La UE necesita algo más que despertarse


Desde el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca, convirtiéndose en el principal disruptor del escenario europeo y más allá, se repite con insistencia que la Unión Europea (UE) tiene que despertar. Se entiende que, sin olvidar los efectos de una guerra comercial que nos convierte en objetivos a batir, los planteamientos del magnate estadounidense ponen en cuestión el vínculo trasatlántico, que nos ha proporcionado a los europeos una vital cobertura de seguridad durante décadas, aunque haya sido a costa de aceptar la dependencia al dictado de Washington. Estados Unidos (EEUU), como ya había señalado Angela Merkel hace años, ha dejado de ser un socio fiable y, en consecuencia, la UE debe prepararse para asumir la carga de su propia seguridad contando con sus propios medios. En resumen, oímos ahora el mismo discurso que ya oíamos en 2014, cuando Rusia se anexionó Crimea, y en 2022, cuando Vladímir Putin decidió invadir Ucrania. Y, sin negar que se han dado algunos pasos en dirección hacia una Europa de la defensa, la autonomía estratégica que se define como horizonte geopolítico desde hace años sigue siendo hoy una entelequia.