La protección de civiles en la República Centroafricana, la quimera de las misiones de paz de la ONU
El pasado mes de marzo políticos y diplomáticos se reunieron en la sede de la ONU, en el marco de la Conferencia Ministerial de Mantenimiento de la Paz1 de 2019, para analizar los desafíos existentes en las misiones de mantenimiento de la paz . Mientras que muchos de ellos persisten, la falta de recursos, tanto cuantitativa como cualitativamente, sigue resultando el desafío principal2. Tal es el caso de la MINUSCA, la Misión Multidimensional Integrada de Estabilización de las Naciones Unidas en la República Centroafricana (RCA), que, nacida en 2014, es la misión más joven de mantenimiento de la paz de las Naciones Unidas3 . Tras años de despliegue, esta hace frente a serias dificultades que tienen que ver con la fragilidad del contexto y la falta de recursos apropiados, tanto humanos como logísticos. Sin embargo, con un acuerdo de paz recién firmado el pasado mes de febrero4 y con dos de sus jefes recién nombrados5 6 , la MINUSCA tiene ante sí una clara oportunidad de aumentar la efectividad de su mandato de mantenimiento de la paz y protección de civiles, así como de contrarrestar la creciente falta de credibilidad que sufren estas misiones.
La incapacidad de proteger
Antes del acuerdo de paz, y como lleva ocurriendo a lo largo de seis años de conflicto armado, la República Centroafricana fue de nuevo testigo de trágicos episodios de violencia, desplazamiento forzoso y falta de protección de civiles en las ciudades de Ippy7 , Alindao8 y Batangafo. En esta última, según condena un informe de Médicos Sin Fronteras (MSF), entre el 31 de octubre y el 1 de noviembre de 2018, un grupo armado incendió el campo de desplazados donde residían más de 25.000 personas9. El incendio resultó en la muerte de 15 civiles, 29 heridos y más de 20.000 desplazados (la mitad de los cuales buscaron protección en el hospital que gestiona MSF).
Como indica el derecho internacional humanitario, en una situación de conflicto armado como el que sufre la RCA, los civiles y sus propiedades han de ser protegidos de la violencia10. Dada la inexistencia de fuerzas de seguridad centroafricanas en Batangafo, y en la gran mayoría del país, la responsabilidad de proteger recae sobre los actores armados. En primer lugar, la responsabilidad de no atacar a la población civil recae sobre los grupos armados no estatales. En segundo lugar, en caso de que estos no la cumplan y ataquen a la población, la responsabilidad pasa a la MINUSCA, cuyo mandato tiene como principal tarea la protección de civiles. Desafortunadamente, ni los primeros respetaron el derecho a la protección de la población, ni los segundos fueron capaces de prevenir ni detener el incendio y de proteger a la población.
Son varias las razones que explican tal incapacidad de proteger. En primer lugar, el gobierno de la RCA apenas dispone de efectivos11. Tras décadas de pobreza institucional, y tras años de conflicto, la policía, los gendarmes y el ejército no sólo no son suficientes, sino que carecen de preparación pese a los esfuerzos de las misiones internacionales como la MINUSCA o la misión de formación de la Unión Europea12.
En segundo lugar, los grupos armados se han opuesto siempre a la presencia de las fuerzas de seguridad centroafricanas en el territorio que controlan13. Pese a clamar lo contrario- por ejemplo en el Foro de Bangui de 201514 o en los recientes acuerdos de paz de Jartum- les falta voluntad y capacidad para garantizar la seguridad de los civiles que viven en su territorio. Por un lado, ellos mismos obtienen beneficios tasando la circulación de bienes, que a veces se acompaña de violencia. Por otro, los civiles son víctimas constantes de robos y de violencia efectuados por individuos armados a quienes los líderes de los grupos son incapaces de controlar15.
Así, la MINUSCA, con más de 13.000 efectivos uniformados y más de 1.000 efectivos civiles16, resulta el principal garante de la protección de civiles. Desgraciadamente, como se vio en Batangafo, la misión sufre carencias importantes. Por un lado, pese a las recomendaciones de especialistas en mantenimiento de la paz17, los cascos azules del batallón desplegado no hablaban francés y solo disponen de una capacidad muy limitada de interpretación. Por otro lado, además de una visible falta de actitud y determinación, mostraron un conocimiento inadecuado del mandato de la protección de civiles al no interponerse ni arrestar a los culpables de los delitos de los que fueron testigos18. Por último, el informe de la MINUSCA acerca del incidente de Batangafo no reconoce la incapacidad del batallón de proteger a los civiles19 ni indica cómo mejorar su rendimiento en caso de futuros incidentes. Este enfoque deteriora la percepción de la misión, la cual según la doctrina Capstone de 2008, es crucial para un desempeño efectivo del mantenimiento de la paz20.
Más allá de la falta de cascos azules a la que la MINUSCA hace referencia para poder responder mejor a incidentes como el de Batangafo, es evidente que se trata además de una cuestión de adecuación del personal desplegado. Primero, los cascos azules debieran estar mejor formados tanto en idiomas como en protección de civiles. Segundo, un despliegue de personal de policía de la MINUSCA podría responder mejor y proceder a investigar y detener a los autores del incendio. Tercero, una mayor presencia de personal civil de la MINUSCA- especializado en asuntos civiles, análisis de contexto y derechos humanos- podría interactuar más con las comunidades locales, comprender sus dinámicas internas e identificar y prevenir episodios de violencia y de falta de protección.
Más allá de la MINUSCA, dilemas del mantenimiento de la paz
Muchos de los problemas mencionados anteriormente, y en un plano más general, ya se recogieron hace diez años en un informe del Departamento de Operaciones de Mantenimiento de la Paz llamado «New Horizon»21. Y es que, en efecto, la MINUSCA no hace sino reflejar los clásicos problemas y dilemas estructurales que las operaciones de mantenimiento de la paz vienen arrastrando desde hace mucho.
Por un lado, se trata de un problema de falta de recursos tanto cuantitativo como cualitativo. La falta de más y mejores recursos, tanto logísticos como humanos, impide a la MINUSCA progresar con mejores resultados. De la misma forma, los recortes que sufren las operaciones del mantenimiento de la paz22 representan un desafío sistémico, ya que así no es posible generar los recursos necesarios para responder a una creciente gama de crisis violentas23. Por otro lado, se trata de un dilema de naturaleza política. Tanto la existencia de cascos azules– como es el caso de la MINUSCA en Batangafo-, como de Estados miembros del Consejo de Seguridad que no estén comprometidos con algunos de los principios del mantenimiento de la paz- democratización, derechos humanos y protección de los civiles– representan un serio riesgo paradigmático para las misiones de paz24.
Por último, se trata también de un dilema de lenguaje y de concepto ya que la MINUSCA, al igual que otras misiones, es una misión de mantenimiento de la paz en un lugar donde no hay paz25, lo cual dificulta enormemente el mantenimiento del compromiso de proteger a civiles26.
En conclusión, el desempeño de la MINUSCA (y de las misiones de mantenimiento de la paz en general) nos retrotrae al viejo dilema del vaso medio lleno o medio vacío. Si bien deben reconocerse sus esfuerzos, como la reducción de la violencia en 201827, estos a menudo siguen siendo insuficientes, como se vio en el caso de Batangafo. La crisis de protección de la RCA, además de reflejar problemas estructurales del mantenimiento de la paz, recuerda que aún queda mucho por hacer en materia de protección de civiles. Para ello, es esencial que los Estados miembros mantengan el apoyo a estas misiones como una prioridad. Asimismo, las misiones de paz han de seguir trabajando para mejorar la preparación, la calidad y la adecuación de su despliegue.
Bibliografía:
1 https://www.crisisgroup.org/global/un-strengthens-peacekeeping-despite-us-scepticism
2 https://www.foreignaffairs.com/articles/2018-12-11/crisis-peacekeeping
3 https://www.un.org/fr/peacekeeping/missions/minusca/background.shtml
4 https://thedefensepost.com/2019/02/02/central-african-republic-peace-deal-secured-khartoum/
10 https://www.icrc.org/en/doc/war-and-law/protected-persons/civilians/overview-civilians-protected.htm
11 https://www.ipinst.org/wp-content/uploads/2018/10/1810_The-Case-of-MINUSCA-English.pdf
13 http://ndjonisango.com/securite/centrafrique-le-fprc-soppose-au-deploiement-des-faca/
15 https://www.ipinst.org/wp-content/uploads/2018/10/1810_The-Case-of-MINUSCA-English.pdf
16 https://minusca.unmissions.org/en/facts-and-figures
17 Carlos Alberto dos Santos Cruz (2017) “Improving Security of United Nations Peacekeepers: We need to change the way we are doing business” p.29
19 https://minusca.unmissions.org/sites/default/files/batangafo_24_dec_2018_.pdf
20 DPKO (2008) “United Nations Peacekeeping Operations: principles and guidelines” p.82, reviewed 2010
21 Department of Peacekeeping Operations and Department of Field Support (2009) “A new partnership agenda: Charting a New Horizon for UN Peacekeeping” p. 27
22 Timo smit and Jaïr van der lijn (2018) “Peace operations and conflict management” in “SIPRI Year book 2018” p. 112. https://www.sipri.org/yearbook/2018/03
25 Lie, J. H. S., & de Carvalho, B. (2009). Protecting civilians and protecting ideas: Institutional challenges to the protection of civilians.
26 Williams, P. D. (2013). Protection, resilience and empowerment: United Nations peacekeeping and violence against civilians in contemporary war zones. Politics, 33(4), 287-298.
27 https://www.ipinst.org/wp-content/uploads/2018/10/1810_The-Case-of-MINUSCA-English.pdf
Fotografía: UN Photo