La ofensiva militar israelí contra Gaza: una demostración de fuerza a falta de estrategia política
Una vez más la población de Gaza es víctima de los cálculos políticos militares de Israel en su imposible batalla contra el rompecabezas que supone Hamas para su seguridad. El despiadado bloqueo impuesto por Israel sobre la Franja de Gaza somete la población de Gaza a un castigo colectivo, al cual se suma ahora una ofensiva militar sin precedentes desde la guerra de 1967.
Ya han muerto más de 300 personas en los tres días que han pasado desde el inicio de la operación «Plomo Endurecido». Una vez más, sorprende la pasividad de la comunidad internacional frente al uso desproporcionado de la fuerza por parte de Israel.
Las declaraciones de los dirigentes políticos europeos, en línea con Estados Unidos, justifican y legitiman la ofensiva militar israelí en nombre de la legítima defensa frente a los constantes lanzamientos de cohetes desde Gaza, que alcanzan los pueblos israelíes más cercanos. Esta versión de los hechos solo cuenta parte de la historia sobre las razones que han conducido a Israel a optar por esta brutal ofensiva militar.
Está claro que la campaña militar contra Gaza tiene objetivos políticos internos. En vísperas de las elecciones del próximo mes de febrero, la ofensiva militar contra Gaza es para los dirigentes israelíes una oportunidad para recuperar la confianza de los electores y rivalizar con el discurso bélico del Likud, con claras ventajas en las encuestas electorales. La operación contra Gaza tiene también claros objetivos militares respecto a la necesidad de mermar la capacidad de Hamas de dañar a Israel.
Aunque la seguridad de Israel es el leit motiv de todos los dirigentes israelíes, es probable que a la larga la estrategia militar adoptada para luchar contra Hamas sólo traiga consigo más inseguridad para Israel. Al mismo tiempo, es una señal clara de que la clase política israelí carece de estrategia política frente a Hamas. Los intentos de disuadir a los palestinos de apoyar al movimiento islamista no han funcionado y es probable que el sufrimiento infligido a los civiles por los bombardeos israelíes consiga precisamente el efecto contrario.
Las declaraciones de los dirigentes europeos son irresponsables, ya que solo contribuyen a alentar a Israel en seguir con su ciega estrategia de seguridad, sabiendo que de esta ofensiva militar sólo cabe esperar a medio largo plazo una mayor radicalización de las dinámicas de conflictos que dominan la región.
Aunque la operación militar de Israel haya contado con el apoyo tácito de los países árabes vecinos como Egipto o Jordania, afianza aún más el rechazo que Israel suscita en el seno de las sociedades árabes. La prensa árabe se ha hecho eco estos días del malestar que genera en la «calle árabe» la complicidad de los dirigentes árabes frente a la enésima tragedia vivida por los palestinos. En Egipto, como en otros países árabes, ha habido manifestaciones de denuncia de los ataques israelíes sobre la Franja de Gaza, pero también de protesta contra la posición de las autoridades egipcias, acusadas de complicidad con Israel. Las declaraciones del carismático jefe de Hezbola en Líbano alimentan también estas tensiones. El líder chií advertía a los líderes egipcios que si no ayudaban al pueblo palestino con la apertura de la terminal de Rafah serían cómplices de la masacre y el bloqueo. Por otra parte, en Adén, algunos manifestantes atacaron el consulado egipcio. En esa misma línea, tanto el grupo Hezbola como los dirigentes iraníes han llamado ya a una tercera Intifada. Mientras que diversos líderes de Hamas han amenazado con volver a recurrir a los atentados suicidas.
La acción militar que Israel está llevando a cabo en la Franja de Gaza no puede suplir la falta de estrategia política y, como efecto añadido, sólo puede a la larga fragilizar aún más la verdadera seguridad de Israel, que sólo se puede lograr con una paz justa, viable y sostenible con el conjunto de los palestinos.