Egipto: Tahrir se vuelve a mover
(Para Radio Nederland)
Tras la caída de Hosni Mubarak (11 de febrero) y la inmediata creación del Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas (CSFA), la plaza de Tahrir volvió de inmediato a la normalidad.
En todo caso, quedó claro entre los promotores del Movimiento 25 de Enero que volverían a ella si los militares no cumplían sus promesas de promover un proceso político que desembocara en la ansiada democracia para los 84 millones de egipcios. Hoy, la gente ha vuelto a esa emblemática plaza, lo que solo se puede interpretar como la señal de que dicho proceso no va por buen camino.
El punto de inflexión se produjo el pasado 29 de junio, cuando más de mil personas fueron heridas, como resultado de la actuación policial contra los manifestantes que habían ocupado Tahrir, reclamando más celeridad en el enjuiciamiento de los responsables de la represión durante las tres semanas de enero que llevaron al fin político de Mubarak.
«Salvar la revolución»
A esta sobrerreacción del CSFA le siguió la convocatoria de una nueva manifestación, el pasado 8 de julio, con el objetivo declarado de «salvar la revolución». Desde entonces, varios miles de personas se manifiestan diariamente en dicha plaza como muestra de un creciente descontento sobre el ritmo y la dirección de la agenda política liderada por el mariscal Mohamed Husein Tantawi y sus compañeros del sanedrín militar.
Este recurso indica, por un lado, que la población egipcia sigue muy interesada en el proceso político y dispuesta a implicarse personalmente para consolidar los necesarios cambios hacia un futuro mejor. Por otro, también significa que hoy no disponen de más instrumentos que la movilización popular para tratar de compensar el monopolio del poder que ostentan los militares. En efecto, aunque ya esos jóvenes han decidido crear un partido político y otros, como los Hermanos Musulmanes, han logrado la legalización del suyo (Justicia y Libertad), su principal dificultad es cómo darse a conocer a una opinión pública totalmente decepcionada con la clase política tradicional e ignorante de los programas políticos que estos nuevos actores políticos puedan presentar como alternativa.
FFAA: actores económicos
A pesar de estas dificultades de partida, han obligado al CSFA a mover ficha. Los militares aspiran a conservar su condición de referencia indiscutible en la vida nacional, pero no desean tener que encargarse de la gestión diaria de los asuntos públicos. Las fuerzas armadas son desde hace décadas, no lo olvidemos, actores económicos de primera magnitud y sostén indiscutible del régimen. Hoy por hoy todavía conservan una imagen positiva a los ojos del conjunto de la población, pero se ven cada vez más inquietos por tener que gestionar las diferentes agendas en juego, al tiempo que procuran preservar sus privilegios y conducir al país hacia una nueva etapa (no necesariamente democrática) en la que sean otros quienes se encarguen de la tarea de gobierno. Dicho de otro modo, se ven más a gusto en su papel de «reina madre» que en el de gestor de asuntos públicos, siempre y cuando nada cuestione la estabilidad del país (y sus prerrogativas).
Nuevos actores políticos
Queda por ver si las decisiones más recientes del CSFA satisfacen a los movilizados a favor de la reforma profunda del modelo heredado de Mubarak. Pero de momento han logrado ya la dimisión del viceprimer ministro, Yehia el Gamal, la apertura de los juicios contra los responsables de la represión a la luz pública, la inminente remodelación del gabinete ministerial liderado por Esam Sharaf y la reconsideración sobre las fechas de los próximos comicios electorales. Sin que se haya llegado a fijar el día concreto, ya se ha anunciado que las elecciones legislativas- inicialmente previstas para septiembre- se posponen a octubre o noviembre (y lo mismo ocurre con las presidenciales). De este modo, se da más tiempo a los nuevos actores políticos para darse a conocer a sus potenciales votantes o, lo que es lo mismo, se pretende neutralizar la ventaja de partida que grupos como los Hermanos Musulmanes tendrían con el calendario inicial, en la medida en que son mucho más conocidos y tienen mucho más a punto su maquinaria partidista para conquistar la voluntad de los electores.
No se agota ahí, sin embargo, la agenda de las peticiones más urgentes de los movilizados. Por el contrario, hay que recordar que también demandan la aprobación de un salario mínimo de 1.200 libras egipcias, la celebración inmediata de los juicios pendientes contra los corruptos y los responsables de la violencia (incluyendo al propio Mubarak y a sus hijos), la indemnización a las víctimas de la represión, la liberación de todos los prisioneros políticos detenidos desde el 25 de enero, la prohibición de participar en el juego político a los miembros del Partido Nacional Democrático…
¿Voluntad democrática?
El margen de maniobra del CSFA se estrecha por momentos, pero parece que todavía está en condiciones de seguir jugando al «palo y zanahoria» con unos y con otros. A pesar de su pretensión de ser vistos como actores neutrales y únicamente como facilitadores del proceso actualmente en marcha, es obvio que son parte muy interesada en su devenir. Todavía se desconoce hasta dónde llega su voluntad democrática. Sin embargo, es mucho más conocido su interés por mantener sus prebendas a salvo y por no verse superados por unos actores que pueden estar interesados en remover los fundamentos de un régimen del que ellos se sienten los principales defensores. Tahrir vuelve a convertirse en el escenario principal del juego.