El lugar de la acción humanitaria en la cooperación española
Para Planeta Futuro
Los esfuerzos humanitarios pueden y deben complementar otros aspectos de la cooperación internacional como el desarrollo y la construcción de la paz. Pero no deben confundirse con ellos ni convertirse en mero instrumento al servicio de otros objetivos, por muy loables que estos sean
Cuando surgió el concepto y más tarde la práctica de la Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD) –la cooperación para el desarrollo, como de modo simple solemos denominarla en nuestro país–, la ayuda humanitaria ya tenía casi cien años. En efecto, si tomamos las fechas convencionales de creación del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) en 1863, de aprobación del Primer Convenio de Ginebra de derecho internacional humanitario (DIH) en 1864, frente a la creación del Comité de Ayuda al Desarrollo (CAD) de la OCDE, como organismo que agrupa a los países proveedores de ayuda al desarrollo, en 1961, convendremos que las ideas y fundamentos normativos esenciales del humanitarismo son muy anteriores a los que motivaron la cooperación.
Esta elemental constatación es muy relevante para entender y ubicar adecuadamente las cuestiones humanitarias dentro de los esfuerzos globales de solidaridad y cooperación. Es importante con carácter general y también cuando se debaten los instrumentos jurídicos que deben regir la ayuda al desarrollo, como en la actualidad, dentro del proceso de discusión de una nueva Ley española de Cooperación para el Desarrollo Sostenible y la Solidaridad Global.