Israel, cuando ya sólo queda la barbarie
Para Blog Elcano
El tiempo transcurrido desde el condenable ataque de Hamás y la Yihad Islámica Palestina el pasado 7 de octubre y desde el inmediato arranque de la operación de castigo decidida por Israel ya permite depurar la sustancia de tantos discursos vacíos, llenos de autojustificaciones insostenibles y de tantas complicidades, llenas de vacuos lamentos. En esencia, lo que se impone, desnuda, es la cruda realidad de que Benjamín Netanyahu y los suyos están aprovechando la oportunidad derivada del tremendo error cometido por Hamás para acelerar el proceso que les acerca a su objetivo último: lograr el dominio total de la Palestina histórica, que se extiende desde el río Jordán hasta el Mediterráneo. Lo que buscan, en definitiva, es culminar el proyecto de hacer no ya sólo de Israel, sino también del Territorio Ocupado Palestino (Gaza y Cisjordania, incluyendo obviamente a Jerusalén Este), un Estado judío. Es decir, sin espacio para otros que no respondan a esa seña de identidad.
Y si para ello tienen que provocar una barbarie generalizada, sin distinción entre combatientes y civiles desarmados e indefensos, no hay problema. Por un lado, cuentan con una abrumadora superioridad de fuerzas, capaz de hacer inútil cualquier intento de resistir por vía militar el empuje de las Fuerzas de Defensa de Israel por tierra, mar y aire. A eso se añade una iluminada carga ideológica de tal nivel de inhumanidad que es capaz de asumir sin contemplaciones el aplastamiento con carros de combate de civiles desesperados por conseguir un kilo de harina, el uso del hambre como arma de guerra, la profanación de cementerios, el asesinato de periodistas y personal de la UNRWA, la destrucción de universidades, escuelas y hospitales y un tan largo como sanguinario etcétera.