Israel no solo desprecia a la ONU, sino que la ataca directamente
Para elDiario.es


Los recientes ataques a la ONU por parte de Israel ni son nuevos ni producto de un error de cálculo. Son, por el contrario, el resultado de un esfuerzo consciente por librarse de la vigilancia del (teórico) guardián de las reglas de juego establecidas tras el final de la II Guerra Mundial para regular las relaciones entre Estados, tratando de evitar un nuevo desastre planetario que nos devolviera a la ley de la jungla. Y de ahí que, olvidando que se trata de un país creado precisamente por una decisión onusiana, la historia de la relación de Israel con la ONU esté salpicada de múltiples desprecios y ataques.
Desprecios sin fin que incluyen el reiterado incumplimiento de decenas de resoluciones de la Asamblea General, aprovechando que ninguna de ellas es vinculante, e incluso del Consejo de Seguridad (en las muy escasas ocasiones en las que Estados Unidos ha renunciado a emplear su derecho de veto para proteger a su principal aliado en Oriente Medio). Israel considera que queda liberado tanto para poder incumplir sus obligaciones como potencia ocupante en Gaza y en Cisjordania, como para hacer de Jerusalén su capital “única, eterna e indivisible”, en contra del Plan de Partición, de 1947, que determinaba que sería una ciudad internacional con un “corpus separatum” diseñado para garantizar el acceso a los creyentes de las tres religiones del Libro.