El año que tembló Haití
Desde que el pasado 12 de enero un potente terremoto asolara la isla causando más de 230.000 muertes y destruyendo la ya muy frágil infraestructura del país, Haití ha protagonizado, como nunca antes en su convulsa historia, la atención internacional durante todo el año 2010. Y se cierra el año con aún más incertidumbres derivadas, no solo del imperceptible proceso de recuperación, sino de los efectos de la epidemia de cólera y de los riesgos del confuso e inconcluso proceso electoral. Encontrar esperanzas en este complejo contexto es cada vez más difícil.
Decisiones erróneas y sus consecuencias?
La rápida aunque descoordinada respuesta internacional, los grandes compromisos adquiridos en las sucesivas conferencias de donantes, la diversidad de países y organismos que comenzaron a trabajar en las tareas humanitarias y de reconstrucción, la enorme ola de solidaridad ciudadana con el empobrecido país, hicieron alentar algunas dosis de optimismo, y tras la confusión de las primeras semanas las cosas parecían comenzar a avanzar de un modo razonable para una crisis de tan gran magnitud. Sin embargo, algunas de las decisiones tomadas durante estos meses han ido convirtiéndose de facto en frenos a las tareas de rehabilitación y a las propias tareas humanitarias. Pese a los meses pasados y los numerosos esfuerzos realizados, la realidad sobre el terreno difiere poco de la situación inmediatamente posterior al seísmo.
El escaso peso concedido en las primeras semanas tanto a la ONU como al propio gobierno haitiano contribuyeron a minar y deslegitimar aún más su labor y a impedir que, una vez pasado el primer shock, ambos organismos pudieran cumplir con sus respectivas misiones. Los países que de modo bilateral y con excesivo uso de medios militares pensaron que así contribuían a paliar las consecuencias del desastre, no son conscientes de los impactos negativos de medio plazo que muchas de sus acciones han tenido.
Comisión Interina para la reconstrucción ralentizada
En segundo lugar, tras las promesas de financiación de las sucesivas conferencias, el modelo elegido para llevar a cabo las tareas de reconstrucción –la Comisión Interina para la reconstrucción de Haití copresidida por el ex presidente estadounidense Bill Clinton y el primer ministro haitiano Jean Max Bellerive se ha mostrado como absolutamente inadecuado e ineficaz para abordar dichos trabajos. Poner condiciones al gobierno haitiano para primar la transparencia y evitar la corrupción en el manejo de los fondos parece razonable, pero no al precio de convertirse en un imposible cuello de botella que está paralizando los esfuerzos. Asimismo, la falta de concreción y de desembolso por parte de los donantes de los fondos prometidos para la reconstrucción está ralentizando el proceso. Esto, unido a la falta de liderazgo del presidente René Préval y a su escasa credibilidad han estado en el origen de la parálisis de las labores vinculadas a la reconstrucción. Lentitud que ha afectado dramáticamente al tercer aspecto que queremos destacar: el proceso electoral. La decisión de aplazar las elecciones presidenciales y parlamentarias hasta noviembre fue algo unánimemente aceptado al interior del país y la comunidad internacional dio su apoyo. Pero nadie podía sospechar que la recuperación fuera tan lenta y que ello afectara, como lo ha hecho, a las elecciones. Al día de hoy, con los resultados de la primera vuelta aún sin confirmar y con la segunda vuelta prevista para el 16 de enero, todo está en el aire. En cualquier caso, dado como se ha producido todo el proceso, la legitimidad del candidato que finalmente resulte ganador podrá ser cuestionada fácilmente. Y eso es una limitación muy grande para gobernar en Haití.
Retos tras la epidemia de cólera?
En este escenario, la epidemia de cólera –importado de Asia por las fuerzas de la ONU según todos los datos- ha puesto de manifiesto la falta de previsión por parte de las agencias internacionales y va a requerir en los próximos años esfuerzos adicionales en materia de salud que van a suponer cuantiosos recursos. Y es significativo al día de hoy que una gran parte de la asistencia a los afectados por el cólera esté recayendo sobre las ONG, muy especialmente Médicos sin Fronteras, y sobre los médicos cooperantes cubanos.
Por último, todos estos acontecimientos han puesto aún más en cuestión el papel de la Misión de Estabilización de la ONU (MINUSTAH) y, más en general, del rol de la presencia internacional en el país. El Consejo de Seguridad de la ONU tiene que revisar y ampliar en su caso el mandato de MINUSTAH y las voces contrarias a su presencia en el país han aumentado en los últimos días.?En suma, preocupantes presagios para Haití para el año 2011 y grandes retos para los que deben ser los protagonistas: el pueblo y las instituciones haitianas. Y junto a ello, más que nunca, nuestro llamamiento a la ciudadanía y al conjunto de la comunidad internacional.
Como lo expresa el humorista español Forges: “no te olvides de Haití”.
Decisiones erróneas y sus consecuencias?
La rápida aunque descoordinada respuesta internacional, los grandes compromisos adquiridos en las sucesivas conferencias de donantes, la diversidad de países y organismos que comenzaron a trabajar en las tareas humanitarias y de reconstrucción, la enorme ola de solidaridad ciudadana con el empobrecido país, hicieron alentar algunas dosis de optimismo, y tras la confusión de las primeras semanas las cosas parecían comenzar a avanzar de un modo razonable para una crisis de tan gran magnitud. Sin embargo, algunas de las decisiones tomadas durante estos meses han ido convirtiéndose de facto en frenos a las tareas de rehabilitación y a las propias tareas humanitarias. Pese a los meses pasados y los numerosos esfuerzos realizados, la realidad sobre el terreno difiere poco de la situación inmediatamente posterior al seísmo.
El escaso peso concedido en las primeras semanas tanto a la ONU como al propio gobierno haitiano contribuyeron a minar y deslegitimar aún más su labor y a impedir que, una vez pasado el primer shock, ambos organismos pudieran cumplir con sus respectivas misiones. Los países que de modo bilateral y con excesivo uso de medios militares pensaron que así contribuían a paliar las consecuencias del desastre, no son conscientes de los impactos negativos de medio plazo que muchas de sus acciones han tenido.
Comisión Interina para la reconstrucción ralentizada
En segundo lugar, tras las promesas de financiación de las sucesivas conferencias, el modelo elegido para llevar a cabo las tareas de reconstrucción –la Comisión Interina para la reconstrucción de Haití copresidida por el ex presidente estadounidense Bill Clinton y el primer ministro haitiano Jean Max Bellerive se ha mostrado como absolutamente inadecuado e ineficaz para abordar dichos trabajos. Poner condiciones al gobierno haitiano para primar la transparencia y evitar la corrupción en el manejo de los fondos parece razonable, pero no al precio de convertirse en un imposible cuello de botella que está paralizando los esfuerzos. Asimismo, la falta de concreción y de desembolso por parte de los donantes de los fondos prometidos para la reconstrucción está ralentizando el proceso. Esto, unido a la falta de liderazgo del presidente René Préval y a su escasa credibilidad han estado en el origen de la parálisis de las labores vinculadas a la reconstrucción. Lentitud que ha afectado dramáticamente al tercer aspecto que queremos destacar: el proceso electoral. La decisión de aplazar las elecciones presidenciales y parlamentarias hasta noviembre fue algo unánimemente aceptado al interior del país y la comunidad internacional dio su apoyo. Pero nadie podía sospechar que la recuperación fuera tan lenta y que ello afectara, como lo ha hecho, a las elecciones. Al día de hoy, con los resultados de la primera vuelta aún sin confirmar y con la segunda vuelta prevista para el 16 de enero, todo está en el aire. En cualquier caso, dado como se ha producido todo el proceso, la legitimidad del candidato que finalmente resulte ganador podrá ser cuestionada fácilmente. Y eso es una limitación muy grande para gobernar en Haití.
Retos tras la epidemia de cólera?
En este escenario, la epidemia de cólera –importado de Asia por las fuerzas de la ONU según todos los datos- ha puesto de manifiesto la falta de previsión por parte de las agencias internacionales y va a requerir en los próximos años esfuerzos adicionales en materia de salud que van a suponer cuantiosos recursos. Y es significativo al día de hoy que una gran parte de la asistencia a los afectados por el cólera esté recayendo sobre las ONG, muy especialmente Médicos sin Fronteras, y sobre los médicos cooperantes cubanos.
Por último, todos estos acontecimientos han puesto aún más en cuestión el papel de la Misión de Estabilización de la ONU (MINUSTAH) y, más en general, del rol de la presencia internacional en el país. El Consejo de Seguridad de la ONU tiene que revisar y ampliar en su caso el mandato de MINUSTAH y las voces contrarias a su presencia en el país han aumentado en los últimos días.?En suma, preocupantes presagios para Haití para el año 2011 y grandes retos para los que deben ser los protagonistas: el pueblo y las instituciones haitianas. Y junto a ello, más que nunca, nuestro llamamiento a la ciudadanía y al conjunto de la comunidad internacional.
Como lo expresa el humorista español Forges: “no te olvides de Haití”.
Escucha la entrevista a Francisco Rey: