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La pregunta es: ¿qué hacía Israel en aguas internacionales?

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Nota del Instituto de Estudios sobre Conflictos y Acción Humanitaria; elaborada por Ida de la Hera, Responsable de comunicación, en colaboración con Alejandra Morales.

Israel ha abierto fuego aproximadamente a las 4,00h de la madrugada de ayer contra los barcos que componían la «Flotilla de la libertad». El resultado: 9 muertos y entre treinta y sesenta heridos.

Esta flota llevaba al puerto de Gaza 10.000 toneladas de ayuda humanitaria, pero también buscaba llamar la atención sobre la ocupación no declarada de la Franja, así como sobre el bloqueo que vive la zona.

Con este ataque Israel ha reconocido de facto su ocupación de la zona, además de su desprecio a las normas internacionales, abriendo fuego contra un barco situado a 68 millas de las costas de Gaza –la Convención del Mar de la ONU fija en doce las aguas territoriales, además de que las aguas de Gaza no son (ni esas doce millas) territorio israelí-. Ha demostrado asimismo su tendencia al uso desproporcionado de la fuerza, al abrir fuego contra un barco cuyos tripulantes no portaban -tal como muestra en un vídeo el propio Ministerio israelí de Asuntos Exteriores- más armas que tirachinas, canicas y palos de banderas –banderas con sus correspondientes palos, para ser más exactos-.

Turquía –país bajo cuya bandera navegaba la flota- ha calificado ya a estas horas la actuación de Israel de «terrorismo de Estado» y la Unión Europea ha redactado un texto en el que se recoge la condena formal de la ocupación y el bloqueo a Gaza, además del uso desproporcionado de la fuerza.

El mismo día del ataque hemos hablado con Manolo Espinar, miembro de la ONG Cultura, Paz y Solidaridad Haydeé-Santa María, y padre de Manuel Tapial, uno de los tres españoles que formaban parte de esta flota y del que no se tuvieron noticias durante horas, debido al corte de las comunicaciones que llevó a cabo Israel. En su última retransmisión desde el barco –preparado para ir informando de toda la travesía- Manuel Tapial informaba de que «ya se acercaban los barcos israelíes». Nada más a partir de entonces.

Eso era todo lo que se sabía durante la rueda de prensa celebrada en el Ateneo de Madrid a las doce del día 31 de mayo. Mientras intervenía en la misma, el integrante de Cultura y Paz ha podido leer una nota que le trasmitía que el Secretario de Estado para la UE había declarado que los tres españoles –su hijo entre ellos- se encontraban bien.

Merece la pena volver atrás con Manolo para entender el desarrollo de estos días, en los que –como demuestran los hechos ahora- no se ha hablado lo suficiente de esta flotilla internacional. Desde Cultura y Paz se ha estado pidiendo, desde su arranque, una atención y una cobertura «preventiva» por parte de los medios de comunicación, que desgraciadamente no ha tenido lugar –salvando honrosas excepciones, puesto que sí ha habido medios, alternativos en su mayoría, que han otorgado la cobertura que se merecía una iniciativa de este tipo-.

Por otro lado, también se solicitó a la Unión Europea y al Gobierno Español que se revisara la carga de los barcos que componían la Flotilla –para evitar la legitimación por parte de Israel del uso de la fuerza con el argumento de que pudieran portar armas- y la protección hasta las costas de la Franja de Gaza –que se suponen no están bajo control israelí al no reconocer formalmente este país la ocupación sobre la zona-. No tuvieron respuesta. La Flotilla navegó con bandera turca hacia Gaza hasta que esta madrugada toparon con los barcos y helicópteros israelíes.

Aunque desde el principio Israel había mostrado su descontento con esta flotilla, y a pesar de que la última semana su maquinaria propagandista comenzó a ser más fuerte y directa –tachando a los integrantes de «amigos de Hamás», que buscaban una provocación política, además de ayudar a la organización terrorista- nunca pensaron –nos dice Espinar- que fuera a llegar tan lejos. Cuando Israel empezó a declarar que no iba a permitir bajo ningún concepto la entrada de los barcos en Gaza, los integrantes de la flotilla, y quienes les seguían desde fuera, si comenzaron a tener mayor preocupación por lo que pudiera llegar a pasar en el encuentro con las fuerzas israelíes; pero, según explicaba Manuel Tapial desde el barco, hasta la última noche no fueron conscientes de la intención israelí.

La notificación formal israelí llegó horas antes de interceptar a los buques: cuando se encuentre a sesenta millas de la costa, el ejército israelí intervendrá. Son doce las millas que se consideran como aguas territoriales, pero como ha declarado un militar israelí, su gobierno tiene muy claro su «derecho a defenderse incluso fuera de su territorio» . En efecto, cuando los barcos se encontraban a 68 millas fue cuando la armada israelí abrió fuego. El resultado del ataque es de 9 personas muertas y entre treinta y sesenta heridas.

En su defensa Israel habla de que los activistas portaban cuchillos, de que hubo intentos de secuestro y disparos contra los militares israelíes. En el vídeo que el gobierno israelí ha difundido no aparecen más que tirachinas y banderas.

Espinar nos ha contado que entre los internacionalistas se encontraban un representante del Vaticano de 90 años, dos diputadas alemanas y una israelí… entre otras muchas personas perfectamente identificables como pacifistas –aunque sean «pro palestinas»-. Personas que difundieron previamente al inicio de la travesía un texto explicando el por qué de esta acción: «porque cuando la comunidad internacional nos abandona, los pueblos tenemos la responsabilidad de actuar».

Para Manolo Espinar, nuestro gobierno y la UE, «son culpables». Él mismo fue quien acudió al Ministerio de Exteriores para pedir la supervisión internacional de la carga de barcos, pero sólo le respondieron que viajaban bajo bandera turca. En su opinión, Israel masacra y se salta las normas internacionales porque sabe que no tiene consecuencias: sabe que nada le va a pasar. Matar no le cuesta nada; lo que le cuesta y le duele es la información y por eso ha actuado de esta manera, aunque realmente lo que nos ha venido a demostrar es lo que, por otro lado, formalmente no quiere aceptar: que Gaza es un territorio ocupado y que no cuentan para Israel tratados, derechos ni normas internacionales.

Una de las preguntas que cabe plantearse en este punto es qué hacía Israel disparando contra civiles en aguas internacionales. Aunque también deberíamos preguntarnos si se va a repetir la indiferencia de la opinión pública internacional y la impunidad de Israel ante hechos como este.

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