Grecia y la moda de las vallas contra inmigrantes
(Para Radio Nederland)
No es el primero ni será, con seguridad, el último, pero Grecia ha decidido sumarse a la moda de quienes creen equivocadamente que las vallas son el remedio contra la supuesta amenaza de la inmigración.
Su ministro de protección civil, Christos Papoutsis, así lo ha anunciado, provocando apenas una formal crítica de la comisaria de Interior de la Unión Europea (UE), Cecilia Malmström, que entiende acertadamente que ninguna valla puede resolver los problemas estructurales que fuerzan a muchas personas cada año a emprender la arriesgada aventura de la emigración, en búsqueda de una vida mejor.
Aumento de flujo de inmigración?Los hechos son claros. Grecia es el único de los Veintisiete que ha visto aumentado el flujo de inmigración irregular durante el pasado año, hasta el punto de que se calcula que el 80% de todos los que han entrado en territorio comunitario lo han hecho por las fronteras griegas (como reacción de las mafias al mayor control ejercido por otros tradicionales receptores como España e Italia). En la actualidad se estima que unos 300.000 irregulares malviven en territorio griego, la mayoría de ellos procedentes de Afganistán, Argelia, Pakistán, Somalia e Iraq. Tan solo en 2010, unos 130.000 entraron desde Turquía por las fronteras terrestres (apenas 12,5 kilómetros, que son los que ahora se pretende vallar) y marítimas (unos 180 kilómetros, a lo largo del río Evros).
Puede entenderse que este ritmo y este volumen de entradas estén creando problemas a los 11,25 millones de griegos, fuertemente impactados por una crisis económica para la que todavía no se adivina el final. En esa línea, se entiende la petición de Atenas para que la Agencia Europea para la Gestión de la Cooperación Operativa en las Fronteras Exteriores de los Estados miembros de la Unión (FRONTEX) desplegara- desde octubre pasado- unos 200 efectivos en la frontera greco-turca para intentar reducir su flujo. De hecho eso fue lo que ocurrió, con una bajada estimada en un 40% con respecto a los meses anteriores. A fin de cuentas el fenómeno migratorio y el control de las fronteras exteriores son cuestiones que afectan a toda la Unión y, por tanto, las respuestas deben ser igualmente comunitarias.
Parte del mundo globalizado?
Lo que ya no resulta igualmente comprensible es creer que las vallas- sea cual sea su altura y extensión- sirvan para gestionar adecuadamente un fenómeno que define el mundo globalizado en el que vivimos. Aunque puedan resultar llamativas- y servir para que algunos gobiernos puedan momentáneamente hacer frente a la presión populista que quiere hacer del inmigrante un delincuente o un terrorista-, éste no es el camino a seguir para gestionar una realidad que afecta a unos 200 millones de personas en todo el planeta. Sirvan como ejemplos de ello tanto las barreras físicas que España ha construido en Ceuta y Melilla como la que Estados Unidos está erigiendo en su frontera con México; todas ellas superadas por una realidad que niega la posibilidad de llevar una vida digna a quienes por simple azar han nacido al otro lado y que profundiza la brecha de desigualdad entre el exclusivo club de países desarrollados (apenas los 32 miembros de la OCDE) y el resto (algo más de 160 países).
Estrategias viables
?Para atender adecuadamente los efectos del fenómeno migratorio, es preciso adoptar una estrategia multilateral, de largo plazo, que ponga el énfasis simultáneamente en tres niveles. Por una parte, se trata de lograr la integración exitosa de quienes ya están entre nosotros, tanto en el ámbito socioeconómico como en el político. Tomando como marco de referencia la Declaración Universal de los Derechos Humanos, esto se traduce en igualdad plena, en términos de derechos y deberes para todos los que habitan un mismo territorio, tanto en relación con los salarios y beneficios sociales como en la participación en la vida política.
Por otra, se deben potenciar los mecanismos de gestión común de flujos entre los países de emisión y los de acogida (la UE todavía no ha logrado firmar un acuerdo de repatriación con Turquía, para que se haga cargo de quienes entren en la Unión desde su territorio), incluyendo la lucha en común contra los grupos criminales que trafican con personas. Por último, pero no menos importante, es imprescindible redoblar el esfuerzo de cooperación para el desarrollo de los países de emisión, entendiendo que eso no se reduce a un mayor o menor porcentaje del PIB dedicado a la ayuda oficial al desarrollo, sino que abarca la implementación de unas reglas comerciales justas, la transferencia de tecnología, la reforma del discriminatorio sistema financiero internacional o la condonación/reconversión de la deuda externa que soportan muchos de ellos.
Tendencia policial y restrictiva
?A la luz de los hechos no parece que ni Grecia ni el conjunto de la UE estén convencidos de la necesidad de asumir ese enfoque. Por el contrario, desde que en el Consejo Europeo de Tampere (octubre de 1999) se puso en marcha la política comunitaria de inmigración- y a favor de una corriente sociopolítica cada más inquietante, en la medida en que convierte a los inmigrantes en el punching ball del debate político-, su orientación dominante es crecientemente policial y restrictiva. Ahí están, para burla de quienes se consideran ciudadanos democráticos, la llamada directiva de la vergüenza (junio de 2008), los acuerdos con la Libia de Gadafi para que sea allí donde se recluyan (a la espera de su definitiva expulsión) a quienes han entrado irregularmente en la UE o la (de momento frustrada) directiva de permiso único, que recortará derechos que parecían sobradamente consolidados en nuestras sociedades.
Visto así, en el siguiente paso bien podría ocurrir que los Veintisiete decidan construir una muralla comunitaria tras la que guarecerse- dejando pequeña a la que China puso en pie en su día para hacer frente a las recurrentes invasiones que sufría. Pero, salvo para tratar de activar la economía apostando nuevamente por el ladrillo y la alambrada, una medida de ese tipo solo mostraría a las claras el nivel de irrealidad en el que se mueven quienes creen que encastillados, cual señores feudales, pueden garantizar su impermeabilidad aunque al otro lado de las murallas se generalice el subdesarrollo y la inseguridad. Ojalá que esto no ocurra.