocean Sky, se recogieron las denuncias de gritos y amenazas por parte de los supervisores como medio de presión para alcanzar las metas impuestas.

Las humillaciones, habituales en la fábrica, y la existencia de un salario mínimo de 187,60 dólares mensuales han convertido el trabajo en la maquila textil en uno de los trabajos donde existe mayor explotación y precariedad, acompañadas de la mayor impunidad. A pesar de que la Ley de Zonas Francas garantiza los derechos laborales de las personas empleadas, jamás se le han retirado a ninguna fábrica los incentivos fiscales con los que la norma condena y sanciona a las empresas que violen el cumplimiento de los derechos expresados en dicha ley.

Según datos de la revista Pueblos, en su número 55, gracias al hermetismo con el que operan las transnacionales dentro de las zonas francas no ha sido posible conocer detalladamente las condiciones en las que trabajan las obreras. Aún menos se conoce el trabajo en las maquilas textiles de las costureras, cuya labor permanece aún más invisible y de la cual, ni siquiera tiene constancia el Ministerio de Trabajo. Se trata pues, de las bordadoras que realizan desde su casa las piezas de bordados que después se incorporan a los vestidos. Estas bordadoras, son costureras a domicilio sin relación laboral con la fábrica, a pesar de que algunas cosen desde hace años para la misma empresa. Actualmente se trabaja para visibilizar a este colectivo de mujeres, que ni siquiera cuenta con los escasos derechos de las trabajadoras asalariadas de las fábricas y a las que se les dice cuánto van a cobrar por cada pieza una vez que ha sido entregada, normalmente, entre dos y dos dólares y medio. En el marco de la estrategia parar visibilizar y reconocer la aportación de estas trabajadoras a la economía del país, cada 5 de julio distintas organizaciones feministas y sindicales marchan por la declaración del Día Nacional de las Trabajadoras de la Maquila, y aunque es un paso enorme en el contexto del país, no deja de reflejar, el largo camino pendiente de recorrerse todavía.

El impacto económico de la maquila se equipara al volumen de mano de obra que precisa. Se estima que unas 81.000 personas, la mayoría de ellas obreras con baja cualificación profesional, trabajan como asalariadas para la maquila, lo que convierte al sector en una de las pocas opciones de empleo formal para las mujeres en El Salvador.

Para los movimientos que trabajan desde hace años por la defensa de los derechos laborales y humanos en las maquilas, la reforma de la ley actual se convirtió en una oportunidad para acabar con la impunidad de las fábricas. Este fue el caso de Mujeres Transformando (MT), organización que desde hace una década lucha por la defensa de los derechos y el empoderamiento de las obreras y cuya lucha todavía sigue, habiendo alcanzado muchos logros notables como la toma de conciencia de las trabajadoras como sujetos de derechos, algo que ha sido clave para la denuncia de abusos dentro de las fábricas.

Según la mencionada revista, gracias a la colaboración que se obtuvo desde el interior de la maquila, se pudieron conocer las marcas para las que cosía Ocean Sky y en qué medida se vulneraban los derechos de las trabajadoras. La información se recopiló en un informe con el que los grupos de consumo en los países del Norte presionaron a marcas como Adidas, Reebok Puma o GAP entre otras, para que velaran por el cumplimiento de los derechos laborales en las empresas que fabrican su ropa. Las repercusiones de aquel informe publicado en 2011 todavía dan sus frutos y se hacen más visibles con las primeras capacitaciones a las operarias, que darán comienzo en pocas semanas.

Además, con la ayuda de MT, se recopilaron todas las propuestas de las trabajadoras, para elaborar una propuesta de reforma de ley, a la que se sumaron distintas organizaciones feministas y sindicales con el fin de diseñar los mecanismos legales para impedir que las maquilas evadieran el cumplimiento de la legislación y continuaran con los abusos perpetrados diariamente hacia sus trabajadoras.

El proceso que comenzó hace más de un año se materializó el pasado octubre cuando las once organizaciones que habían participado en la redacción del texto presentaron en la Asamblea Legislativa la propuesta de reforma, compuesta por 22 artículos dirigidos a garantizar el cumplimiento del artículo 29 de la actual ley, en la que se regulan los derechos laborales en las maquilas.

El texto incluye una serie de medidas para mejorar las condiciones en el interior de las fábricas, y para acabar con prácticas habituales que atentan contra la dignidad de las obreras, como las pruebas de embarazo y de VIH o revisiones abusivas para controlar la sustracción de materiales.

Desde Mujeres Transformando se resalta que esta propuesta de reforma es la única que recoge la voz de las trabajadoras a las que afecta la norma, aunque las trabajadoras no se engañan y son conscientes de que la entrada de la propuesta de reforma en la Asamblea Legislativa sólo es un paso más para lograr el cumplimiento de los derechos laborales.

Las trabajadoras de flores en Colombia

La explotación florícola y la exportación de flores frescas cortadas en Colombia (hoy en día, primer producto de exportación de agricultura no tradicional en el país), tiene su origen en los años sesenta, incrementándose desde entonces su producción y de manera especialmente acelerada en las últimas décadas. Es un sector que cuenta con todo el apoyo del gobierno colombiano y múltiples facilidades tributarias y arancelarias. Dentro de esto, las mujeres son ceca del 65% de la fuerza laboral del sector y entre ellas, el 30 % aproximadamente son mujeres cabeza de hogar. Es decir, el sector floricultor emplea principalmente a mano de obra femenina. Esto sirve para dar una imagen exterior de oportunidad a la mujer trabajadora y de beneficios, aunque tristemente, la realidad es que pese a tener trabajo, se trata en su mayoría de trabajos mal remunerados y muy precarios.

La presión sobre las mujeres es cada vez mayor ya que el sector quiere aumentar sus ganancias, por lo que se les exige una mayor productividad en cuanto a sus objetivos diarios, y éstas no pueden rehusar, siendo sus empleos en este sector el único sustento diario percibido y su única posibilidad de acceso al empleo (por la falta de requisitos, o más bien, de cualificación para otro tipo de empleos). Es decir, consiste en su única posibilidad de empleo y su única fuente de ingresos. A la necesidad imperativa de encontrar ingresos para su supervivencia, se añade el general y absoluto desconocimiento de sus derechos laborales y sociales. Desconocen tanto las normas jurídicas que rigen el trabajo en Colombia, como la forma de defender el cumplimiento de las mismas, y por tanto hacerse valer.

En el sector, se elaboran contratos que dan ventajas a los empresarios y desventajas marcadas a las trabajadoras. Además la inequidad se hace más patente en el ámbito sanitario ya que en muchas empresas se exigen constantemente pruebas de embarazo pues los hijos «suponen una carga» para la empresa por los permisos y beneficios derivados de la situación (bajas, vacaciones, tiempo…etc.). Igualmente, las autoridades que deberían encargarse de garantizar el cumplimiento de la normativa y el acceso y desempeño por parte de las trabajadoras de sus derechos, normalmente se desvinculan de estos temas, ignorando las peticiones de ayuda de éstas y desentendiéndose de la grave situación que padecen las obreras de la maquila. De esta manera, las entidades gubernamentales practican una doble moral: mientras que por un lado, ensalzan el trabajo femenino en el sector y la promoción de la mujer junto con su inclusión en el mercado laboral; por el otro, dan por sentado que es suficiente una contratación masiva de mujeres sin importar el trato que se de a las mismas, la naturaleza (precaria) del trabajo, las condiciones laborales bajo las que se encuentran, la carga laboral, la escasa remuneración de sus trabajos (en muchas ocasiones excede las doce horas diarias y sin descanso) y el trato que les propinan los supervisores. En definitiva, fomentan el empleo, sin importar que este sea precario, abusivo y mal retribuido, lo que sitúa a las mujeres del país y del sector, en una situación cuanto menos gris, por no decir negra.

Además, por si fuera poco, la autoestima de estas mujeres es muy baja, se consideran inferiores de lo que realmente son o pueden llegar a ser por lo que sus expectativas siguen la misma línea y no ayudan a superar esta situación. Por el hecho de ser madres cabeza de hogar y necesitar el empleo, muchas llegan al extremo de arriesgar su salud y su dignidad para conservar su fuente de ingresos, sin pensar siquiera en reclamar sus derechos, pues tienen el miedo de ser despedidas y además ser reportada ante las demás empresas para su no contratación futra.

La mujer colombiana que trabaja en el cultivo de flores vive una realidad que tiene dos caras: por un lado la imagen que presentan los gobiernos del sector, y por el otro, la cruda realidad que viven quienes reclaman salir del papel y pasar a la práctica, reconociendo como una forma de violencia económica, psicológica y socio-cultural la explotación laboral de la mujer en general y en particular, en el mundo de la floricultura.

Las Aymaras bolivianas como futuro de las Tics en Bolivia

Entre mayo de 2010 y marzo de 2012, 60 mujeres participaron en la formación para lideresas en Nuevas Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC), desarrollada por el Centro de Desarrollo Integral de la Mujer Aymara Amuyt’a (CDIMA) en Bolivia.

El perfil medio general de estas mujeres Aymara, es un perfil de mujeres activas, lideresas muchas de una de las provincias del departamento de La Paz en Bolivia. Visten la tradicional pollera, manta y un sombrero de copa alta. Está claro que el hecho de ser mujer y Aymara ha sido determinante para que su nivel de estudios sea bastante bajo y que, en la actualidad, cualquier nuevo reto formativo se les presente como un proceso costoso. Apenas disponen de recursos económicos y asumen, en general, el cuidado de sus hijos e hijas a tiempo completo, sin ayuda de sus parejas, junto con todas las labores domésticas. En conjunto, si estas mujeres tienen acceso a los ordenadores, es a través de un telecentro aunque, por supuesto, no saben cómo utilizarlas. Sin embargo muchas lideresas son conscientes que debido a sus roles dentro de sus comunidades, sería importante y beneficioso que aprendieran a utilizar estos instrumentos para poder ejercer sus derechos de información y comunicación a través de ellas.

En los 20 meses de la formación, estas mujeres han sorteado muchos obstáculos: por un lado, las dificultades que encuentran para seguir un proceso formativo enmarcado en un contexto social totalmente patriarcal, debido a la tradición cultural y a su escasa formación; y, por otro, el miedo para familiarizarse con las nuevas tecnologías. Sin embargo, muchas son conscientes de que uno de los pre-requisitos necesarios para el puesto, es saber manejar estas tecnologías.

Los objetivos de la formación pretenden empoderar a las mujeres utilizando la comunicación como una herramienta fundamental en la construcción de una democracia plural e igualitaria así como en el desarrollo integral de las naciones y los pueblos indígenas. La intención de esta formación es que las mujeres dominen las nuevas tecnologías de la información y la comunicación y así fortalecer a sus asociaciones y fomentar la incidencia en la opinión pública y ciudadana sobre la equidad de género desde los principios y valores de la cultura Aymara.

Del mismo modo que esta formación nace de la premisa básica de que la comunicación no es un lujo sino que forma parte de las condiciones necesarias para vivir dignamente, también pretende interiorizar en las mujeres el sentimiento de que la superación de la brecha digital entre países y en el interior de los mismos (zonas rurales/urbanas) debe pasar por entender el derecho a las tecnologías de la información como un derecho fundamental, sustentado en el derecho fundamental de la comunicación e información como herramienta sine qua non para el pleno desarrollo de las potencialidades de estas mujeres. Esta brecha digital manifiesta, que no es comprensible al margen del resto de brechas y diferencias ya existentes, es otro de los grandes obstáculos con el que han tenido que enfrentarse estas mujeres.

Además de todo lo anterior, estas 60 mujeres han trasladado y compartido los conocimientos adquiridos en manejo y uso de las TIC con el resto de personas de sus organizaciones. Este ejercicio no sólo ha implicado compartir sus conocimientos con otras personas y adoptar el rol de formadoras, sino también tener que enfrentarse al trato discriminatorio por parte de algunos hombres y mujeres, quienes no podían aceptar ser formados y cualificados por mujeres.

Con todo esto se ha fomentado el empoderamiento de estas mujeres que ya se han constituido como asociación para seguir capacitándose y llegar a otras lideresas que quieran conocer estas herramientas. En definitiva, la formación ha contribuido al avance de los derechos sociales y políticos a través del fortalecimiento de los liderazgos y de la visibilidad de las mujeres Aymaras, que siguen estando marginadas social y políticamente.

Este proyecto ha sido el reflejo de otra lucha de mujeres por su derecho a formarse para trabajar, como alcaldesas o simplemente como lideresas de sus respectivas comunidades. Así, han logrado interiorizar que las TIC no son un objetivo, sino un medio para que el acceso a la información pueda convertirse en algo universal y accesible para cualquier persona, que facilite la visibilidad de oportunidades de desarrollo para poder mejorar la calidad de vida en sus comunidades mediante la promoción de la participación social y ciudadana en los procesos mismos de desarrollo.

A modo de cierre

Con todo esto, se puede percibir cómo la situación de la mujer en el mundo y aún más especialmente la situación de la mujer latinoamericana, es todavía muy precaria comparada con la de los hombres. Las mujeres siguen siendo objeto de vejaciones, y siguen siendo objeto de abusos relacionados con el género en todos los ámbitos. No obstante, en el transcurso del tiempo, se puede ver como la mujer se ha hecho más consciente de situación, y se ha involucrado en ella, ha conocido más en profundidad sus derechos y desarrollado mecanismos de defensa de estos y a la vez mecanismos potenciadores de toda sus capacidades con lo que han comenzado un proceso de empoderamiento por el cual cada vez se involucra más en el conocimiento, promoción, difusión y desempeño de sus derechos laborales, sociales, sexuales o reproductivos.

En este contexto, este articulo muestra como las mujeres han ido profundizando en la lucha femenina por la igualdad y la equidad en el género, y cómo a día de hoy, las luchadoras del continente americano, continúan sus duras labores, compaginándolas con la lucha por la defensa de sus derechos y el empoderamiento femenino (propuesta de reforma de ley para las maquilas en Salvador, formación con TICS para la mujer Aymara, las campesinas rurales centroamericanas y su dura situación, o el sector floricultor colombiano y sus trabajadoras, frente a la doble moral gubernamental).

En la misma línea este articulo no pretende ser solo un recordatorio de las luchas que muchas mujeres en el mundo deben de llevar a cabo para poder sobrevivir, sino también un homenaje a todas estas mujeres, compañeras sufridoras de género, que a pesar de vivir en situaciones tan complejas como las citadas, tratan de salir adelante, mejorando su potencial y sus capacidades, desde la esencia que la diferencia como mujeres y desde su doble condición: como mujeres y como trabajadoras, y que en tal contexto han logrado mejorar su calidad, siendo sujetos y actrices de sus propias dinámicas de desarrollo y de su empoderamiento.

Así, el compromiso debería de estar en conseguir empleo de calidad, con derechos y mejoras en la protección social, seguir luchando por la participación de las mujeres en los Órganos de Dirección en los distintos ámbitos de actividad, impulsar políticas de igualdad, implantar en todas las empresas Planes de Igualdad, exigir cambios en valores y actitudes sociales, sensibilización e intervención en la prevención de todas las formas de violencia sobre las mujeres incluido el acoso sexual y por razón de género en el trabajo… Ello nos permitirá alcanzar la tan esperada igualdad real de derechos, en todos los ámbitos, entre mujeres y hombres.

Finalmente, en este contexto cabe citar al exponente máximo del feminismo y de la feminidad nicaragüense, Gioconda Belli, quien, en homenaje al día de la mujer trabajadora, escribió un poema que celebra a la mujer y que de alguna manera recoge el espíritu que debería estar presente un día como hoy, el de la lucha de las mujeres por acabar con todas esas injusticias cometidas en el mundo, aun hoy, solo por el hecho de ser mujeres.

Gioconda Belli, Ocho de Marzo

Amanece con pelo largo el día curvo de las mujeres,

¡Qué poco es un solo día, hermanas, qué poco, para que el mundo acumule flores frente a nuestras casas!

De la cuna donde nacimos hasta la tumba donde dormiremos -toda la atropellada ruta de nuestras vidas- deberían pavimentar de flores para celebrarnos (que no nos hagan como a la Princesa Diana que no vio, ni oyó las floridas avenidas postradas de pena de Londres).

Nosotras queremos ver y oler las flores.

Queremos flores de los que no se alegraron cuando nacimos hembras

en vez de machos,

Queremos flores de los que nos cortaron el clítoris

Y de los que nos vendaron los pies

Queremos flores de quienes no nos mandaron al colegio para que cuidáramos a los hermanos y ayudáramos en la cocina, Flores del que se metió en la cama de noche y nos tapó la boca para violarnos mientras nuestra madre dormía

Queremos flores del que nos pagó menos por el trabajo más pesado

Y del que nos corrió cuando se dio cuenta que estábamos embarazadas

Queremos flores del que nos condenó a muerte forzándonos a parir a riesgo de nuestras vidas

Queremos flores del que se protege del mal pensamiento

obligándonos al velo y a cubrirnos el cuerpo

Del que nos prohíbe salir a la calle sin un hombre que nos escolte

Queremos flores de los que nos quemaron por brujas

Y nos encerraron por locas

Flores del que nos pega, del que se emborracha

Del que se bebe irredento el pago de la comida del mes

Queremos flores de las que intrigan y levantan falsos

Flores de las que se ensañan contra sus hijas, sus madres y sus nueras

Y albergan ponzoña en su corazón para las de su mismo género

Tantas flores serían necesarias para secar los húmedos pantanos

donde el agua de nuestros ojos se hace lodo;

arenas movedizas tragándonos y escupiéndonos,

de las que tenaces, una a una, tendremos que surgir.

Amanece con pelo largo el día curvo de las mujeres.

Queremos flores hoy. Cuánto nos corresponde.

El jardín del que nos expulsaron.

• Fuente fotografías: http://barbaramelenchon.blogspot.com.es/2011/08/el-feminismo-con-forges-gracias-maestro.html

• Fuente artículo: www.revistapueblos.org

• Poema, Ocho de Marzo, Gioconda Belli, poemario El Ojo de la Mujer y http://responsableigualdad.blogspot.com.es/2012/02/gioconda-belli-8-de-marzo.html
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

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