investigar. formar. incidir.

Menú
Actualidad | Artículos en otros medios

¿Donantes para Irak?

ima29

(Para Radio Nederland)
La reunión celebrada en Bruselas el pasado 3 de septiembre supone el pistoletazo de salida al proceso que debe concluir en Madrid los días 23 y 24 de octubre con una conferencia de hipotéticos donantes para la reconstrucción de Irak. En otros procesos de rehabilitación posbélica, como los Balcanes o Afganistán, se ha seguido este mismo modelo de conferencias de donantes con desiguales resultados pero, en cualquier caso, con marcadas diferencias sobre lo que ahora se pretende en Irak. Coincide además esta reunión con el cambio de la posición estadounidense en las Naciones Unidas respecto de Irak y con el nuevo intento de aprobación de una resolución que involucre más a este organismo en la reconstrucción, por lo que ambos procesos deben ser analizados en paralelo para no caer en el error de pensar que esta conversión al multilateralismo que ahora parece afectar al presidente estadounidense sea algo serio.

En primer lugar, y aunque parezca una pregunta infantil, habría que plantearse porqué se destruyó tanto y tan indiscriminadamente durante la fase álgida de la guerra cuando, como quedó demostrado, el ejército de Sadam Husein no suponía una amenaza con medios para poder enfrentarse a un enemigo enormemente superior como las fuerzas de la coalición invasora. ¿Era necesario destruir todo el sistema de distribución de agua y saneamiento, o la red eléctrica de las grandes ciudades iraquíes para derrotar a Sadam? Viendo cómo transcurrieron los primeros días de la guerra, ¿era necesario destruir de ese modo la escasa base económica sobre la que se asentaba la supervivencia del pueblo iraquí? Que el ejército de Sadam, en su huida, destruyera los pozos petrolíferos no deja de ser comprensible dentro de una estrategia desesperada, pero ¿no debía haber actuado el ejército invasor con una cierta proporcionalidad, dado que el fin que se quería conseguir estaba cercano? El concepto de proporcionalidad en una guerra es complejo, pero conviene recordar que todo el Derecho Internacional Humanitario (DIH) y, más en general, el llamado Derecho de la Guerra emanado de los Convenios de Ginebra y La Haya, entre otros, está basado en esta idea de que hasta la guerra debe tener sus límites.

En segundo lugar, la falta de rigor y seriedad con la que Estados Unidos emprendió las tareas de reconstrucción ha ido agravando la situación. Recordemos los incumplimientos de los deberes que el DIH marca para las fuerzas ocupantes, que llevaron a situaciones como el saqueo de museos, el pillaje, etc. La incompetente gestión del primer «virrey», Jay Garner, y su apresurada sustitución por Paul Bremer. Los increíbles bailes de cifras para evaluar los costes de la reconstrucción. La prioridad concedida a la reconstrucción física de los pozos de petróleo y el escaso esfuerzo en los servicios básicos de agua, luz, salud, etc., que ha hecho aumentar el descontento de la población y la situación de inseguridad. La apresurada concesión, eso sí, de cuantiosos contratos a las empresas de los aliados políticos. En definitiva, el aventurerismo, la arrogancia y la falta de profesionalidad con las que las fuerzas de ocupación plantearon su tarea en la posguerra. El propio Bremer no podía ser más claro al reconocer que los costes de la reconstrucción eran muy superiores a los previstos, que la explotación del petróleo no daba para asumirlos y que, por tanto, la colaboración de la «comunidad internacional» era necesaria.

Es en este contexto de fracaso del actual enfoque de la reconstrucción, tanto en su dimensión económica como política, en el que deben enmarcarse las dos iniciativas en curso. En lo político, la debilidad de Toni Blair en el Reino Unido, tocado por el asunto Kelly, y la creciente crítica en los Estados Unidos a George W. Bush, por su aislamiento internacional en un año preelectoral, unido a la escasa legitimidad del Consejo de Gobierno iraquí y al aumento de la inseguridad en el país, están obligando a los ocupantes a buscar una nueva resolución del Consejo de Seguridad de la ONU. Pero, parafraseando a lo que en otro contexto dijo Kofi Annan, es «demasiado poco, demasiado tarde». (too little too late). Demasiado poco porque el borrador sigue manteniendo el liderazgo de Estados Unidos. Demasiado tarde porque la violación del derecho ya se ha cometido y ninguna resolución vendrá a conceder legitimidad «ex post» a la guerra de agresión.

En lo económico, no nos engañemos, es el deseo de reducir su propia contribución financiera y la creciente oposición de la Oficina de Presupuestos del Congreso (CBO) de Estados Unidos y de la opinión pública a conceder nuevos fondos los factores que fuerzan esta multilateralización del esfuerzo económico y de promesa de reparto del posterior «pastel».

En tercer lugar, a diferencia de otros procesos, la situación de Irak sigue siendo de gran inseguridad y la autoridad en presencia no representa a ninguna fuerza multinacional legitimada para esas tareas. La reunión de Bruselas, pese a su carácter preparatorio y a celebrarse a puerta cerrada, ha dejado claras las reticencias de algunos «donantes» respecto al entorno iraquí y sobre la necesidad de que algún organismo representativo lidere los esfuerzos de reconstrucción. Pequeños avances en un entorno en el que parece olvidarse lo fundamental: que la rehabilitación debe ser un proceso de base endógena y que debe incorporar cuanto antes a las autoridades y la población civil del país. Y máxime cuando el fantasma de enfrentamientos civiles comienza a aparecer en el ya oscuro cielo iraquí.

Publicaciones relacionadas