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Durban en América Latina

Los escasos resultados de la Cumbre sobre Cambio Climático finalizada en Durban se prestan, como siempre, a diversas interpretaciones: los que ven la botella medio vacía, o los que la ven medio llena. Tanto para unos como para otros todo queda pendiente hasta 2015 y la prórroga el Protocolo de Kioto –eso sí, con apoyo de menos países- permite, al menos salvar los muebles y no hablar de fracaso total. Y todo eso sucede en un escenario en el que según datos dados a conocer esta semana, América Latina es el continente que sufrirá más los efectos del cambio climático. Efectos que ya empiezan a ser perceptibles, con diversos países del continente afectados por lluvias que han causado graves inundaciones.

Por eso, no se asusten ustedes por el título, aunque Durban queda muy lejos de América Latina lo allí acordado, y lo no acordado, va a ser muy relevante para la región.

De Copenhague a Durban pasando por Cancún

Tras el sonoro fracaso de la Conferencia de Copenhague en 2009, la celebrada en Cancún en el año 2010 supuso algunos avances que fueron saludados casi unánimemente tanto por los estados firmantes como por las propias ONG. Se mantenían los compromisos de Kioto y se concretaban algunos de los fondos «verdes» para poner en marcha medidas de mitigación o adaptación. Desde la perspectiva de América Latina Cancún fue muy importante pues se volvía a un cierto consenso continental tras las discrepancias que países como Bolivia, Nicaragua, Cuba o Venezuela hubieran manifestado en Copenhague. Solo Bolivia manifestó públicamente sus críticas a los acuerdos de Cancún, aunque posteriormente no llevara a cabo sus amenazas de bloqueo. Los buenos oficios de la diplomacia mexicana consiguieron que la cumbre de 2010 alcanzara algunos frutos y, sobre todo, supuso para la región latinoamericana una toma de conciencia clara de los riesgos del cambio climático en la región. Aunque Cancún puede ser interpretado como un simple receso hasta que finalice la vigencia del Protocolo de Kioto en 2012, visto lo visto, los resultados alcanzados hace ahora un año fueron positivos.

La Cumbre de Durban se anunciaba con malos presagios e incluso en estas mismas páginas algún analista llegaba a proponer que «no dediquen ustedes ni un segundo a esa conferencia. No valdrá para nada». Y no le faltaba razón. Las valoraciones que la mayor parte de analistas y representantes políticos hacen de la conferencia son muy moderadas y solo algunos han mostrado cierta alegría por los resultados. En América Latina únicamente la presidenta brasileña Dilma Rouseff ha manifestado estar «satisfecha» por los resultados y ha elogiado el papel de su ministra de Medio Ambiente Izabella Teixeira. Brasil ha tenido un importante papel en las negociaciones y, como economía emergente con gran fortaleza y dinamismo, sus posiciones han servido de referencia para otros países. De hecho, Brasil fue uno de los países que lideró la propuesta de la extensión del Protocolo de Kioto por considerarlo como «el mayor bien para garantizar un régimen fuerte de cambio de clima». Además, días antes de la conferencia, la propia presidenta Rouseff había declarado que, independientemente de los resultados de Durban, Brasil cumpliría las metas voluntarias con que se comprometió en la Cumbre de Copenhague en 2009 para la reducción del 36,1 % al 38,9 % de sus emisiones hasta el año 2020, principalmente con acciones para reducir el ritmo de deforestación de la Amazonía.

La vulnerabilidad de la región latinoamericana ante el cambio climático

Con el telón de fondo de la cumbre de Durban, las recientes inundaciones en una buena parte de países latinoamericanos ponen sobre la mesa la posible relación de éstas con el cambio climático. Hasta hace poco existía alguna controversia entre la comunidad científica dedicada a estas cuestiones, pero parece que comienza a haber bastante unanimidad en que los efectos de las alteraciones climáticas en la región van a ser grandes. Uno de los asesores de la ONU sobre mitigación, José Garibaldi, decía antes de Durban que un fracaso en las negociaciones sería lamentable para América Latina. «Algunos países centroamericanos ya están sufriendo los impactos económicos de eventos climáticos que son más grandes que su inversión total en infraestructura».

Es evidente que los recientes episodios de lluvias torrenciales en muchos países de América Latina tienen que ver con otras variables como el fenómeno de La Niña. Pero ya es evidente que el aumento de las temperaturas ha hecho crecer la humedad de la atmósfera entre un 6 y un 7% por lo que como dice el experto británico del Met Office Hadley Centre, Peter Stott. «No debe sorprendernos que estemos siendo testigos de casos de lluvias más abundantes».

El gran problema en los próximos años será ver si la Administración Obama no pone objeciones a algunas de las medidas acordadas en Durban. En cualquier caso, Durban como Cancún suponen un aplazamiento de las grandes decisiones que evitan el fracaso total, pero no está muy claro si nos acercan a algún tipo de solución frente al cambio climático.

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