La seguridad humana en los países árabes
La quinta edición del informe de Naciones Unidas sobre Desarrollo Humano en el mundo árabe analiza los grandes desafíos a los que se enfrentan la mayoría de las sociedades árabes desde la perspectiva de la seguridad humana. Se trata de un enfoque clave para desmarcarse de los análisis sobre el mundo árabe, que desde el 11 de septiembre suelen centrarse exclusivamente en las amenazas a la seguridad y a los intereses de occidente
La perspectiva de seguridad humana permite romper con este enfoque que ha distorsionado el conocimiento de estos países y la identificación de los principales retos a los cuales se enfrentan.
En el contexto posterior al 11-S, tanto en el Magreb como en Oriente Medio, las políticas occidentales han sido dictadas por los intereses estratégicos que muchos de estos países representan y por la lucha contra el terrorismo. La estabilidad de los estados considerados como aliados clave de Occidente ha primado en la agenda de Occidente en la región y se ha pasado por alto la evolución de las condiciones económicas y sociales de los pueblos. Además, se ha puesto el énfasis en los aspectos de seguridad en algunos casos para cogestionar asuntos que preocupan directamente a los países occidentales como la lucha contra la inmigración ilegal.
Este cambio de enfoque es bienvenido y necesario y puede constituir una base sólida para reorientar las políticas occidentales hacia estos países y la prioridad de sus agendas tanto en el ámbito de las relaciones diplomáticas como de la cooperación.
El informe se compone de ocho capítulos que abordan distintos aspectos de la seguridad humana: aspectos económicos, seguridad alimentaria, salud y grupos vulnerables.
El primer capítulo da un repaso teórico al concepto de seguridad humana y da cuenta del debate que esta cuestión ha podido suscitar en las sociedades árabes que han visto cómo el concepto de seguridad humana también podía servir para legitimar, como ha sido el caso de Iraq, intervenciones militares extranjeras. Se trata sin duda de un recelo legítimo, a pesar de lo cual el informe consagra un capítulo entero a explicar el concepto para evitar confusiones al respecto.
El capítulo siguiente está dedicado al medio ambiente y los retos que presentan los recursos naturales sobre la seguridad humana. Una cuestión que ha adquirido en los últimos años una importancia cada vez mayor en la agenda global. El Global Human Development Report de 20071 considera que el Norte de África será una de las regiones más afectadas por el cambio climático. En el caso de Egipto por ejemplo algunos estudios avanzan que de seguir así las tendencias actuales la región del Delta del Nilo podría ser una de las primeras afectas por el cambio climático: la subida del nivel del mar provocará graves inundaciones en esta región, donde se concentra además el 60% de la población de Egipto2. La escasez de recursos hídricos combinada con el incremento de la población es otra de las amenazas medioambientales comunes a los países árabes. Un informe de un Think Tank egipcio (Information and decisión support center) indicó que Egipto necesitará 86,2 mil millones de m3 en el 2017 mientras que sus recursos actuales son de 71,4 mil millones. La combinación de las fuertes presiones demográficas y la escasez de recursos hídricos y de tierras cultivables puede conducir a situaciones sociales económicas explosivas. De acuerdo con previsiones de Naciones Unidas la población árabe alcanzará la cifra de 385 millones en el 2015. El 60% vivirá en zonas urbanas en el 2020.
La escasez del agua es uno de los mayores retos medioambientales y es un factor que interactúa y crea dinámicas negativas con otros factores como la desertificación, la contaminación o el cambio climático. Si no se encuentran modos de gestionar de forma más adecuada los recursos este desafío apremiante para la seguridad humana bien podría convertirse en una fuente de tensiones y conflictos entre los países de la región. El desarrollo de las infraestructuras y políticas hídricas constituye una prioridad clave en la agenda política de la mayor parte de estos países.
Algunos países árabes son ricos en recursos naturales (los productores de hidrocarburos) pero esta dicha se ha convertido en una “maldición” para muchos de ellos. Así, el informe describe la debilidad estructural de las economías rentistas y su vulnerabilidad por la volatilidad del crecimiento económico asociado al precio de los hidrocarburos ya que la exportación de petróleo representa más del 70% de las exportaciones de la región. Las fluctuaciones del precio de los hidrocarburos afectan tanto los países productores como los que cuentan con las remesas de los colectivos de inmigrantes que trabajan en estos países.
La mayoría de los países árabes cuentan con fuertes tasas de desempleo y según estimaciones de Naciones Unidas serán necesarias para responder a esta demanda la creación de 51 millones de nuevos puestos de trabajo en el 2020. El informe recomienda a estos países una reorientación de sus economías con el fin de reducir su dependencia respecto al sector de los hidrocarburos.
Es significativo también el hecho que el informe dedique un capítulo entero al Estado; en que señala que no sólo el Estado se muestra incapaz de responder a los retos planteados a la seguridad humana sino que también constituye en muchos casos la principal amenaza. El informe denuncia la brecha existente entre la teoría y la práctica, ya que muchos países árabes han iniciado reformas superficiales de sus sistemas políticos sin introducir cambios significativos en las estructuras y relaciones de poder. Desde la aparición del primer informe de esta índole en el 2004 no se ha podido observar ningún progreso significativo de estos países en materia de democratización y respeto de los derechos humanos.
En algunos casos incluso se ha podido constatar un importante retroceso ya que en nombre de la lucha contra el terrorismo muchos países árabes han adoptado medidas que restringen las libertades públicas y violan los derechos humanos. Se recalca en el informe que ocho países árabes mantienen desde hace años el estado de emergencia (Argelia desde 1992, Egipto desde 1981, Siria desde 1963…). Los avances en el ámbito de la democracia y la creación de Estados de derechos constituyen una condición sine qua non para que los países árabes puedan enfrentarse a los retos de seguridad humana. Tanto en lo que concierne a ámbitos como la salud, la educación, la seguridad alimentaria… como en lo que respecta a las libertades y derechos fundamentales de los sujetos y a la gestión de los recursos como el agua: una reforma profunda de los sistemas políticos de la región es un paso previo imprescindible.
El informe recalca también las inconsistencias e incoherencias de las políticas occidentales de promoción de la democracia y el impacto negativo que ha tenido la “guerra global contra el terror” sobre las perspectivas de apertura política de la mayoría de los regímenes autoritarios de la región.
El octavo capítulo pone el énfasis en el impacto sobre la seguridad humana de la ocupación e intervenciones militares y en especial en los casos de los Territorios Palestinos Ocupados, Somalia e Iraq, donde se resalta el carácter interdependiente y multidimensional de las amenazas a las cuales están sometidas las poblaciones de estos países. La ocupación, los conflictos armados y las intervenciones militares, a parte de acabar con el desarrollo económico de los países afectados, socavan también los avances realizados en el ámbito político al fortalecer los grupos más radicales. Las consecuencias sobre la seguridad humana de estas situaciones de ocupación militar y de conflictos armados son devastadoras y han obligado a muchas personas a desplazarse: los países árabes cuentan con el 46,8% del número total de refugiados en el mundo.
Este informe al igual que los anteriores hace especial hincapié en la situación de vulnerabilidad de las mujeres en la mayoría de los países árabes.
Hay muchos datos e indicadores en el informe que deberían preocupar a los dirigentes occidentales y particularmente a los países europeos implicados en el partenariado estratégico con esta región: como los riesgos cada vez más apremiantes de desastres naturales que puedan afectar esta región (caso de Egipto) por los efectos ya notables del cambio climático; o la permanencia de conflictos que lastran el desarrollo económico y social de estos países y por ende las condiciones básicas necesarias para garantizar que los ciudadanos de los países árabes se vean libres de necesidades y de amenazas.
Notas:
1.- Human Development report, fighting climate change: human solidarity in a divided world, UNDP, 2007 consultado en http://hdr.undp.org/en/media/HDR_20072008_EN_Complete.pdf
2.- Irin News, 7/10/2009, ver http://www.irinnews.org/Report.aspx?ReportId=86472