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La importancia del trabajo con recursos locales en la acción humanitaria

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Privilegiar las adquisiciones y el trabajo con personal local puede ser un incentivo para la paz.  

El día 11 de octubre, el artículo de la periodista Kawther Salam llamado: UNRWA in the Focus of Accusation1 daba cuenta de que la prensa palestina2 había informado sobre la renuncia del señor Ramadan Al-Omarí a la Contraloría General de la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados Palestina en Oriente Próximo (UNRWA), después de haber servido durante más de treinta años en su cargo.

El artículo publicó una carta de Ramadán Al-Omarí, en la que expuso los motivos que lo llevaron a tomar esa decisión. Entre acusaciones de mala utilización de los fondos y de poca transparencia en la decisión de los gastos3 hay una acusación más concreta: «La mayoría de ese dinero ha ido a los consultores que trabajan en el UNRWA y para el empleo de más de 15 funcionarios internacionales que no eran necesarios, cada uno de ellos contratados con un salario de no menos de cien mil dólares (US$ 100.000) al año”. A esto agregó: «nos imponen un personal internacional que no necesitamos».

A la carta de Al-Omarí4 siguió una respuesta de Karen Koning Denies, Comisionada General de UNRWA, en la que negaba las acusaciones y a la que, por cierto, siguió una nueva carta de Al-Omarí . No obstante, más allá de esta polémica, las acusaciones dan pie para reflexionar sobre la legitimidad de la contratación de personal internacional, cuando una contratación local podría haber sido más efectiva y beneficiosa. También permiten reflexionar sobre la importancia de privilegiar la inversión en las capacidades locales para aportar al desarrollo de las zonas en las que se brinda ayuda.

La contratación de personal externo, cuando no es estrictamente necesario, si en la zona existen capacidades locales para realizar dichas labores, es un despropósito. Las razones para afirmar esto son múltiples, algunas más evidentes que otras, pero finalmente responden a un tácito acuerdo común entre los actores humanitarios sobre la  importancia de incrementar los beneficios y disminuir el daño que el impacto de la ayuda humanitaria puede causar en las zonas en crisis.

En su libro Do no harm, Mery Anderson5 dice que para evitar afectar la economía de paz, algunas agencias compran bienes locales en vez de importarlos, reforzando, con esta acción, los sistemas e instituciones para la paz.

Esto es extensible a la contratación de trabajadores locales, puesto que el involucrar a las personas de manera directa en los proyectos que son pensados para mejorar su situación, sin duda, incrementa el alcance y, en mi opinión, también la legitimidad de los proyectos de asistencia y acción humanitaria así como los de cooperación para el desarrollo. Primero, porque es un aporte a la disminución del desempleo local. Segundo, porque el involucramiento de la población en proyectos que buscan mejorar sus condiciones puede apoyar la creación de potenciales espacios de encuentro y trabajo por la paz. En tercer lugar, porque permite que la ayuda de emergencia tenga una mayor proyección temporal a través del vínculo con el desarrollo.

Las diferencias en las condiciones de contratación del personal local e internacional es un tema controvertido dentro del trabajo humanitario. En el texto de Mery Anderson se explicita que el volumen de los salarios a menudo es cuantitativamente más alto para el personal expatriado. También da cuenta de que las condiciones de acceso a los servicios y a la seguridad es, muchas veces, diferente entre locales e internacionales. La autora da cuenta de que el mensaje ético que se explicita mediante esta situación es que hay una diferente valoración de las personas. Pese a que hay razones que pueden justificar esta forma de proceder, -como, por ejemplo, el ajustarse a los valores del mercado local para no provocar un desbalance que podría ser perjudicial para la estabilidad de la zona -, ciertamente en las diferencias entre locales e internacionales se manifiesta una incoherencia con el principio de igualdad, base ética de todo el sistema social y político contemporáneo. Esta situación se torna más grave, si, como en el caso que denuncia Al-Omarí, la contratación de personal expatriado no se justifica, aunque ese es un tema que tiene una mayor relación con la labor de contraloría y de rendición de cuentas.
Para enfrentar la desigualdad de ingresos entre los trabajadores locales y los expatriados, Mery Anderson proponía soluciones como el equilibrar las tasas de salarios con incentivos, como la capacitación, préstamos o bonos posteriores a la declaración de paz para el personal local. Todas estas medidas tienen el fin de potenciar el desarrollo futuro, cuando la guerra y consecuente ayuda humanitaria cesen.
Sería importante explorar y reflexionar más sobre la inequidad que existe entre las condiciones de trabajo del personal local y el expatriado y su consecuente falta de coherencia con los principios que inspiran la labor humanitaria. Por ahora, se puede convenir en que el privilegiar las adquisiciones y el trabajo con personal local es una fuente que provee grandes posibilidades para mejorar la vinculación de la acción humanitaria con el desarrollo. Vinculación que se hace necesaria en situaciones donde las crisis humanitarias se prolongan en el tiempo. Además, es una forma de incrementar la apropiación local de los proyectos que están destinados a su propio beneficio.
Notas:
1.- El artículo apareció en el sitio web  Palestine Think Tank Free Minds for a Free Palestine, dedicado a ofrecer información y reflexiones sobre la causa palestina en el contexto de la crisis que afecta a esa región desde hace décadas: http://palestinethinktank.com/2009/10/11/unrwa-in-the-focus-of-accusations/
2.- Al-Nahar News from Deir Al-Balah in Gaza: http://www.alnaharnews.net/ar/news.php?maa=View&id=5945
3.- A este respecto Al-Omarí dijo: «los US $25.000.000 del presupuesto del Organismo para los años 2010-2011 se gastaron sin un beneficio tangible para los palestinos».
4.- Para accader a esta información, visitar el sitio: http://palestinethinktank.com/2009/10/11/unrwa-in-the-focus-of-accusations/
5.- ANDERSON, Mary B., Do no harm. How can aid can support peace-or war, Lynne Rienner
Publishers, Inc, Boulder Colorado, 1999.
6.- Mery Anderson dice a este respecto que la ayuda humanitaria forma parte de la economía de guerra, en el sentido de que si no existiera guerra, tampoco existiría la ayuda humanitaria. Cuando los salarios son muy altos en el escenario local, se puede generar en los trabajadores locales contratados por las agencias humanitarias el interés en que la guerra continúe.  Por esta razón, muchas agencias fijan los niveles de precios y salarios. Si se fijan estos precios a un nivel razonable, equivalente a las prácticas en tiempos de paz, -dice Anderson- se facilita la transición a una economía de paz.

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