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La baronesa se mueve

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(Para Radio Nederland)
En los primeros pasos de su mandato, Catherine Ashton no ha tenido mucha suerte. Su visita a la Franja de Gaza se vio marcada por el lanzamiento de un misil, que causó la muerte de un campesino en Israel.

Pero más allá de este lamentable hecho, pasados ya los convencionales cien días de cortesía tras su nombramiento como responsable de la política exterior europea, y pese a las perplejidades que aún suscitan su elección y los primeros pasos en el ejercicio de su mandato, parece oportuno hacer un primer balance, no solo de sus incipiente gestión, sino de las dificultades de articulación de sus competencias con el resto de cuestiones previstas en el Tratado de Lisboa en materia de acción exterior de la Unión. La coincidencia, además, de este aniversario con la primera visita de la baronesa a Israel y los territorios palestinos ocupados, en su primera «prueba de fuego» -nunca mejor dicho- en el ejercicio de sus funciones, hace pues conveniente analizar algunos gestos y tendencias que serán de gran importancia para su cargo y para la existencia de una mayor o menor actuación internacional de la UE.

Los inicios de la nueva Alta Representante de la Política Exterior y vicepresidenta de la Comisión Europea no pudieron ser más dubitativos, y su inhibición y falta de protagonismo en la respuesta europea a la crisis generada por el terremoto de Haití provocaron las críticas generalizadas de los mandatarios europeos y de la opinión pública, que esperaban un mayor compromiso y visibilidad comunitaria en esta cuestión. Tampoco fue muy sensible Lady Ashton a los temas de defensa y seguridad y su ausencia en la cumbre informal de ministros de Defensa celebrada recientemente en Palma de Mallorca, su desconocimiento de la Agencia Europea de la Defensa que ella misma preside, o su «olvido» de que la UE aún tiene desplegadas fuerzas en los Balcanes cuando visitó Sarajevo, forman parte ya de las pifias y errores en su trayectoria. Posteriormente, la ronda de nombramientos de «embajadores» en destinos importantes como Estados Unidos o Afganistán y, más en general, para el servicio exterior europeo (Servicio Europeo de Acción Exterior SEAE en su denominación oficial), continuaron cosechando críticas al elegir personas que no se consideran con la suficiente talla para desempeñarlas, o que parecen servir más a intereses nacionales que a lo previsto en el Tratado de Lisboa. En una reciente comparecencia en el Parlamento Europeo, la baronesa ha planteado la necesidad de servicio exterior «robusto, fuerte y creíble», pero no parece que los primeros indicadores vayan en la dirección adecuada.
Pese a todas estas cuestiones, tanto los ministros de Exteriores reunidos en Córdoba la semana pasada como el Parlamento Europeo le han dado su apoyo y siguen otorgándole el tiempo que ella solicitó para prepararse adecuadamente para el cargo. Es más, algunos ministros europeos han ido más allá en sus apoyos. Alexander Stubb, el canciller finlandés, aseguró públicamente que Ashton había sido apoyada «al 100%» por sus colegas del Consejo, mientras que el alemán Guido Westerwelle, consideraba que las críticas dirigidas contra la Alta Representante para la Política Exterior de la UE estaban «en buena medida fuera de lugar».

Con estos antecedentes, la visita de la baronesa a Israel y los territorios palestinos ocupados, incluida una breve visita a Gaza en la que no se entrevistará con los líderes de Hamás, puede considerarse como un inicio de su andadura como representante diplomática de la UE y, de alguna forma, como el pistoletazo de salida a unas tareas en las que se espera que ese tipo de actuaciones sean habituales. El momento elegido, además, no puede ser más adecuado, en plena crisis de las relaciones de Estados Unidos con Israel por el asunto de los asentamientos ilegales y los desplantes al vicepresidente estadounidense Joseph Biden, por parte del gobierno israelí como telón de fondo. Sus primeras declaraciones de apoyo a retomar las negociaciones y a revitalizar el papel del Cuarteto de Madrid son de total ortodoxia pero, al menos, muestran que la diplomacia europea retoma sus posiciones en la zona. Las perspectivas no son nada halagüeñas pero también desde la ONU parece que se quiere impulsar el diálogo y la visita de su Secretario General estos días a Moscú va en una misma línea. Evidentemente un eventual reinicio de conversaciones va a topar con numerosos boicoteadores y si ayer eran los israelíes con su férreo apoyo a los asentamientos, hoy son grupos salafistas quienes torpedean el diálogo. Pero a esas son las cuestiones a las que tiene que enfrentarse un puesto como el de la señora Ashton. Esperemos que este baño de realismo que se podrá llevar de su visita a Oriente Medio le sirva para comprender mejor los retos a los que se enfrenta, e impulsar su trabajo. Aunque, sinceramente, tenemos serias dudas de que sepa estar a la altura.

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