El hambre como arma de guerra, otra vez
Para elperiódico.com
Moscú no solo se ha dedicado a destruir cosechas de trigo, maíz, girasol y cebada, sino también a castigar sin alimentos a la población local en aquellas ciudades que ha asediado.
El hambre como arma es tan antiguo como la propia guerra. Por eso no supone desgraciadamente ninguna novedad que Rusia la esté utilizando nuevamente. Moscú no solo se ha dedicado a destruir cosechas de trigo, maíz, girasol y cebada -materias primas en las que se basa buena parte de la economía de exportación ucraniana-, sino también a castigar sin alimentos a la población local en aquellas ciudades que ha asediado, como un instrumento más para doblegar su capacidad de resistencia. Igualmente, también ha robado cantidades considerables de esos mismos cereales en su propio beneficio.