Humanitarismo digital en una guerra cinética: El caso de Ucrania
Este blog post es una versión revisada de un post originalmente publicado en inglés en Global Policy. Rodrigo Mena y Kristin Bergtora Sandvik examinan el uso de la tecnología en Ucrania con fines humanitarios, centrándose en el uso de Telegram y las criptomonedas, buscando articular una agenda de investigación y política.
Introducción
La guerra en Ucrania, que puede describirse como un conflicto info-cinético, es la primera guerra en una sociedad con una economía digital relativamente madura, un sector tecnológico sustancial (incluido el sector tecnológico de la diáspora) y una alta tasa de adopción de tecnología y plataformas digitales. Desde la perspectiva de los estudios de paz y conflicto, a partir de mediados de la primavera de 2022, la guerra en Ucrania puede entenderse como una guerra de información, una guerra a través de la diplomacia digital, una guerra cibernética, y la primera guerra en la que Big Tech ha tomado parte activamente. Para aquellos que trabajamos en un tema más focalizado, la transformación digital del sector humanitario y la política de la tecnología humanitaria, la fase inicial de la guerra en curso en Ucrania apunta a una serie de problemas que deben comprenderse mejor.
A pesar de una historia dramática de emergencias humanitarias, con una crisis de desplazamiento interno en curso desde 2014, Ucrania ha recibido una atención limitada en el campo de los estudios humanitarios y de desplazamiento forzado. Esto también incluye estudios sobre tecnología humanitaria. Antes de 2022, las contribuciones sobre tecnología y conflicto en Ucrania se centraron en el uso de teléfonos móviles en el conflicto de Donbás; el papel de Twitter y las redes sociales, la sociedad civil digital y la movilización política; guerra de información; uso de dinero efectivo y temas de logística.
La falta de estudios preexistente podría explicar lo limitado que han sido los comentarios académicos hasta el momento (con algunas excepciones, por ejemplo, en relación con los drones), y que las promesas tecno-utópicas de ‘gadgets como game changers‘ a los que hemos estado tan acostumbrados durante la última década hasta ahora no han estado presentes. Existen algunas iniciativas civiles-privadas, como la ‘Red de tecnología al rescate’ con una campaña #TechForUkraine. También ha habido controversia sobre un sitio web creado por estudiantes, ‘UkrainetakeShelter’, que prometía ‘reasentar a los ucranianos en tres días’. Sin embargo, los ejemplos de intervenciones tecnológicas fantásticas y/o poco éticas siguen siendo limitados.
Para contribuir a un debate crítico más centrado, discutimos acá dos desarrollos: primero, centrándonos en la tecnología de la comunicación, discutimos el aumento repentino de la aplicación Telegram como la plataforma elegida no solo por los civiles, actores gubernamentales y militares rusos y ucranianos, sino también por grupos voluntarios. En segundo lugar, considerando la tecnología que facilita las transferencias financieras, analizamos el uso de las criptomonedas como una «tecnología humanitaria». Nuestra ambición es modesta: el objetivo es establecer algunos puntos de discusión y una agenda de investigación co-colaborativa. Destacamos las novedades, algunos de los riesgos que surgen y, de manera más general, cómo podemos articular una agenda de investigación y política en torno a esta temática.
El auge de Telegram: implicaciones
Durante la última década, WhatsApp, Facebook Messenger, WeChat, KakaoTalk y Telegram se han convertido en una parte integral de las respuestas humanitarias, como lo hemos visto en el conflicto en Siria. Si bien es posible que las organizaciones humanitarias no siempre usen oficialmente estas aplicaciones, los ciudadanos humanitarios, las empresas, los medios de comunicación y las comunidades en crisis sí lo hacen. Telegram fue lanzado en 2013 por el empresario ruso Pavel Durov con la promesa de encriptación de datos de extremo a extremo (end-to-end). En 2014, Durov huyó del país tras negarse a entregar los datos de los manifestantes anti-Kremlin.
Telegram ha sido desde entonces particularmente popular en países con bajos grados de estado de derecho y altos grados de vigilancia y corrupción. Los patrones de uso de estas tecnologías pueden cambian drásticamente en períodos cortos de tiempo, sobre todo en momentos de crisis: antes de la crisis actual, Telegram no era una de las principales aplicaciones de mensajería de Ucrania, pero entre el 24 de febrero y el 20 de marzo, la adopción de Telegram (y Signal) aumentó casi un 200 %. Se ha argumentado que Telegram se ha convertido en “ la aplicación preferida en la guerra de Ucrania”.
¿Qué es nuevo? En las primeras seis semanas del conflicto, hemos visto una ‘humanitarianización’ parcial de Telegram. A nivel mundial, los canales de Telegram (una función para transmitir mensajes a grandes audiencias) ahora se utilizan para ofrecer servicios e información a los refugiados de Ucrania. Esto incluye alojamiento, asistencia, asistencia legal, así como networking y reuniones. Telegram también se ha convertido en la infraestructura digital en torno a la cual se desarrollan las iniciativas de voluntariado. Telegram se utiliza para buscar donaciones, organizar esfuerzos de voluntarios, difundir información gubernamental actualizada, o los horarios de llegada de trenes y autobuses.
A mediados de marzo, presenciamos el uso de Telegram en la estación central de trenes de Berlin, o Hauptbahnhof Berlin (BHB) en alemán. BHB ha sido una puerta de entrada clave para la llegada de refugiados desde finales de febrero (ejemplos aquí, aquí y aquí). Un comentarista señaló que incluso con un número sustancialmente mayor de llegadas a Berlín que en 2015, “todo parece estar mejor organizado ahora”. En BHB, los códigos QR dirigían a los nuevos voluntarios a los canales de Telegram, proporcionando toda la información necesaria y permitiendo actualizaciones casi inmediatas. El canal de Telegram también es fuente de ‘rumores y advertencias’, por ejemplo, sobre la trata de personas. Numerosos canales brindaron una gran cantidad de oportunidades para los berlineses que querían ayudar; por ejemplo, podrías unirte a grupos como @ukrainehelpberlin o @ukraineberlinarrivalsupport.
Con los inventos digitales y sus usos innovadores, siempre existen riesgos. A lo largo de diferentes enfoques e iniciativas humanitarias para Ucrania, encontramos lo que podemos llamar ‘una narrativa de seguridad’ en torno a Telegram. Según esta narrativa, Telegram es una aplicación que ‘las autoridades rusas no pueden violar;’ ‘está encriptado;’ ‘es más ‘seguro’. La ventaja comparativa Telegram promueve es que recopila menos información, lo que hace que se perciba como menos depredadora que otras aplicaciones dominantes, como WhatsApp.
Sin embargo, se ha prestado relativamente poca atención crítica a Telegram y su capacidad para brindar seguridad: la oferta de encriptado de extremo a extremo es más limitada de lo que parece y Telegram ha sido criticado (por la competencia) por ser menos seguro. En respuesta, Durav transmitió en su canal que con la guerra actual en Ucrania, “la privacidad es sagrada. Ahora más que nunca.» Desde una perspectiva de investigación y política, es importante señalar que esta narrativa de seguridad genera confianza y complacencia en un contexto altamente complejo y peligroso. Esto a su vez da forma a los esfuerzos de ayuda humanitaria.
Pagos digitales y criptomonedas
¿Qué es nuevo? El conflicto de Ucrania ha resultado en adaptaciones innovadoras de servicios y productos conocidos. Airbnb se comprometió a proporcionar refugio a los afganos después de las evacuaciones humanitarias de Kabul en 2021. En el conflicto actual, Airbnb también se ha presentado como un canal para la transferencia de fondos de persona a persona en Ucrania, por ejemplo, al facilitar la reserva de lugares que las personas no pretenden usar. La empresa en estos casos no cobra a las tarifas a pagar tanto por el anfitrión e invitado y transfiere dinero a la cuenta bancaria del anfitrión en 24 horas. Como resultado, el número de casas reservadas ha aumentado a más de 400.000, recaudando casi $2 millones. Iniciativas similares han incluido compras en eBay de vendedores ucranianos o reservar viajes en coche a través de BlablaCar. Estas empresas también renunciaron a las tarifas.
Sin embargo, el desarrollo más notable ha sido la llegada del blockchain y la categoría más amplia de Distributed Ledger Technologies (DLT) como tecnologías humanitarias de pleno derecho. Después de años de exageración y experimentación tentativa, la criptomoneda y la narrativa concomitante de «criptomoneda al rescate» (ver aquí, aquí, aquí) se está aceptando como una tecnología ‘humanitaria’ a través de la cual las donaciones pueden evitar los altos cargos que cobran las redes financieras tradicionales, se transfieren casi instantáneamente y brindan acceso a los recursos desde cualquier lugar.
En 2019, el Gobierno de Ucrania lanzó un plan para digitalizar los servicios gubernamentales y una estrategia para usar criptomonedas en los mercados nacionales del país. En 2021, Zelensky firmó una ley que permite al Banco Central (CBDC) del país la emisión de Monedas Digitales, un paso esencial en la transformación digital de la economía ucraniana, incluyendo el plan de tener un sistema financiero sin dinero en efectivo. Con esta plataforma, en febrero de 2022 el Gobierno de Ucrania lanzó un sitio web oficial de donación de criptomonedas para recaudar fondos con fines humanitarios y apoyar a sus fuerzas armadas. Pero esta no fue la única iniciativa, incluyendo la subasta de tokens no fungible (NFT) y otras iniciativas de cripto donaciones que, sumado a lo recolectado por la página del gobierno, han logrado recaudar cerca de $100 millones.
Nuevos actores y diversidad de riesgos. En el caso de Ucrania, aunque muchas donaciones son realizadas de buena fe para apoyar causas humanitarias, no hay forma de saber con certeza si el dinero se está utilizando para apoyar esfuerzos militares. A mediados de marzo, el fundador del mayor intercambio de criptomonedas en Ucrania, Kuna Exchange, testificó en audiencia del Senado de EEUU sobre el papel de los activos digitales en financiamientos ilícitos. En el contexto de la crisis actual, la tecnología DLT no solo se ve acosada por el espectro de las finanzas ilícitas, sino también por el hecho de que los marcos de rendición de cuentas (accountability) y protección son limitados en los proyectos humanitarios que utilizan esta tecnología.
Otro conjunto de preocupaciones se relaciona con las sanciones; por ejemplo, si Rusia podría usar criptomonedas para evadir sanciones (descripciones generales útiles aquí y aquí). En respuesta, Binance (una gran empresa de cambio de moneda digital) se comprometió a congelar las cuentas de los clientes rusos objeto de las sanciones. La congelación se produce después de que el viceprimer ministro de Ucrania hiciera un llamado a las principales plataformas de moneda digital para bloquear las transacciones entre todos los usuarios rusos como parte de las sanciones financieras que Rusia enfrenta (ver aquí). En lo que parece ser una movida de ‘economía moral’ para facilitar la aceptabilidad y la adopción por parte de los usuarios, Binance también ha lanzado una campaña de cripto-financiación colectiva con el único objetivo de recolectar fondos para «organizaciones intergubernamentales y ONG locales en terreno, para ayudar la entrega ayuda de emergencia a refugiados y niños» (ver acá). Como resultado, la iniciativa recaudó casi $10 millones que se destinaron a UNICEF, ACNUR y otras organizaciones de ayuda (ver aquí, aquí y aquí).
Lo que esto nos muestra es que se necesita más investigación y atención política hacia los aspectos experimentales de las DLT a medida que se implementan en emergencias, así como los intentos de institucionalizar las DLT y reelaborar la financiación humanitaria en torno a estás tecnologías.
La necesidad de una agenda de investigación crítica
El uso de tecnología en ayuda humanitaria usualmente se implementa con con la expectativa de que hará que la entrega de ayuda sea más eficiente, precisa o rápida (ver aquí, aquí, aquí). En Ucrania, expectativas similares rodean el uso de Telegram, criptomonedas y soluciones alternativas basadas en tecnología para transferir dinero a las personas afectadas. Como hemos discutido, la implementación y el uso de estas tecnologías pueden exacerbar los riesgos endémicos del uso de la tecnología en la ayuda humanitaria, al mismo tiempo que generan nuevos tipos de riesgos y daños.
Así también, cualquier tecnología individual debe verse en el contexto más amplio de la transformación digital del sector humanitario, la gobernanza mundial, y la economía de mercado. Si bien una guerra y una crisis de salud global son dos cosas diferentes, el aumento en el uso de tecnologías digitales fomentado por Covid-19 y el salto digital que ha creado a nivel mundial inevitablemente formarán parte del telón de fondo de la respuesta de Ucrania. Desde una perspectiva de investigación y política, el desafío es combinar una comprensión adecuada del contexto con el conocimiento sobre tecnologías específicas y las preocupaciones sociopolíticas a mediano y largo plazo del sector humanitario.
Por ejemplo, a pesar de lo digitalizada que pueda parecer Ucrania, el país sigue siendo uno de los más pobres de Europa. Por lo tanto, las personas que ofrecen sus casas a través de Airbnb probablemente no sean las con menos ingresos de Ucrania, o hasta pueden ser corporaciones (ver aquí y aquí). En el caso del uso de DLT, la pregunta no es solo si el uso de criptomonedas es como recaudación de fondos tradicional pero con nuevos actores y nuevos productos, sino también cuánto los desarrollos actuales podrían fomentar una mayor politización de la tecnología financiera en el sector humanitario. Esto podría verse como una continuación del endurecimiento de las regulaciones antiterrorista del sector humanitario y el uso cada vez mayor de tecnologías de detección de financiamiento del terrorismo.
Al mismo tiempo, en el contexto de la prolongada lucha humanitaria por la rendición de cuentas, donde se ha criticado el papel de las organizaciones de ayuda como intermediarios, la promesa de estas soluciones digitales es que los usuarios comunes, en todas partes, tendrán acceso a transacciones financieras más transparentes, directas y eficientes. Como investigadores, debemos desentrañar cómo la promesa de localización e incluso de emancipación está cada vez más estrechamente entrelazada con la lógica del mercado. Estos cambios también podrían remodelar el humanitarismo; desde quién financia la ayuda, qué tipo de ayuda se brinda, y cómo se entrega la ayuda. No solo se necesita una agenda de investigación, sino que también se deberán desarrollar nuevas políticas en el futuro para guiar el humanitarismo digital. Por lo tanto, en conclusión, sugerimos que un enfoque útil es entender a Ucrania no solo como un terreno para la tecnología humanitaria experimental, sino como una transformación digital orientada a lo humanitario.
Rodrigo Mena es Profesor Asistente de Desastres y Estudios Humanitarios en el Institute of Social Studies of Erasmus University Rotterdam, Países Bajos, y Board member de la International Humanitarian Studies Association (IHSA).
Kristin Bergtora Sandvik (SJD Harvard Law School 2008) es profesora de sociología jurídica en la Facultad de Derecho de la Universidad de Oslo y profesora investigadora de estudios humanitarios en PRIO. Su trabajo se centra en el reasentamiento de refugiados, la movilización legal, la tecnología humanitaria, la innovación y la rendición de cuentas.