Entrevista a Alberto Arce
Tras su regreso a España, después de una estancia en Gaza enmarcada en las actividades del movimiento Free Gaza, entrevistamos a Alberto Arce, periodista, cooperante y colaborador del IECAH, quien durante la campaña militar israelí ha sido la única voz española sobre el terreno de los hechos.
Una vez comenzaron los bombardeos israelíes en Gaza, Israel no dejó pasar a ningún periodista a los Territorios Palestinos. En general, y tomando en cuenta esta limitación, ¿crees que en España los medios han estado manipulando las informaciones?
Creo que el hecho de que Israel no permitiese la entrada a periodistas ni cooperantes extranjeros en la Franja de Gaza es todo un mensaje al mundo. Israel no quiere testigos de sus acciones porque tiene algo que ocultar. Es de agradecer la inmensa y valerosa labor de los periodistas locales que, pese a ser víctimas ellos mismos, al ser atacados y asesinados, han conseguido que el mundo supiese lo que estaba sucediendo.
No quiero pensar que los periodistas españoles manipulen conscientemente la información y respecto profundamente la labor de los profesionales que hacen, literalmente, lo que sus empresas les permiten, salvando honrosas excepciones de valor y honestidad, que cada vez son más escasas y localizadas. Creo, no obstante, que la estructura de centralización de la comunicación, gestionada con intereses estrictamente empresariales y cada vez más alejada de la transmisión de información completa y precisa afecta seriamente la calidad de nuestra democracia. En esta ocasión se trataba de elegir el lugar desde el cual se informaba y trabajaba. Los medios decidieron que el lugar era Jerusalén o la frontera y no Gaza. Había medios para entrar en Gaza desde agosto. Decidieron no utilizarlos. A partir de ese momento se limitaron a reproducir la versión facilitada por los partes de guerra israelíes y generar a partir de lo que ellos decían la estructura de respuesta, dándola por valida mientras era imposible negarla con rotundidad, como podrían haber hecho sin hubiesen informado desde Gaza.
Respondo con una pregunta ¿tenía yo más medios, experiencia, información, dinero o apoyos que cualquiera de los periodistas profesionales para conseguir ingresar en la Franja de Gaza durante el conflicto?
Otro ejemplo es el de un periodista de un gran medio español que entró en Gaza una vez acabada la guerra y decidió dedicar su artículo a la represión interna de Hamas sobre Al Fatah en lugar de relatar la devastación y sufrimiento a la que el conjunto de la población se ha visto sometida. Toda una declaración de intenciones y principios éticos. Lo mismo que cuando decidieron dedicarle una noticia a que «Israel asegura que permitirá el paso de la ayuda humanitaria», cuando es evidente desde hace casi dos años que el comportamiento israelí es exactamente el contrario. ¿Qué tipo de información es esa?
¿Cómo ha sido tu día a día en Gaza?
En respuesta a la cada vez más vergonzosa y extendida costumbre de empotrarse como periodistas en unidades militares, decidí, junto a mis compañeros, empotrarme en las ambulancias de la Media Luna Roja. De ese modo, empotrándonos con los civiles y los equipos médicos ganábamos la batalla de la comunicación llegando siempre los primeros a los lugares en los que se producían los ataques con el objetivo de documentar los lugares destruidos, los efectos sobre la población y comprobar las falsedades de los argumentos israelíes. Nuestras retinas y nuestras cámaras son el testigo vivo de las mentiras israelíes frente a quienes hablaban desde los despachos. Más allá de eso, ni chalecos, ni cascos, ni hoteles. Día a día con la misma comida, realidad y experiencia que la población de Gaza, renunciando a la evacuación y sumándonos a la consigna de que todos los seres humanos valemos lo mismo, ya seamos palestinos o europeos. Ésa es nuestra visión del trabajo y la información.
Estás ligado a este conflicto desde hace ya tiempo, lo conoces bien y habrás vivido alguna otra ofensiva israelí. Esta vez, ¿imaginabas que iba a desarrollarse así?
Viví la ofensiva contra el sur del Líbano el verano de 2006 y encuentro muchas similitudes entre ambas operaciones. Ataque y castigo indiscriminado y masivo desde el aire, persiguiendo el castigo colectivo contra la población que masivamente apoya a la milicia e intención mínima de entablar combate directo. Una guerra cobarde e indefendible, que no puede, por definición, alcanzar sus objetivos militares expuestos y responde más a dinámicas de política interna israelí que a una estrategia militar sólida y efectiva. Nadie se imaginaba que fuese a existir un dislate tan importante entre objetivos y medios para alcanzar esos objetivos. Toda guerra es evitable. Ésta, además ha sido estúpida. Porque no ha servido más que para refugiarse y avanzar en un ciclo de militarismo y conflicto que, a la larga, no puede extraer ninguna consecuencia positiva para Israel. Ni en su relación con la población palestina ni en la imagen que en el mundo se tiene de Israel, cada vez más negativa.
¿Crees que la tregua que ha anunciado Israel se respetará, o esto es sólo un descanso? Declarabas que al día siguiente del alto el fuego los blindados seguían en la zona, y según testimonios de habitantes de la franja de Gaza, Israel lanza torpedos todas las mañanas desde que se declaró la tregua.
Este ataque no ha sido más que la continuación de un plan de colonización y control de la tierra palestina que dura ya 60 años y evoluciona en función de múltiples variables. Ha sido brutal. Pero también el bloqueo que dura ya casi dos años es brutal, la ocupación perimetral y el control de accesos, tierra, mar y aire y espacio radioeléctrico, que dura tres años es brutal. La ocupación de 41 años es la más larga de la historia y el régimen de discriminación racial efectiva y apartheid al que están sometidos los palestinos que viven con documentación israelí es brutal. La ocupación y agresión israelí sobre los palestinos es tan poliédrica y sofisticada que absolutamente cualquier escenario es creíble.
¿Qué piensan los palestinos ahora de Hamas? ¿Crees que los consideran responsables de esta cantidad de muertos, como se defiende desde algunos sectores?
En mi opinión, la población de Gaza apoya de una manera importante a Hamas. Con una seria fractura interna y una guerra civil de baja intensidad que se prolonga y se acentúa en el tiempo. No es nuestra labor, como extranjeros, valorar con demasiada crudeza los problemas de quienes tratan de desarrollar un gobierno y una administración bajo ocupación extranjera, teniendo en cuenta que el resto de países árabes, sin vivir bajo ocupación, son regímenes dictatoriales. Las opciones políticas de los palestinos surgen de las urnas. Recordemos que Hamas es un gobierno democráticamente elegido. Culpabilizar a la víctima por su propio asesinato es, cuando menos, ridículo. No es justo ni inteligente reproducir la propaganda israelí al respecto.
¿Cree el pueblo palestino la versión de Israel de que Hamas “se ha escondido tras la población civil”, y que por ello es “corresponsable”, como poco, de tanta muerte?
Definitivamente, no. Hamas es un movimiento de base popular, firmemente enraizado entre la población. Acusar a un miembro de Hamas de vivir en su propia casa o de continuar trabajando con normalidad en su propia panadería, diciendo que utiliza a sus hijos como escudos humanos es, simplemente, propaganda israelí. Tomemos el caso del Ministro de Interior, asesinado por Israel o de Rayan, otro de los líderes eliminados en este ataque. Se encontraban en sus casas, junto a sus familias. ¿Las utilizaban como escudos humanos?
Estoy convencido, en cambio, de que el lanzamiento de cohetes artesanales sobre Israel es un gran error. No sirven de nada desde una lógica estrictamente militar y provocan una reacción absolutamente desproporcionada por parte de Israel, y el conjunto de la población paga un alto precio por ello. Pero lanzar cohetes sobre Israel es la estrategia de resistencia adoptada por aquellos en quienes los palestinos depositaron sus votos y les corresponde sólo a ellos evaluar su efectividad, no a quienes observamos como actores externos.
Oímos tus declaraciones sobre el ataque al almacén de alimentos con fósforo blanco, cuya utilización está prohibida por el derecho internacional. Declarabas en una entrevista que parecía «hecho a propósito, para demostrar hasta qué punto se puede violar el derecho internacional y llevar a cabo el catálogo de los horrores». ¿Tendrán alguna consecuencia esas violaciones por parte de Israel?
Ojalá la comunidad internacional deje de aplicar el doble rasero a que nos tiene acostumbrados en su relación con Palestina. Pero nada indica que los Estados estén dispuestos a modificar su comportamiento cómplice con Israel. A día de hoy, las únicas consecuencias prácticas que podemos observar en cuanto a la inserción de Israel en Europa son de profundización, mejora y ampliación de las facilidades económicas, comerciales y políticas. El Consejo de Ministros de AAEE de la Unión Europea aprobó tan sólo unos días antes del comienzo de la agresión una actualización al alza de la posición israelí en Europa, calificando la política israelí como defensiva. Con eso queda fijada una posición que a día de hoy, nada indica vaya a ser modificada.
Es la sociedad civil organizada quien debe actuar ante la inacción de los gobiernos. La sociedad civil palestina lanzó ya en 2005 una convocatoria global a una campaña de Boicot, Desinversiones y Sanciones contra el Estado de Israel, en tanto éste no cumpla con sus obligaciones ante el derecho internacional. No se trata sólo del boicot a productos, que podemos ejercer en tanto consumidores responsables, sino de las desinversiones en el ámbito empresarial y cuanto suponen de aislamiento de la economía de la ocupación y de las sanciones a aplicar en el marco de las relaciones institucionales. Israel debe ser tratado como en su día se trató, a través de una campaña masiva de resistencia civil no violenta, al régimen del apartheid sudafricano. Es la medida más efectiva de solidaridad con el pueblo palestino que se puede aplicar desde el concepto de acompañamiento a una lucha que surge de las organizaciones palestinas y a la que podemos colaborar en la práctica. Ha pasado la época del lamento al televisor y ahora toca el comportamiento proactivo. Palestina no necesita dinero ni ayuda humanitaria sino solidaridad política.
Tras el ataque, y dado que Hamas es un gobierno que sigue siendo tachado de grupo terrorista con quien no se quiere colaborar, ¿quién va a gestionar el proceso y los fondos para la reconstrucción de Gaza?
A través de la conversión del problema palestino en una cuestión humanitaria y de mera gestión de fondos se obvia la raíz y la naturaleza del conflicto, imposibilitando su resolución. El problema en Gaza no sólo es de alimentos, que también, sino que surge de una realidad política: la ocupación. Se trata de un conflicto causado por una decisión racional y consciente del gobierno israelí que debe ser revertida con presión internacional. No es un tsunami ni un terremoto lo que se ha abalanzado sobre los Territorios Palestinos sino una agresión militar. A través de lo humanitario y lo económico nuestros gobiernos y nuestra cooperación tratan de modificar la voluntad palestina, interviniendo espúreamente sobre ella. Muchas organizaciones pretendidamente solidarias son utilizadas para boicotear al gobierno palestino a través de la condicionalidad gubernamental diseñada en Europa. A través de los fondos europeos se infla artificialmente el paso en Palestina de opciones políticas y sociales que no representan a la población.
El diálogo con el sector islamista mayoritario se ha cortado. El hospital central de Shyfa, que ha realizado la labor de atención más dura a lo largo de la guerra es boicoteado mientras las pequeñas clínicas de los campos contaban con stocks enviados desde Europa. Y eso es injusto. Se está externalizando y privatizando la gestión de la ocupación a través de fondos europeos y con la participación activa de las ONG.
Es el gobierno palestino, en este caso en manos de Hamas, quien debe reconstruir Gaza. Me temo que eso no se va a permitir. La comunidad internacional está boicoteando a Palestina pese a enviar ingentes cantidades de dinero. Dinero condicionado a modificar la realidad política, lo que supone un problema cada vez más serio. Orientalismo, colonialismo y ceguera política por parte de nuestros líderes que no sólo aumentan el resentimiento en el mundo árabo-musulmán hacia las posiciones europeas sino que cada vez más se alejan de las posiciones de nuestra propia sociedad civil en su condena al comportamiento israelí.