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Entrevista a Jesús A. Núñez Villaverde: Libia y Siria, ¿qué viene ahora?

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Tras los últimos acontecimientos en Libia, ¿podemos hablar ya de una caída definitiva del régimen de Gadafi?

Parece claro que la caída del régimen ya se ha producido, no sólo en términos de control geográfico de la mayor parte del país por parte del Consejo nacional Transitorio (CNT) sino por el hecho de que las fuerzas leales a Gadafi no han ofrecido resistencia como se suponía en principio en la etapa de asedio a Trípoli, la capital.

En cualquier caso es sabido que el hecho de que el propio Gadafi no haya sido detenido obliga a mantener la cautela, porque significa que conserva todavía capacidades para seguir controlando esta nueva etapa de la historia libia. Recordemos que ciudades como Sirte y Derna, donde aún se están produciendo combates, han sido leales hasta ahora a Gadafi, y que todavía queda también la duda de si la no resistencia armada en Trípoli por parte de las fuerzas leales a Gadafi significa una derrota o un cambio de táctica encaminada a entrar en un periodo de guerra de guerrillas, provocando una inestabilidad que se aproveche de las previsibles fracturas y fragmentación de las nuevas autoridades.

En este escenario, ¿cuál será ahora el papel de la OTAN?

Partiendo de la idea de que el papel de la OTAN ha sido fundamental para legar a la situación actual, es decir: sin el apoyo aéreo y el asesoramiento de la OTAN a las fuerzas rebeldes no habríamos llegado en seis meses al derrocamiento del régimen libio; se sienta un precedente negativo muy importante por la manipulación de las resoluciones de la ONU, diseñadas para la protección de la sociedad civil y que sin embargo se han utilizado fundamentalmente ara apoyar a uno de los bandos combatientes y provocar la caída del régimen. Es un precedente que considero negativo y que seguramente nos costará en el futuro.

A partir de este momento, la OTAN deja de ser protagonista, y lo fundamental ahora es tener claro que lo que toca es reconstruir un país, con una enorme riqueza gasística y petrolífera –quiero decir con esto que no se empieza de cero- pero en un esfuerzo fundamentalmente civil, que una organización como la ONU debe liderar junto a cooperando con las nuevas autoridades. El protagonismo tiene que ser obviamente libio, nada tiene que ser impuesto desde el exterior pero, acompañando ese proceso, desde luego la ONU debería ser por legitimidad y capacidad el organismo externo que facilite la coordinación en todos los aspectos.

¿Por qué se ha apoyado, a partir como apunta anteriormente de la manipulación de las resoluciones de la ONU, a un bando concreto?

El hecho es que es la primera vez en que de forma tan explícita se utilizaba el Principio de Responsabilidad de Proteger (PRP) en una resolución de la ONU, no sólo en la 1970, sino fundamentalmente en la 1973, así es como quedaba reflejado.

En cualquier caso, creo que lo que hay que entender es que ha habido un fallo por parte de los gobiernos occidentales, que creyeron en primera instancia que así como Ben Alí había caído y Mubarak había caído, Gadafi iba a hacer exactamente lo mismo: desaparecer de la escena política intentando mantener sus privilegios económicos y la inmunidad del sistema judicial interno.

Desde ese punto de vista, cuando Gadafi muestra su voluntad de resistir nos encontramos con que el instrumento con que cuenta la comunidad internacional no es el adecuado para impedir que siga dominando libia, y por lo tanto se utiliza este instrumento manipulándolo y forzándolo mas allá de sus límites, para provocar un resultado que no estaba inicialmente calculado, que era el de provocar la caída del régimen a través de una intervención militar como ha sido la de la OTAN.

Los líderes del CNT libio han declarado que su objetivo no es formar gobierno, sino «guiar al país a elecciones libres el establecimiento de una constitución para Libia», y han anunciado elecciones en 8 meses, ¿qué cree que se puede esperar de este nuevo gobierno? ¿hablamos de una sustitución de Gadafi por otros líderes que perpetúen el mismo sistema, o realmente Libia está avanzando hacia una democracia participativa?

Esa es precisamente la principal inquietud mirando hacia el futuro, porque teniendo en cuenta los perfiles de las cabezas más destacadas de ese consejo nacional transitorio es obligado reconocer que han sido estrechos colaboradores de Gadafi durante mucho tiempo y que, más bien, han saltado de un barco que creían que se hundía para intentar seguir flotando en otro -el CNT- y que ninguno de ellos tiene un acreditado currículum como demócrata o respetuoso con los derechos humanos.

Si a eso le añadimos las facturas entre ellos, el hecho de que básicamente el CNT donde tiene su peso específico es en la cirenaica y la tripolitana difícilmente va a aceptar un liderazgo de la cirenaica -pongamos que son dos regiones históricamente no sólo separadas sino enfrentadas-… todo eso hace pensar en muchas dificultades para poner en marcha esta etapa.

El CNT ojalá cumpla la promesa que hicieron inicialmente de que ninguno de sus miembros se presentaría a esas hipotéticas futuras elecciones, pero es difícil lograrlo mirando a tantas otras experiencias; que individuos que pueden decir que gracias a ellos se ha producido esta caída del régimen de Gadafi, vayan a renunciar a la posibilidad de obtener un beneficio propio y para los suyos.

Desde esa perspectiva el CNT es una entidad que genera más inquietudes que esperanzas a día de hoy.

¿Representará la caída de Gadafi y la formación de un nuevo gobierno libio una mayor apertura e integración de libia en el sistema internacional?

Desde una perspectiva interna, la posibilidad de que emerja un sistema democrático en Libia ahora es una posibilidad entre otras, desde mi punto de vista desde luego no la mas probable. No hay una experiencia de una sociedad libre por esas fracturas internas y tribales que antes mencionaba, luego esto puede llevarnos a un escenario en que se produzca una apertura relativa, pero no suficiente para llegar al final a un sistema plenamente democrático.

Con respecto al exterior, después de haber superado la etapa de aislamiento y sanciones internacionales, recordemos que Libia desde 2003 se había reincorporado al escenario internacional, en una inteligente jugada táctica por parte de Gadafi, en la medida que es un importante productor de petróleo de calidad y codiciado por muchos países. Todos los países occidentales, y eso incluye a España, han estado inmersos en una carrera desesperada para ganarse los favores del dictador Gadafi.

En esa misma línea, la Libia de mañana sigue teniendo petróleo, sigue teniendo gas, y por lo tanto suponemos que éste será el elemento fundamental que lo volverá a reintegrar en el escenario internacional y por tanto habrá amplitud de relaciones con muchos países, no sólo potencias tradicionales occidentales sino también otros como China o Qatar.

Tras la caída de Gadafi, ¿es el momento ya de Siria? ¿acelerará la transición libia la caída de Bashar?

Es tentador jugar a ese tipo de esquemas: después de Ben Alí cae Mubarak después de Mubarak Gadafi y ahora el siguiente tendría q ser El Asad. Más allá de esa generalización de la, desde mi punto de vista, mal llamada «primavera árabe», cada caso tiene sus particularidades.

A día de hoy, en Siria, en términos estructurales, parece claro que el tiempo corre en contra del régimen de Bashar El Asad. Tiene los días contados, pero también es cierto que cuenta con varias ventajas que no tenia el régimen de Gadafi para poder sostenerse en un estado de poder. Recordemos que en su día, desde la operación Tormenta del Desierto, que tumbó en el 91 a Saddam Hussein e hizo ver ya que su tiempo político había terminado, hasta que fue finalmente derrocado, detenido y posteriormente ahorcado pasó más de una década.

Una cosa es que Bashar esté estructuralmente tocado y otra que el colapso del régimen se vaya a producir mañana.

Una ventaja fundamental que tiene Siria a día de hoy es la certeza de que no va a tener que enfrentar una intervención militar como la libia, puesto que las potencias occidentales prefieren hoy el estatu quo del régimen de Bashar como un mal menor, ya que cualquier alternativa –sobre todo la del protagonismo islamista- consideran que sería todavía peor.

Bashar se enfrenta únicamente a enemigos internos, en la actualidad muy fragmentados. Todavía es cuestión de esta semana la creación de un Consejo Nacional Sirio con algunos miembros de la oposición, en el camino de lo que fue el CNT libio, pero que claramente no ha llegado aún a ese punto. Por lo tanto El Asad se enfrenta a una población fragmentada, descontenta y que no parece que ponga en cuestión el control del juego todavía.

Parece que El Asad no tiene respaldo completo de parte de sus Fuerzas Armadas: en la represión, hasta el momento, participan dos cuerpos de élite, la Guardia Republicana y la División Acorazada, que suponen unos 20.000 soldados que se coordinan con los servicios secretos y los grupos paramilitares, todos ellos pertenecientes a la minoría religiosa alauí, de la que forma parte el presidente, aunque el país es mayoritariamente suní.

El grueso de los cerca de 300.000 reclutas del Ejército sirio y los pilotos de la Fuerza Aérea son suníes.

Algunos expertos señalan que será en los próximos meses, cuando la oposición se arme y comiencen a ser necesarias las fuerzas armadas, cuando comenzará, como en el caso libio, la división en el ejército y el final del régimen ¿Se dividirá el ejército sirio como ha hecho el libio? ¿esperamos que sea entonces cuando comience la caída del régimen de El Asad?

Desde luego esa es una de las posibilidades, la más inquietante para el propio régimen. Recordemos que el poder hoy se sustenta fundamentalmente en la cohesión del clan El Asad, (cohesión q no esta en cuestión) perteneciente a la minoría alauí –un 10 o 12% de la población siria- y en la cohesión de las fuerzas de seguridad y defensa que, aunque en su nivel de tropa son fundamentalmente suníes, puesto que la mayoría de la población siria lo es, es sus cuadros de mando son abrumadoramente alauíes.

Luego desde ese punto, en la medida en que el régimen solo deba enfrentar crisis que lleven a la utilización de fuerzas de seguridad o paramilitares contra la población, hoy en una ciudad y mañana en otra, le es suficiente con esos 20.000 soldados más leales. Por el contrario, si la crisis se produjese simultáneamente en varias ciudades obligaría al régimen a tener que desplegar medios de seguridad y defensa simultáneamente en varios lugares, o lo que es lo mismo, tendría que meter en juego a unidades no tan leales. Eso es lo que efectivamente puede provocar fracturas mucho más significativas de las que ha habido hasta ahora, en la medida en que haya soldados suníes que no quieran disparar contra la población civil.

Solamente hemos visto hasta ahora pequeños indicios de que esto pueda ocurrir, pero básicamente porque, como digo, no ha sido necesario emplear al grueso de las fuerzas armadas.

Si eso llega a ocurrir probablemente nos encontraríamos con el régimen en un momento de extrema debilidad.

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